En 1925 el primer ejemplar del Rolls-Royce Phantom salió de la histórica fábrica de Derby para convertirse en el automóvil más distinguido del mundo. Para conmemorarlo, la firma británica ha creado una edición irrepetible: el Phantom Centenary Private Collection, una serie de apenas 25 unidades concebidas como piezas de colección.
Cada unidad resume un siglo de artesanía, precisión y un lujo que nunca necesitó demostrarse. Con un valor de 2,5 millones de libras (unos 3,3 millones de dólares), este modelo no busca impresionar por su precio, sino por su significado: cien años definiendo lo que el mundo entiende por elegancia sobre ruedas.
El Phantom Centenary combina tradición y modernidad con la precisión de un reloj suizo. Su carrocería luce un acabado de dos tonos, Super Champagne Crystal junto a Arctic White o Black, evocando las combinaciones bicolor que definieron el estilo de los años treinta.
La pintura incorpora diminutas partículas de vidrio que aportan un brillo perlado inédito, mientras que el mítico emblema Spirit of Ecstasy recibe un tratamiento ceremonial: esculpido en oro de 18 quilates y chapado en oro de 24, con una inscripción especial que marca el centenario del Phantom.
Por primera vez, el logotipo frontal “RR” aparece esmaltado en blanco y oro, y las ruedas muestran 25 líneas doradas pintadas a mano, una por cada unidad producida. Cien en total, un guiño directo a los cien años que cumple el modelo.
En el interior, el Phantom Centenary lleva el arte de la personalización a un nuevo nivel. Los asientos traseros presentan un diseño de tres capas que combina impresión de alta resolución, bordados dorados y retratos de siete propietarios históricos del Phantom, desde aristócratas británicos hasta celebridades contemporáneas.
El trabajo de tapicería, inspirado en la sastrería de Savile Row, abarca 45 paneles confeccionados de forma totalmente artesanal. Cada costura, cada puntada y cada textura fueron elegidas con un sentido narrativo: contar cien años de historia sin pronunciar una palabra.
En los asientos delanteros, grabados por láser recuerdan momentos clave en la evolución del modelo, como el Roger Rabbit, nombre en clave del Phantom de 2003, o la gaviota del prototipo original de 1923.
El lujo continúa en la consola central y las puertas, donde Rolls-Royce introduce una técnica tridimensional de marquetería con aplicaciones en hoja de oro de 24 quilates. Las piezas, pulidas a mano, representan paisajes y escenas vinculadas a la historia del Phantom.
Debajo del capó, el motor V12 biturbo de 6,75 litros sigue siendo la joya mecánica de la casa. Su comportamiento, tan poderoso como silencioso, mantiene intacta la esencia de un modelo que desde sus orígenes fue sinónimo de suavidad y distinción.
Las 25 unidades ya fueron adquiridas por coleccionistas seleccionados, muchos de ellos propietarios de generaciones anteriores del Phantom, garantizando que este centenario quede en manos que comprenden su significado.
El Phantom Centenary Private Collection no es solo un auto conmemorativo: es la síntesis de un siglo de excelencia británica. Desde su primera versión en 1925 hasta el actual Phantom VIII, el modelo ha sido el automóvil elegido por reyes, artistas y líderes mundiales.
Para Rolls-Royce, celebrar este centenario es reafirmar una filosofía que sobrevive al paso del tiempo: la del lujo como forma de arte y el automóvil como espacio de silencio, equilibrio y perfección.
Cien años después, el Phantom sigue siendo lo que siempre fue: el punto más alto del lujo sobre ruedas.
