El artista se confeso en diálogo exclusivo con GENTE.
“Lo que me define es ser resiliente. Me han pasado muchas cosas, pero siempre salí adelante. Soy un luchador que no paró de golpear puertas”, comienza diciendo Pepe Cibrián a la hora de definirse en una entrevista exclusiva con GENTE.
“Papá era un gran luchador, pero no tenía esa cosa que tenía mamá de la guerra y el hambre… el tenerse que adaptar como de lugar. El era un aristócrata que vivió como hijo de actores ricos y ella de actores pobres. Tuvo desde muy chiquita que trabajar y mantener a su familia, se exilió y luchó mucho. De mamá tengo la capacidad de intentar, de buscar la perlita a la historia y lograr mis objetivos”, recuerda.
-Muy solitaria. No por falta de amor, pero mis padres eran dos grandes figuras y hacían de todo: cine, teatro, radio y después se iban a comer. Llegaban a casa muy tarde. Yo iba a medio pupilo, mamá se levantaba muy tarde y a papá lo veía dos segundos. Cuando volvía a casa, a eso de las seis de la tarde, nunca estaban. De vez en cuando me dejaban ir al teatro para estar ahí. Era mi pasión.
-Tenía una niñera mexicana que fue quien me crio desde que nací hasta que tenía once años. La amo y la recuerdo. Después me criaron las mucamas… era una casa tan grande. Vivía en un petit hotel de tres pisos con entrada para caballos en Callao entre Alvear y Posadas.
-Los padres actores de ahora tienen como más conciencia, pero antes no estaba planteado social y culturalmente esa paternidad o maternidad. Mis padres me amaban con pasión. No lo reprocho, pero eso no significa que no lo haya padecido. Sufrí mi soledad. Eso me generó imaginar duendes, fantasías y situaciones que me permitieron crear. Me armaba mundos.
-Si (risas). Igual yo cuando era chico quería se Papa. No cura, Papa. Siempre protagonista. Uno tiene que poner las ambiciones al nivel que uno desea.