Según un informe de UNESCO, a un año de la pandemia las escuelas alrededor del mundo permanecieron cerradas un promedio de 14 semanas. Sin embargo, las medidas tomadas por los diferentes gobiernos respecto a la presencialidad fueron diversos.
Mientras Alemania anuncia que durante quince días no habrá clases presenciales en el país debido a una nueva ola de contagios, en Argentina el ministro de Educación afirma públicamente que la educación no es un servicio esencial y desde distintos sectores se discute la pertinencia o no del regreso a las aulas.
Según señala UNICEF, "el impacto del cierre de las escuelas ha sido devastador a nivel mundial, afectando los aprendizajes, la protección y el bienestar de niños, niñas y adolescentes. La evidencia muestra que son los chicos y chicas más vulnerables quienes sufren las peores consecuencias". Cambio de conductas, dificultades para detectar situaciones de violencia familiar, trastornos en el aprendizaje y en el desarrollo emocional son algunos de los aspectos que alarman a los especialistas.
En esta línea, la organización manifiesta que no hay estudios que den cuenta de que la escuela sea un "entorno de propagación alta". Aparte de estudios puntuales en diversos países, señala que un "estudio global que registró los datos sobre el cierre de escuelas y su posterior reapertura en 191 países no mostró asociación alguna entre la situación de las escuelas y las tasas de infección por COVID-19 en la comunidad".
Ambas líneas parecen fundamentales a la hora de pensar la presencialidad en la educación. Especialmente teniendo en cuenta que la pandemia causa impacto negativo a largo plazo en los niños, especialmente en aquellos que viven en contextos vulnerables. Según un relevamiento realizado por UNICEF y Save The Children, hay "aproximadamente 150 millones más de niños viviendo en situación de pobreza multidimensional -sin acceso a educación, atención médica, vivienda, nutrición, saneamiento o agua- debido a la pandemia de COVID-19".
Un mapa confeccionado por la organización muestra cómo fue la educación en el mundo durante el último año, atravesado por la pandemia de coronavirus y las consecuentes cuarentenas en todo el mundo. Mientras el promedio de tiempo que las escuelas permanecieron cerradas fue de 14 semanas, en algunas regiones asciende a más de 29 semanas (no en el promedio nacional, sino considerando los cierres localizados).
Los países de América Latina y el Caribe son los que mantuvieron las escuelas cerradas por más tiempo. En Argentina la presencialidad fue casi nula durante 2020 y aunque diferentes gobiernos han dado fechas concretas para el inicio en forma presencial del nuevo ciclo lectivo, hay indicios de que el mismo aún está en riesgo.
En este contexto, Soledad Acuña, ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, ratificó que el año lectivo comenzará en CABA de forma presencial el 17 de febrero. La mayoría de las provincias, por su parte, han anunciado que el regreso a las aulas se efectuará durante los primeros 15 días de marzo.
En este marco, Nicolás Trotta, ministro de Educación, convocó a reunión a los miembros del Consejo Nacional de Educación. Será el primer encuentro presencial en casi un año, y coincidirá con un debate paralelo con los representantes del área de salud, con el fin de establecer operativos de vacunación para personal docente y no docente. Mientras tanto, siguen vigentes los puntos establecidos en junio.
El colectivo Docentes por la Vuelta a Clases publicó en su sitio web una serie de aspectos a tener en cuenta para recuperar la presencialidad en la educación argentina. "Necesitamos tener un plan claro para que se retomen, lo antes posible, las clases con un 100% de presencialidad en todo el país", reclaman.
Entre sus requisitos incluyen: