Los 90 fueron una década de moda audaz, ostentación desmedida y figuras icónicas, y entre ellas, Daniel Rossi (54), el supermodelo argentino que brilló con luz propia. Indomable, andrógino y de sutil belleza originaria, les quitó el sueño a los fotógrafos, se puso en un bolsillo a los grandes del diseño y descolló como protagonista de grandes campañas de moda internacionales.
Lo descubrieron en una playa en Miami (donde vendía fotos con una víbora gigante a dos dólares), debutó en un comercial con Raquel Welch (1940-2023), se codeó con Naomi Campbell y la crème de la crème del showbiz y hasta hizo escenografías para la Rolling Stone junto David Lachapelle.
Pero más allá de las pasarelas y el glamour, hay un capítulo en su vida del que se habló mucho pero pocos conocemos a fondo: su intenso romance con la reina del pop, Madonna. Entrevistado por GENTE, Rossi devela como nunca antes los secretos detrás del personaje, los celos de la indiscutible Material Girl, las batallas del ego, el "fuck you" que marcó el fin y cómo un encuentro fortuito cambió su destino, sin que él, todo un "buscavidas", perdiera jamás su esencia.

Daniel Rossi: el elegido por la Reina que hoy escribe su historia
La primera vez que Daniel la vio, o más bien, que sus caminos se cruzaron, no fue en un casting glamoroso ni en una fiesta VIP. Él estaba en las playas de Miami, ganándose la vida de una manera muy particular: haciendo fotos con una serpiente de 2,60 metros que había comprado en una veterinaria y llevaba en un bolso amarillo. Cobraba dos dólares por una polaroid. Fue así como una fotógrafa lo descubrió y le propuso ser modelo, a pesar de que él hablaba muy poco inglés. Según cuenta, sólo le entendió la palabra "picture".
Esa misma fotógrafa, la que lo lanzó al estrellato, fue clave para que Daniel entrara en la órbita de Madonna. Ella tenía la propuesta para ser la directora del video musical, pero finalmente eligieron a otro realizador. Sin embargo, la suerte ya estaba echada para Daniel. "La producción y Madonna vieron mi foto y yo seguí quedando como el protagonista de eso, digamos", cuenta Rossi, y así, sin casting ni rodeos, él se adueñó del papel.
De pronto, y sin buscarlo, la vida del joven de Capitán Sarmiento (Provincia de Buenos Aires) que había aterrizado en Estados Unidos sólo por aventura se entrelazó con la de una de las figuras más grandes del planeta. Más tarde llegarían las adicciones a las drogas, al juego y al alcohol. Pero revivamos con él el momento en que su relación con la reina del pop se pasó de tóxica.

Para Daniel, conocer a Madonna no fue un shock de fan. Lo que más le impactó de ella, y esto es un dato que desarma cualquier prejuicio, fue "lo dulce que era". No se enamoró de ella, pero esa dulzura fue un rasgo que lo cautivó. Además, la percibía como "divina" y, obvio, que lo doblara en edad le resultaba aún más atractivo en ese momento.
–Entiendo que te tomes todo con tanta naturalidad, pero bueno, no cualquiera puede estar con un ícono como ella. ¿Qué significó para vos conocerla y vivir un romance con ella?
–No, obvio. Ella era doce años más grande que yo... La bailé en los 80, eso sí, tal como lo bailé a Michael Jackson. Más que nada la bailaba porque sonaba en todos lados.
–¿Es decir que te gustaba más Michael?
–Digamos que sí. Pasa que conocerla a Madonna como artista y en la vida fueron cosas distintas.
–¿Cómo fue?
–Vivir con ella en la cotidianeidad y tener un vínculo como el que teníamos... ¡Vas a tener que comprar el libro! Bueno, no, te lo voy a regalar.
–Dale, pero no voy a esperar, necesito que me lo cuentes ahora, ¿ok? (risas).
–Lo primero que se me viene a la mente contarte es que cuando sacó Sex (N.d.R.: el libro era un compendio de fotos explícitas que retrataban sus fantasías sexuales, a cargo de Steven Meisel, y fue un escándalo), básicamente no tiene nada que ver con su vida. Ni siquiera en ese momento. Ella arma un personaje y se va adaptando, renueva su imagen como en una vuelta de página década a década. Toda ella es una cantidad de personajes que se fue armando con los años, personalidad incluida.

Cómo era vivir en la corte de la Reina: dulzura y "maternidad" aseguradas, pero también control... y ¿obsesión?
–¿Qué tan diferente es Madonna puertas adentro?
–Y... en la casa no es la misma que en un escenario. Hay gente que sí; yo he visto cantantes famosos que son igual todo el tiempo, eh. ¿Sabés lo que es sostener un personaje así, siempre arriba? Ella era re tranquila, ni siquiera observadora. Ahora... con la gente con la que trabaja, quien da un paso en falso queda en el camino.
–En ese nivel, la lealtad y la discreción son cosas básicas...
–Sí, en esos casos siempre queda todo dicho. De hecho, cuando algo se escapa o se filtra siempre hay algo atrás.
–¿Y a vos qué te pasó cuando trascendió tu relación con ella? ¿Era algo que te molestó y te tuviste que bancar? Porque viste que hoy es algo que hasta muchos explotarían.
–No fue de parte mía. Esto lo difundió en su momento un periodista que me siguió en Los Ángeles y que después me hizo una entrevista para Clarín (N.d.R.: Horacio Convertini). Hace unos años me contacté con él y le escribí por redes, porque él volvió a mencionar algo de ese momento.
–¿Y qué te dijo?
–Yo le dije: "¿Y vos qué sabés para estar hablando de estas cosas si yo nunca conté nada?". Me dijo que me había estado siguiendo y que me fue a ver para esa nota. Yo no me acuerdo. Cuando me contó me describió todo lo que hacía al entrar y salir de la mansión.

La jaula de oro: celos, boicots y un "Fuck You" en la cima del mundo
–... Claro, te estuvo haciendo la típica guardia. ¿Es cierto que Madonna te frustró la carrera de modelo?
–Sí. Porque ella era celosa y no quería que yo me expusiera tanto, entonces me boicoteaba.
–¿Pero llamaba por teléfono para que te bajen de campañas?
–Y... yo me lo supe porque la agencia me dio la información. Me dijeron que tenía un trabajo para una revista con Claudia Schiffer, y Madonna se odiaba con ella. Entonces me dijeron: "Tenías eso, pero te lo cancelaron". Después me llamó Ingrid (Casares), la secretaria, para decirme: "Te necesitan acá". Pero fue sin argumentos.
–Llegaste a convivir con ella en su mansión de Los Ángeles. ¿Cómo fue eso?
–Si bien después viví por mi cuenta, sí, al principio me quedé a vivir con ella. Básicamente porque no conocía el lugar y ahí fui a hacer el video de Rain. A mí siempre me llevaban y me traían en un Mercedes Benz de esos antiguos de los 60, que me seguía todo el día. Hasta me bajaba a hacer los castings y me llevaba de regreso a la casa.

–Ah, bueno, casi secuestrado por Madonna (risas).
–Una cosa así (risas). Después me compré una moto y adquirí un departamento. En ese momento no veía todo tan claro, pero después me di cuenta de otras cosas. De hecho, me pasó algo con Peter Savic, su histórico peluquero, con el que trabajó más de 20 años.
–Contame.
–Yo no sé si había una histeria con ella porque él era gay o qué, pero él siempre me presentaba modelos, aunque nunca concreté nada... ¡Hasta me llevó a una fiesta de Cher! Entonces Madonna se enteró de que me movía con él paralelamente, así que lo despidió. Nunca más trabajó con ella y se le cayeron muchos trabajos. Aún seguimos hablando, y quedó resentido con eso.
–¿Solo por tu amistad con él se ponía celosa?
–Bueno, con él solo no, también con la secretaria. Pero no aguanté más.
–¿No habrás coqueteado también con la secretaria, no?
–No no (risas)... Bueno, ¿te cuento o no del día en que me enojé y del final con Madonna? Me acuerdo que yo estaba en un cuarto piso de un edificio en Utah. Y había unos cactus altísimos, de no sé cuantos metros. Ahí le dije "Fuck you, señora". Y le corté el teléfono.
Del punto cúlmine con Madonna, a si se enamoró y qué pasó cuando se la encontró tiempo después
–¿Pero discutieron?
–No, pero se lo dije cuando supe lo de la revista.
–Ah, le blanqueaste que te habías enterado que te bloqueó laburo.
–Bueno, no llegué a decirle todo eso porque no sé si era capaz de darle toda esa explicación en inglés. Pero bueno, me decía: "¿Cuándo volvés?", "¿con quién estás?". Y yo quizá venía de hacer fotos con una chica. Pero después la vi mil veces más.
–Es decir que se peleaban un toque y regresaban, una cosa así.
–Claro. Ella nunca me mandó a cagar ni nada.
–¿Y se puede preguntar cómo era la intimidad?
–Lo respondo con lo que alguna vez le dije a una amiga: "Te elijo por lo apasionante que sos conmigo". Y yo no sé discernir la pasión del amor.

–¿Y de Madonna te llegaste a enamorar?
–Me encantaba lo dulce que era.
–¿Era dulce o más bien maternal?
–Y... ella era más de diez años mayor y era divina. Hoy veo una de 32 y me quiero matar porque veo a mi hija (Alessia: acaba de cumplir 18 y vive en Milán con su madre, Ilona).
–¿Y con Madonna siguieron hablando?
–La vi en muchos conciertos, y también en Argentina y en los Ángeles. Cuando vino acá a hacer el musical de Evita, coincidimos en un restaurante. No se lo esperaba, pero la saludé.
–¿Apareciste ahí con quien es hoy tu exmujer?
–Y sí, mis parejas se bancaron todo, pero bueno... era Madonna.
Qué es de la vida de Daniel Rossi en la actualidad
Daniel Rossi no dejó nunca de ser un buscavidas. A los 54 años, instalado nuevamente en Capitán Sarmiento y bajo el mismo techo que su madre, el exmodelo argentino que en los noventa deslumbró a Madonna hoy se mueve entre la sencillez de los días de pueblo y la intensidad de una memoria que todavía late salvaje. “Me siguen tirando historias de la cabeza como fuegos artificiales. Por eso estoy escribiendo mis memorias: necesito ordenar todo este torbellino”, reconoce, con la sonrisa de quien sabe que su vida fue cualquier cosa menos previsible.

La fama no le dio manuales para manejarse con la plata ni con las tentaciones. Él mismo lo admite: “Nunca fui bueno con el dinero”. Entre pasarelas, romances rutilantes y noches interminables, Rossi conoció las mieles de la exposición y también sus sombras: reiteradas internaciones en clínicas de rehabilitación -varias veces por consumo de droga y una última y más reciente por alcoholismo- que, según dice, le enseñaron más sobre sí mismo que cualquier otra experiencia que tuvo que atravesar.
"Salí de un psiquiátrico con 98 kilos, nunca había engordado. Bajé 27. Me cansé de estar tirado en una cama y elegí un lugar porque era muy lindo el gimnasio", cuenta con total honestidad al tiempo en que aclara que hay "sitios de terror" a la hora de internarse. "Aunque , si vas a estar en la cama con una botella al lado, siempre es lo mismo, sea donde sea", agrega sobre su adicción con el alcohol. "Vos tomás y quedás arruinado, pero cuando ya sos alcohólico al día siguiente no tenés más resaca y seguís tomando. Eso es si no temblás", narra a flor de piel cuando se refiere a un oscuro espiral que hoy puede analizar con distancia y herramientas.

Después de su última externación, como no encontró un propósito ni quería retomar la idea de tener un trabajo normal, se quedó cinco meses más en la lavandería de la fundación ayudando con la ropa de otros internos. Su compromiso con otros excompañeros que recaen lo convierte en motor para reforzar su persistencia. Sabe que su hija Alessia estará orgullosa de lo que logró. Su resiliencia es tal que nos envía un video reciente en el que asistió a un amigo al tiempo que vaciaba una botella de whisky en el inodoro.
Hoy, mientras experimenta una profunda introspección, su vida está dedicada a la recuperación y a su nuevo proyecto: el libro. "Me gustaría que cuente la historia de mi niño interior, de dónde soy y cómo fui viviendo todo desde un plano emocional, no tanto mental", revela. El confinamiento por la pandemia fue el catalizador que lo llevó a abrir su computadora y empezar a escribir en su totalidad la primera parte de lo que serán sus memorias. "Tuve como una inspiración desde escritor hasta las 15 páginas, que me salió así", señala con un gesto de velocidad, a la par de que revela que, a pesar de que la escritura le fluye, la tarea es un desafío emocional.

Fotos: Gentileza Raúl de Chapeaorouge, archivo Atlántida y archivo personal de D.R.
Agradecemos a Alex Margulis, Sastrería Blue Label, Visteramon y BBQ Texas


