La artista de 71 años repasó en diálogo con Revista GENTE el extenso proceso por medio del cual logró formar una familia cuando tenía 52. "Al principio ella me decía señora Luisa", cuenta emocionada. Hoy, la joven tiene 18 años, es la luz de sus ojos y estudia Licenciatura en Criminología y Balística.
Hace casi veinte años Luisa Albinoni (71) comenzó una historia de amor y entrega. En ese entonces, la querida artista tenía 52 años, las ganas de ser madre y la imposibilidad de concretarlo por una cuestión biológica. Fue así como llegó Verónica, la muchachita que vino a iluminar su vida a partir de 2012. Pero no fue tan simple. Todo se produjo después de una intensa lucha (y agotadora, por momentos) en la que sorteó los interminables trámites para recibirla en el hogar.
“El hecho de adoptar nunca fue una opción. Ya desde chica admiraba a las personas que adoptaban. Me parecía algo maravilloso, siempre me interesó el tema y después la vida, con la pérdida de un hijo a los 19 años y después dos embarazos más que no llegaron a término y mi edad hizo que tomara la decisión de la formar una familia de esta forma. Desde que inicié los trámites hasta que ella llegó a casa pasaron nueve años”, comienza a relatar en diálogo con Revista GENTE.
-Si, tenía 52 años y frente al pedido del que era mi pareja en ese momento desde hacía 10 años de hacer una fertilización asistida, lo cual por razones de salud y por mi condición física no podía hacerlo, resolví emprender esta travesía. No quería dejar pasar más tiempo para ser mamá, porque siempre quise serlo… pero ese hecho también trajo aparejado que terminara la pareja porque él no estaba de acuerdo con la adopción y fue un momento difícil porque no había muchos casos monoparentales.
-Es un tabú. Creo que el tema es que no se quieren adoptar niños más grandes porque hay una historia: traumas, dolor y situaciones para tratar psicológicamente. Hay que estar fuerte para eso. La gente prefiere un bebé porque piensa que tiene menos historia de dolor, menos sufrimiento o feos recuerdos. Pero bueno, todo va pasando y se va logrando y se va superando, se va hablando y se llega a buen puerto. Yo aconsejo la adopción de los niños un poquito más grandes y es cierto que vienen grandes esperando ser adoptados, sin posibilidad de tener una familia. Una lástima, de verdad.
-No fue fácil. Primero tiene que aparecer el feeling, conocerse, tiene que haber una aceptación. La previa consta de un tiempo de conocimiento donde vos visitás a esa criatura, tenés el permiso del juez para pasear, entablar lazos y ver qué posibilidad hay de que se entiendan ambas partes. Vos adoptás a un niño, pero el niño te adopta a vos. Lo primero que te preguntas es: ¿Me querrá? ¿Finalmente me dirá mamá? ¿Cómo será? Todas esas dudas con el tiempo se van disipando, esos temores van desapareciendo y el amor y el corazón es lo que prima en esto.
-Si, aunque había varias mujeres que habían adoptado en soledad. Lo que no había eran casos de varones.
-La mayoría de los comentarios siempre fueron buenos, no falta aquel que te dice, “uy no tenés miedo, mira que yo conozco este caso, lo que le pasó, pensá porque no es tu sangre, porque no son tus genes, que por ese hecho fue que terminé la pareja”. Ese tipo de cosas y de prejuicios, pero la mayoría de los comentarios fueron buenos. La gente siempre me expresaba alegría y con felicidad de que lograra ser mamá.
-Te cuento algo: ella me decía “señora Luisa” y yo esperaba ese en el que me diga “mamá”. Y llegó. Casi me desmayo, tuve que disimular porque lo dijo tan naturalmente que creí que me desmayaba. Me vine corriendo a la cocina a llorar acá con mi hermana. Fue hermoso porque lo dijo así desde el corazón y yo no le exigí nada.
-¡Divina! Ahora en enero cumple los 19 años. Me dio muchas satisfacciones que no esperaba en el colegio porque fue muy buena alumna. Son cosas que me sorprendieron gratamente y es una persona muy dulce, muy compañera que tiene su carácter, pero nos entendemos. Ya no es una adolescente, es una mujer y estudiar, bueno, ha querido estudiar y ha hecho cursos de todo. Ahora está con el tema de Licenciatura en Criminología y Balística, muy enganchada.
-¡Soy una madre bastante hincha pelotas! Soy muy de dar consejos, de contar cómo es todo, de los peligros. Hablamos muchísimo de sexo: no hay ningún tema tabú ni prohibitivo del que no se pueda hablar abiertamente. Lo que le digo siempre es que sea feliz, que no haga nada que no le guste, que no permita que la avasallen, que la cosifiquen, que la quieran abusar, que la quieran amedrentar… le doy valores como. Tiene una personalidad muy fuerte así que está muy bien puesta y parada frente a la vida, pero tendrá sus experiencias con el tiempo y mis consejos son de cuidado constante.
-Por supuesto, en cuanto me enteré lo felicité. Le deseo lo mejor, me pareció un hecho maravilloso. Hacía tiempo que me hablaba de su idea de ser papá y siempre me preguntaba cómo había sido mi caso. Le dije que contara conmigo para lo que fuera. Estaba y está feliz. Va a ser un gran papá.
-No sé si soy la indicada para recomendar algo, lo único que le podría decir es que lo disfrute minuto a minuto porque el tiempo pasa rapidísimo. Verónica tenía cinco o seis añitos y ya es una mujer y pasó tan rápido todo. Los hijos necesitan ser escuchados, a veces no nos damos cuenta, pero que lo disfrute sobre todo y que sea feliz y que le permita a su hijo que sea feliz también. Compartir todo con el amor es lo más maravilloso del mundo, ser mamá, ser papá.
Fotos: redes sociales y archivo personal.