En el universo del lujo, la diferencia está en los detalles. Y cuando se trata de vehículos capaces de despertar más miradas que una supermodelo en Cannes, Lamborghini sabe exactamente qué botones tocar. No se trata solo de potencia, velocidad o diseño: lo que distingue a la marca italiana es su obsesiva devoción por la personalización.

De hecho, hoy la marca de Sant’Agata Bolognese ofrece más de 400 colores diferentes para vestir a sus superdeportivos. Cuatrocientos. Algunos con nombres que parecen salidos de un poema futurista: Blu Cepheus, Arancio Xanto, Viola Pasifae. Otros, como el Verde Scandal, cargan con una historia tan jugosa que merecería una serie en Netflix.
Para encontrar el origen de este tono que brilla como una esmeralda bajo el sol mediterráneo, hay que viajar al final de los años sesenta. Era la época en que Lamborghini estaba escribiendo su leyenda con el Miura, un deportivo de formas casi sensuales que cambió para siempre la manera en que el mundo veía a los autos deportivos.
Cuentan -porque esto, como todo mito, se transmite en susurros de pasillo- que una mujer llegó un día a la fábrica con un deseo tan específico como audaz: quería su Lamborghini pintado exactamente del mismo color que su vestido. No era verde manzana. No era verde botella. Era su verde. Un tono imposible de encontrar en la paleta tradicional.
El encargado del área Ad Personam (así se llama el programa de personalización que Lamborghini ofrece a sus clientes más exigentes) le pidió una muestra. La mujer, sin dudarlo, se quitó el vestido y se lo entregó. Así, sin más. El vestido quedó, ella se fue en ropa interior y el equipo de pintura recibió una lección de estilo, libertad y osadía.

Nació así el Verde Scandal, nombre que homenajea no solo el tono, sino el momento irrepetible que lo originó. Escándalo y elegancia, en partes iguales. Porque no hay nada más refinado que desafiar las reglas con gracia.
El tiempo pasó, pero algunas historias no se oxidan. En 2024, Verde Scandal volvió a ser protagonista. No en un Lamborghini, sino en una Ducati Panigale V4, presentada durante la Milan Design Week. ¿La inspiración? El Lamborghini Revuelto, primer auto híbrido de la marca, símbolo de un futuro que ya llegó. Sí, incluso en la era eléctrica, el escándalo sigue siendo parte del ADN italiano.
La Ducati, pintada con ese verde encendido que parece fluorescente al atardecer, no solo homenajea al Revuelto. También es una muestra de cómo la moda, la historia y la tecnología pueden fusionarse en una máquina que acelera a más de 300 km/h sin perder ni un gramo de glamour.

En un mundo donde el lujo tiende a la uniformidad, Lamborghini decidió ir en sentido contrario. Su programa Ad Personam no es un simple catálogo de opciones. Es un verdadero atelier automotriz, donde los colores pueden nacer de una corbata, un cuadro o —por qué no— un recuerdo.
El proceso se desarrolla en la misma sede central donde la marca comenzó su historia en 1963. Todo queda en casa: desde los primeros bocetos hasta la elección del cuero, las costuras y los tonos exactos de la carrocería. Todo Made in Italy, por supuesto. Porque si algo no se negocia, es la elegancia.
Hay clientes que piden colores inspirados en su colección de arte. Otros traen piedras preciosas, flores o hasta la peluca de un personaje de anime. Nada es demasiado raro para los artesanos de Lamborghini. Y si bien el Verde Scandal es uno de los más recordados, hay otros tonos con anécdotas igual de jugosas, solo que aún permanecen en el más estricto secreto.
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