En un mundo obsesionado con las pantallas y la inteligencia artificial, el pequeño fabricante británico Ariel responde con un grito mecánico: el Ariel Atom 4RR, su modelo más extremo. Con una producción limitada a 25 unidades es la manera que eligió la compañía para celebrar su 25° aniversario.

El corazón del nuevo Atom 4RR es un motor 2.0 turbo de origen Honda, derivado del Civic Type R FL5 (K20C1). Gracias a un nuevo turbo más grande, sistema de admisión mejorado, intercooler sobredimensionado y escape de competición, la potencia trepa hasta los 532 caballos (530 bhp) a 8.000 rpm, con un par motor estimado cercano a los 500 Nm.
El paquete se completa con caja secuencial de seis marchas con levas al volante, control de tracción ajustable, frenos AP Racing y llantas forjadas con neumáticos semi slicks.
Lo que empezó en el año 2000 como una locura con ruedas, sin parabrisas, sin puertas y con un chasis a la vista, hoy se convierte en un artefacto de competición con prestaciones de hypercar y peso de karting. La báscula señala apenas 700 kilogramos. Esto otorga una relación peso/potencia de 1,32 kg/CV, mejor que la de un Bugatti Chiron (1,52 kg/CV) o un McLaren P1 (1,49 kg/CV).

Visualmente, el 4RR mantiene el icónico chasis tubular expuesto, construido en acero de alta resistencia y recubierto en pintura epoxi. Pero ahora incluye refuerzos estructurales para mejorar la rigidez torsional. Además utiliza suspensiones Öhlins TTX ajustables y nuevos componentes aerodinámicos como splitter delantero, alerón trasero y pontones laterales que mejoran la refrigeración y el downforce.
Todo esto permite que el 4RR no solo sea más rápido en recta, sino también más eficaz en curvas rápidas. Acelera de 0 a 100 km/h en 2,5 segundos; mientras que la velocidad final de 274 km/h.
El volante, también de competición, tiene levas de carbono, botones para mapa motor, control de tracción, luces y pit limiter. El asiento es fijo, tipo bucket, con arnés de 6 puntos, y el pedalier es ajustable.
Cada unidad se fabrica a mano, y el cliente puede definir la configuración de suspensiones, color del chasis, detalles aerodinámicos y hasta la relación final del diferencial. El nivel de personalización es prácticamente de auto de carreras. Ligero, brutal y honesto, es el regalo perfecto para quienes entienden que, a veces, menos carrocería es más adrenalina.
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