La pregunta es incisiva y nos deja pensando sí o sí. Y la dirige a las mujeres que aún hablan de plata por lo bajo, aún se manejan a partir de la normalización de la culpa o tienen temor a reclamar lo que es suyo y diseñar un futuro mejor. “¿Qué pasaría si, en vez de miedo, tuviéramos un plan?”. Así lo expone Laura Visco, expublicista y autora de Amiga, hablemos de plata, un libro y una plataforma que busca normalizar las conversaciones de mujeres sobre dinero.
¿Qué pasaría si, en vez de sobrevivir, empezamos a proyectar? El manual de la “buena mujer” insiste en dejarnos en un lugar “seguro”, en el que la sociedad y la cultura nos colocó, “el de la cuidadora y sostenedora, la moderada y agradecida”. “Nos han hecho creer que no somos capaces de manejar el dinero como los hombres”, asegura la autora.

En su libro independiente, que ya es un boom de boca en boca, Visco abre ese silencio heredado que aceptamos sin más: que el dinero para nosotras “era un regalo, no una herramienta”, y que “invertir solo es cuestión de hombres”. Y lo cuenta con datos (por ejemplo, según un informe del Banco Mundial, 2400 millones de mujeres en edad de trabajar no tienen igualdad de oportunidades económicas), y también desde su propia historia de empezar de cero y lograr la libertad financiera sin herencias, sin atajos y sin pedir permiso.
"Hablar de plata es tomar un espacio que históricamente nos fue negado"
Lo que arrancó en su cabeza como una incomodidad –ver a los varones hablar de inversiones mientras las mujeres servían el café familiar– se transformó en una certeza: hablar de plata también es parte de la conquista… por la libertad financiera.
“Nos negaron el poder de hablar de dinero. Nos enseñaron a conformarnos, a callarnos, a sentir culpa por desear más. Pero tener plata implica tener poder. Y eso, todavía, incomoda más que estar enamorada”, plantea Laura Visco sin vueltas.
Desde su tía –la primera mujer que vio tomando decisiones económicas sola y que “no heredó nada e hizo todo sola”– hasta sus años construyendo independencia con estrategia y formación, Laura insiste: la autonomía no siempre se grita, también se ejerce.

“¿Quién gana con que vos creas que invertir no es para vos?”, lanza. La pregunta es tan simple como filosa. Y funciona para repensar “las reglas no escritas que nos moldearon”.
Visco apunta que, desde la infancia, fuimos educadas con una lección implícita, “las mujeres no pertenecemos al espacio del análisis o la estrategia. Nos relegan a los márgenes de lo accesorio. Lo que entretiene, pero nunca lo que transforma”. Y explica: “La idea de ‘soy un desastre con el dinero’ no es una frase inocente. Fue cultivada y repetida por siglos”.
“El sistema financiero está hecho para que nos parezca difícil. Y no se trata solo de ahorrar ni de hacer malabares con el monedero. Se trata de diseñar ingresos, planificar y preguntarte en serio: ¿cómo quiero vivir en diez años? ¿Y qué estoy haciendo para acercarme a eso?”, señala Visco.
La economía de la modestia: “Cuando la culpa se disfraza de virtud”
Pero invertir también es un acto de amor propio, lejos del último tutorial de make up o de “la info de los astros con la que prefieren mantenernos distraidas”.
–Decís que “nos negaron el poder de hablar de dinero”: ¿por qué creés que sigue funcionando ese silencio?
–Porque todavía incomoda. Porque una mujer que le pregunta cuánto cobra otra, que pide un aumento o que habla de inversiones, desafía un modelo que prefiere vernos agradecidas y calladas. Ese silencio fue una forma de control. Hoy romperlo es parte de nuestra autonomía.
Todavía incomoda ver a una mujer que no se justifica. Que no pide permiso para querer ganar más. Nos enseñaron a ser austeras, silenciosas. Lo que yo llamo en el libro, “la economía de la modestia”, culturalmente se festeja a la mujer que acompaña, se sacrifica y nunca pide mucho para sí misma.
–¿Qué le dirías hoy a una mujer que cree que hablar de inversiones es solo para varones de traje, traders o millonarias tiktok?
–Que la mejor inversión no siempre está en la bolsa. Muchas veces está en vos. En formarte, en ampliar tus ingresos, en aprender algo que te dé más autonomía. El retorno más alto que tuve en mi vida fue cuando aprendí a negociar mi sueldo y a hacerme un lugar en un mundo que no estaba pensado para mí.

–¿Cuál es la emoción más común que notás cuando una mujer empieza a ocuparse de su economía? ¿Culpa, miedo, entusiasmo?
–Miedo, pero también una especie de alivio. Como si algo que estuvo contenido mucho tiempo, por fin se habilitara. La sensación de: “Tarde, pero llegué.” Y desde ahí, creo que predomina el entusiasmo.
“La autonomía se construye con ingresos, no con romanticismo”
“Mientras nos preocupamos por no incomodar, por no ‘ser malas’, no pedimos aumento, no negociamos, no nos expandimos. Desperté cuando elegí priorizar mi futuro antes que la aprobación ajena”, asegura Laura al desenmascarar la última deuda pendiente del feminismo. El vínculo de las mujeres con el dinero.
Y plantea que aunque todavía hay una expectativa social de que lo deseable es estar “acompañada”, “la autonomía se construye con ingresos, no con romanticismo”. Entonces: ¿cómo empezar?
–¿Cuáles son los errores más frecuentes que cometemos al empezar a invertir? ¿Y cómo evitarlos sin que el miedo nos paralice?
–Creer que invertir es solo comprar bonos o acciones. O pensar que hay que ser una experta para empezar. La clave está en pensar en estrategia: ¿cómo puedo hacer crecer mis ingresos? ¿Qué puedo aprender que me permita cobrar más? ¿Cómo diseño una vida con margen, no solo con urgencias?

–Si tuvieras que dar tres consejos exprés para empezar a invertir sin miedo hoy mismo, ¿cuáles serían?
–1. Invertí en vos: un curso, un idioma, una habilidad que te potencie.
2. Pensá a largo plazo: ¿cómo querés vivir en 10 años? Diseñá ingresos con eso en mente.
3. No esperes a tener “mucho”: empezá a tomar decisiones con lo que ya tenés. El poder está en el enfoque, no en la cifra.
–¿Qué le aconsejarías a una mujer que vive al día, cree que no puede ahorrar y mucho menos invertir? ¿Por dónde empieza?
–Empieza por hacerse una pregunta incómoda: ¿quién gana con que yo crea que esto no es para mí? Invertir no es un privilegio reservado. Es una necesidad. Y no se trata solo de guardar dinero: se trata de planificar ingresos, de no regalar tu tiempo, de entender tu valor.
–Si una chica de 20 te pidiera una sola frase para su fondo de pantalla, algo que le recuerde que, aunque con poco, puede empezar a lograr no depender de nadie y también asegurarse un fondo de jubilación, ¿qué le dirías?
–Nunca te bajes el precio. Ni en el amor, ni en el trabajo, ni en la vida.

Más claves de Amiga, hablemos de plata
El libro de Laura Visco habla sobre esas verdades incómodas pero necesarias. Pero “tampoco es una oda a la meritocracia”, “ni una carrera donde todas empezamos en el mismo punto”, aclara. Y parte de una idea que a la autora la llevó a escribir este “manual esencial para la independencia financiera de las mujeres en un mundo desigual” de 177 páginas: “Una mujer con dinero es una mujer con tiempo. Y una mujer con tiempo es peligrosa, porque puede empezar a cuestionarlo todo”.
Para terminar, algunas de las frases destacadas de un texto esencial, entre estadísticas y citas:
“La brecha de riqueza entre hombres y mujeres supera los 105 billones de dólares anuales, una cifra tan vasta que desafía toda comprensión, pero que equivale a aproximadamente cuatro veces la economía de Estados Unidos” (OXFAM, 2024)
“Sólo el 5% de las niñas se sienten atraídas por carreras como la ingeniería, la tecnología o los negocios” (OECD, 2012)
“No es casual que se nos haya mantenidas alejadas del dinero: el patriarcado ha entendido siempre que la dependencia económica es una herramienta de opresión. Porque una mujer con dinero tiene la capacidad de influir” (Laura Visco)
“Si las mujeres dedicáramos un 1 por ciento del tiempo que empleamos hablando de amor, a hablar de dinero, seríamos todas millonarias” (Laura Visco)
Fotos: 123RF y gentileza L.V.
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