Desde hace unos años, el streaming ha cultivado un filón narrativo particularmente atractivo: dramas envueltos en un aura de glamour, riqueza ostentosa y paisajes exuberantes, donde la aparente perfección de una alta sociedad en decadencia se ve amenazada por un crimen o el misterio de uno.
Series como Big Little Lies y The Undoing sentaron las bases, pero fue The White Lotus la que consolidó esta fórmula, añadiendo una mirada satírica y un humor corrosivo para explorar la colisión entre millonarios y quienes los rodean.
En ese sentido, la recién llegada miniserie de Netflix, Sirenas se inscribe de lleno en esta tradición, ofreciendo una propuesta que resonará fuertemente entre los seguidores de la aclamada creación de Mike White.
Sirenas, creada por Molly Smith Metzler, se ambienta en la imponente Cliff House, una mansión en un acantilado de la costa Este de Estados Unidos, que sirve de reino para la enigmática y poderosa Michaela Kell.
Interpretada de forma impecable por Julianne Moore, Michaela es la figura central de este microcosmos de privilegio, donde las cámaras de vigilancia y las exigencias estrictas marcan la pauta para el servicio.
El detonante del conflicto, una figura clave en esta fórmula narrativa, es la llegada de Devon, interpretada por Meghann Fahy, conocida por los fans de The White Lotus por su participación en la segunda temporada.
Devon es la hermana caótica de Simone, la asistente personal 24 horas de Michaela, y su llegada desde Búfalo -directamente desde la comisaría- promete desenmascarar las verdaderas intenciones y los secretos manejos de la clase poderosa que habita la mansión.
Lo que hace a Sirenas una serie ideal para los fanáticos de The White Lotus es su enfoque en la exploración de ese pequeño mundo de riqueza y privilegios.
Además, al igual que en The White Lotus, bajo la superficie pulida hay secretos oscuros, ambiciones ocultas y una difusa línea entre relaciones laborales y una sugestiva condición de propiedad.
La miniserie logra un entretenimiento dinámico y divertido, que, si bien tiene elementos de drama e intriga (como el misterio de la primera señora Kell desaparecida), destaca por su retrato crítico y, en ocasiones, cómico de este particular estrato social.
