En una entrevista íntima con GENTE en el marco del estreno de la serie de Star+, la actriz aseguró que interpretar a Eva Duarte fue uno de los grandes desafíos de su carrera. Cómo se preparó, de qué forma la ayudó en casa Ricardo Mollo y qué espera para el futuro profesional de Atahualpa, el hijo que tienen en común.
“Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20.25 horas ha fallecido la señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación". Esa fue la frase que resonó la noche del 26 de julio de 1952. Moría una figura política y nacía el mito. Se cumplen setenta años de aquella jornada que vuelve a tomar protagonismo este martes con el estreno de “Santa Evita” en la plataforma Star+.
La Evita de Natalia Oreiro muere apenas empieza “el primer capítulo de la serie que se encuentra basada en el libro homónimo de Tomás Eloy Martínez en donde, si bien se cuenta la vida de la ex primera dama, se repasa especialmente todo lo que ocurrió después de su muerte y su cadáver que estuvo desaparecido y fue profanado durante 16 años.
“Fue un gran compromiso. Lo hice con mucho amor y corazón. Es una enorme responsabilidad porque, sin dudas, es la figura política mujer más importante de Argentina y Latinoamérica”, dice la actriz en una entrevista exclusiva con GENTE a la hora de hablar de lo que significó para ella representar un personaje tan clave en la política de la región.
“Para componer el personaje hice una búsqueda alucinante de material fílmico, audiovisual. Quería escucharla. Después empece a trabajar con dos coaches que me acompañaron en todo el proceso -María Laura Berch (actoral) y Mariana Berch (vocal)”, cuenta la actriz que comparte elenco con Darío Grandinetti, Ernesto Alterio, Francesc Orella y Diego Velázquez.
-En realidad me llegó la propuesta de hacer un casting porque se estaba buscando una actriz para que la interpretara. Dije: ‘Bueno’. Quería ver si había algo de mi color como intérprete o de mi energía que a los directores -Rodrigo García y Alejandro Maci- les podía parecer que lo podía hacer. Uno va a un casting nervioso y con poco tiempo de preparación. No es lo mismo la búsqueda de un personaje que te lleva meses que un casting de una semana, pero me entregué a que el destino decidiera. Cuando me dijeron que sí, la sensación fue: ‘No lo voy a poder hacer, no se si tengo las herramientas’.
-Si. Lo más interesante fue que no me llamaran por mi nombre o por mi recorrido como actriz. Estaban buscando un color determinado y tuve que audicionar para ver si eso existía. Yo nunca había soñado con interpretarla. A pesar de que lo veía como un personaje increíble, no sé si estaba preparada para hacerla. Así que hacer una prueba, en cierta medida, me dio seguridad.
-Quise que se vea ese magnetismo, ese poder, convicción y valentía de una mujer que en la década del cuarenta y el cincuenta se animó a no tenerle miedo al poder para luchar por sus convicciones.
-Si, me genera admiración como mujer. Lo que me representa es el origen de ella. Eva estaba convencida de la necesidad de las personas porque la había tenido. Eso es lo más genuino. Después, todo lo que hizo fue importante: le dio entidad a las mujeres.
-Mucho. Era una mujer que siempre había admirado por todos sus compromisos sociales y la fuerza. Siendo tan joven, en una época en donde las mujeres no tenían esa posibilidad de ser, ella ha conseguido muchos derechos para las mujeres y los sectores más vulnerados.
-¡Todas! Hasta en las que no hablaba para mí fueron complejas. Interpretar a alguien que existió y tuvo tanto peso en la historia de un país es una gran responsabilidad. En ningún momento dije ‘en esta escena me relajo’ porque, incluso, cuando interpreto al cadáver de Eva, era tan fuerte lo que estaba sucediendo, que es difícil ser ajeno.
-No. A mi me atravesaba emocionalmente poder entender esa parte de la historia. Hombres en total posesión del cuerpo de una mujer. Eso es difícil de comprender. Muy doloroso. Cuando es derrocado Perón, se roban el cadáver de Eva porque es usado como un símbolo. Yo creo que la gente se va a preguntar a lo largo de la serie dónde está ese cuerpo.
-Es lo que se genera alrededor de esta historia que escribe. Para mucha gente fue real. Si bien estaba basada en hechos reales porque Tomás hizo una gran investigación, hay mucho de ficción.
Nacha Guevara, Laura Novoa, Julieta Díaz, Eleonora Wexler, Julieta Cardinali y Madonna, en el plano internacional, son algunas de la estrellas que se han puesto en la piel de la reconocida como la “abanderada de los humildes”. A esta lista ahora se suma la artista rioplatense que trabajó para ponerle su esencia a este icónico personaje.
-Yo vi todos sus trabajos. Me baso más en lo que hicieron las actrices argentinas. Es reconocer que todas tienen en su trabajo algo de Eva, un color particular. Yo veo a Eva cuando las veo y me dio cierta esperanza de encontrar a mi propia Eva.
-Julieta Díaz un día me dijo que no trate de imitarla. Ese consejo fue maravilloso porque lo peor que puede hacer un actor es hacer una imitación. Más allá de que yo hice un trabajo vocal, físico y también hay algo estético, sería como un recorte muy grueso. Hay que trabajar más en la sutileza, lograr meterse en ese momento y tratar de pensar como ella. Es muy difícil lo que estoy diciendo.
-En casa estaban muy felices por mi porque sabían que era algo muy importante. Me tienen más confianza de la que yo me tengo. Por ese lado re bien porque me dicen ‘vos podés’ y yo no sé tanto si voy a poder. Eso habla de los grandes compañeros que tengo.
-En el caso de mi hijo, me acompaña desde la espera, el entender que los horarios (por el trabajo) son largos, que hay mucho ensayo… Y mi pareja me alienta, escucha y hasta me grababa para que yo pudiera ensayar. De eso se trata. Es el amor que uno le pone a lo que hace, que es mi vocación de actriz, y el amor de quien te acompaña y se pone feliz por tus logros.
-¡Siempre son ese motor! Aceptar, acepté inmediatamente. El hecho de ir al casting daba por hecho que quería hacerlo. Pero con la confirmación, vino el miedo lógico que podemos tener ante la llegada de algo importante.
-Por ahora no. Lo veo muy él. Le gusta mucho lo que hacen sus padres, nos acompaña un montón, pero no ha expresado abiertamente que quiere hacer algo relacionado a lo nuestro. Le gusta de todo un poco. Tiene diez años y va experimentando. Yo quiero que sea feliz en lo que elija ser, tal como mis papás fueron conmigo.
-Un poco como todas las madres o padres trabajadores. Uno se divide los cuidados. Atahualpa es un niño que me acompaña mucho en mis trabajos, pero ya está en la escuela y no puede faltar tanto. Viaja conmigo, vamos y venimos. Hacemos malabares. Yo tengo una vida ordinaria con un trabajo extraordinario. Fuera de las luces, el maquillaje, el vestuario… esto es algo que elegí hacer y es increíble que me paguen por hacer esto. Aunque los horarios de esta profesión sean raros, uno tiene que ponerse ciertos límites para que su vida sea una cosa normal… ¡más cuando sos mamá!
-¡No sé! (risas) Espero ser una buena mamá. Intento ser lo mejor que puedo, pero me falta mucho para ser lo que a mi me gustaría. Voy aprendiendo y tengo un hijo maravilloso al que le tocó esta madre.
Fotos: Diego García y gentileza Star+