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"No corrí sola, todos los Bardach braceamos juntos hacia la medalla"

Publicado por
Redacción Gente

"En los últimos cien metros, sin saber ni cómo estaba ubicada ni quién iba
adelante o atrás, empecé a darme fuerzas a mí misma. Adentro del agua, entre
brazada y brazada, me decía:
'Vamos que ya falta poco, fuerza Georgi, fuerza'.
Fue como una película, cuando la imagen queda en silencio y todo pasa en cámara
lenta. Así viví, corrí y sufrí el último tramo de la carrera. No entendía bien
qué pasaba, pero era consciente de que me tenía que matar en ese momento. Por mi
familia, por mi entrenador y por mi viejo que estaba a pocos metros de la pileta
sufriendo más que ninguno."

Pasaron 48 horas de la hazaña de Georgina Bardach en el Centro Acuático de
Atenas, y las emociones todavía perduran. Y seguramente, para la nadadora
cordobesa, esos 4 minutos, 37 segundos y 51 centésimas -el tiempo que duraron
sus 400 metros medley, una especialidad que combina los cuatro estilos de la
natación: mariposa, espalda, pecho y libre-, marcarán un antes y un después en
su vida deportiva. Porque con su tercer puesto en el podio, no sólo terminó con
una sequía de 68 años sin medallas para la natación argentina -la última fue de
plata y la consiguió Jeannette Campbell en los Juegos de Berlín en 1936-, sino
que se convirtió en la primera deportista en la historia nacional en ganar una
medalla en el primer día de competencia. "La verdad, no tenía este dato y me
pone muy contenta. Pero también me da mucha responsabilidad porque sé que, desde
ahora en más, voy a tener que entrenarme con más esfuerzo y sacrificio para
revalidar todo lo bueno que conseguí
-comenta Georgina-. Había venido a Atenas
con el sueño de llegar a la final. Esa era mi meta. Sentía que todavía no estaba
lista para subir al podio y eso recién se iba a dar en Pekín 2008. Pero cuando
quedé tercera en la clasificación, hablé por teléfono con Jennie, mi hermana, y
al preguntarme si me veía en el podio, le dije que me tenía mucha fe. Creo que
ahí fue cuando entendí que la medalla se podía adelantar cuatro años."

-¿Y cómo es la vida en la Villa Olímpica, con tu papá cerca, con tu entrenador,
con José Meolans haciendo fuerza?
-Es algo increíble. No esperaba un lugar tan lindo. Y cuando no entreno, me
encierro en mi habitación a escuchar un par de compactos que me traje de
Babasónicos y los Red Hot Chilli Peppers. Después sigo al pie de la letra todo
lo que me dice Bochi -Héctor Costa-, mi entrenador. Y sin dudas tener a papá
cerca -Jorge-, me hace muy bien. El día que gané, miré el tablero dos veces y
pensé en él, que estaba a pocos metros. Lo único que quería era que no le diera
un infarto o que no se tirara desde la tribuna.

-Acá en Buenos Aires, vimos que América envió una cámara y siguió la carrera
junto a tu familia. Fue emotivo ver a tu mamá, María Adela, llorando y gritando.
¿Cómo fue el contacto con ellos?

-Los llamé por teléfono, y lo primero que hice fue largarme a llorar. Después
habló papá, y también lloraba, fue algo increíble. Porque ellos saben todo el
esfuerzo que hice para conseguir este nivel. Y también el esfuerzo que hacen
ellos para bancarse mis horarios, o mi humor después de una mala carrera. Por
eso en esa pileta no corrí y gané yo sola: todos los Bardach braceamos juntos
hasta la medalla.

-El miércoles, día que cumplís 21 años, podés llegar a correr la final de los
200 mariposa. ¿Otra medalla sería el mejor regalo de tu vida?
-¡No, pará! Si tenía alguna posibilidad de medalla, era en los 400 metros medley.
Ahora, con llegar a la final ya estoy hecha. El mejor regalo de cumpleaños sería
que José Meolans pueda subirse al podio. Volver los dos a la Argentina con una
medalla sería el sueño más lindo del mundo.

Georgina comparte el podio junto a la ucraniana Yana Klochkova, que ganó la medalla de oro, y la estadounidense Kaitlin Sandeno, quien fue plata. Todo el país vio su triunfo por América, que midió 15.1 de rating en la final. La transmisión fue digna de Ripley: hizo medio punto más que el partido Argentina-Tunez. Aunque usted no lo crea.

Bardach mira el tablero y no lo puede creer: la medalla ya era una realidad.