Ulises Bueno carga con un apellido que marcó para siempre la historia del cuarteto. Hermano menor de “El Potro” Rodrigo (1973-2000), ídolo inmortal de multitudes, eligió un camino propio en la música, lleno de luces y sombras. Hoy, a sus 40, habla desde un lugar distinto: el de alguien que atravesó la tormenta, que conoció la soledad, las adicciones, la parte oscura de la fama y los amigos del campeón y que hoy valora más que nunca el amor propio, la música y su familia.
El músico que tuvo que amigarse con la idea de trabajar sólo tres fines de semana al mes celebra sus 22 años de carrera con un nuevo Movistar Arena (escenario al que regresará el 30 de noviembre), pero lo hace desde otro lugar: sin sacrificarse al extremo, superando las inseguridades de no merecer el éxito (“Me costó mucho porque no hice ni el primario ni el secundario, y tampoco estudié canto”) y priorizando su vida personal.
En esta charla de tapa, el Ulises más transparente: ese que habla de su costado tímido e inseguro, de las marcas que dejó la ausencia de su padre (Eduardo) y de su hermano mayor, de lo duro que fue crecer sin guía y de cómo la música se volvió su forma de comunicación con el mundo. Y como pocas veces, aborda los temas más difíciles, las tentaciones superadas, la fuerza de su hija como motor de cambio y la fe como refugio. Ni más ni menos que la historia de un hombre que resultó ganador en su combate más importante: el interior.
De las inseguridades y su timidez a los retos más recurrentes que le hacía su hermano Rodrigo
–Con la parte de la exposición, de la promo, de ponerte lindo y arreglarte… ¿cómo te llevás con eso?
–Yo soy una persona muy sencilla. Me gusta andar en jogging, en ojotas, muy tranquilo. Cuando tengo que arreglarme reniego antes, pero una vez que estoy ahí, como en este momento, lo disfruto. Lo que más me cuesta es la previa: me pone ansioso, nervioso, me llena de dudas.
–¿Y a quién le pedís confianza en esos momentos de duda? ¿Tenés alguien cercano que te dé seguridad más allá de tu manager?
–La única persona que me acompaña es él. Me conoce hace muchos años y me da ese punto de seguridad. Obvio que soy una persona normal: todos nos miramos al espejo para ver si estamos bien, si nos sentimos cómodos. Pero tengo un equipo muy humano que hace que mi seguridad sea un poco más firme.
–Vayamos al arranque en la música 22 años atrás. Si pudieras hablar con ese Ulises iniciante, ¿qué le dirías?
–Uy, qué pregunta. Que disfrute. Que trate de salir de los nervios y del estrés que me genera la comunicación. Yo soy una persona muy tímida, introvertida, y de niño era mucho peor. Hoy me suelto un poco más porque estoy seguro de quién soy, de lo que logré y de lo que voy a hacer en mi vida. Entonces hoy estoy relajado, le diría: “Disfrutá, porque la vida pasa rápido”.
–Te costaba hasta firmar autógrafos al principio, ¿no?
–Muchísimo. Por las cosas que me han pasado siempre he sido muy muy cerrado. Siempre lo cuento: no tengo estudios primarios ni secundarios, ni de canto. Eso me hizo muy inseguro, porque no sabía cómo transitar esas situaciones. Y al perder a mi hermano tan joven, tampoco tuve una guía, un papá o un hermano mayor que me aconsejara. Me tuve que hacer solo.
–¿Cómo fueron esos inicios, teniendo un ídolo en tu casa?
–Muy difíciles. Yo tenía en casa a un ídolo de multitudes (el inolvidable Rodrigo), y a la vez era mi hermano, mi cómplice, mi amigo. ¿Y qué te puedo decir? Y éramos muy amigos a pesar de la diferencia de edad. Compartí con él todas mis etapas: me aconsejaba, me cuidaba de mis amigos más grandes, me retaba cuando veía cigarrillos o alcohol. Siempre trató de protegerme. Fue la persona que, hasta donde pudo, me ayudó a superar mis miedos.
–¿Y cómo lo recordás hoy?
–Con los mejores recuerdos. Estuve en su consagración en el Luna Park, cuando sacó Rodrigo 2000, cuando la gente empezó a disfrutar de su música tras tanta lucha. Lo vi llorar de frustración cuando las cosas no le salían bien y también festejar como un soñador. Lo disfruté en sus momentos más felices. Claro que la fama y el éxito le quitaron tiempo para la familia, pero lo recuerdo con alegría.
"Si querés ser artista, mirá a los grandes": del consejo del ídolo a los excesos, la oscuridad y los "amigos del campeón"
–Eso también te marcó en tu carrera… Me refiero a que podés trabajar distinto.
–Sí, después de tantos años de trabajo, estoy con la opción de tomar decisiones y poder optar por trabajar las veces que yo quiera, no las veces que lo demande el sistema. Hoy trabajo tres fines de semana al mes, dos shows por fin de semana. Me manejo equilibrado, puedo tener una vida normal y tranquila. Disfruto mucho de eso. Y también de logros: después del Luna Park llegó el Movistar Arena, ya hice uno (en abril pasado) y el 30 de noviembre vamos por el segundo. Es un momento muy lindo de mi carrera y de mi vida.
–¿Cuál es el consejo más importante que te dio Rodrigo?
–Me dio uno que en su momento no supe escuchar. Él me dijo: “Si querés ser artista, mirá a los grandes, porque los grandes tienen vidas sufridas, solitarias y llenas de excesos”. Yo atravesé todo eso. Por suerte hoy pude salir de la parte oscura y me encuentro con felicidad plena, disfrutando de mi familia, de mi hija, de mi trabajo y de mis tiempos libres.
–¿Qué grandes artistas miraste, como él te dijo?
–Soy muy admirador de Marc Anthony. Miré mucho la vida de Héctor Lavoe, de Charly García… artistas con vidas difíciles, solitarias, sufridas. Si uno quiere ser eso, tiene que ver cómo es el camino de verdad, porque está lleno de obstáculos.
–Y cuando estuviste en tu etapa más oscura, ¿cómo te veías a vos mismo en ese momento?
–Como una persona que se subió al escenario golpeada por la vida, que conoció los excesos de la noche y de los “amigos del campeón”. Cuando mi cabeza me hizo ver la realidad de que era una persona que sufría mucho y entendí que me estaba autolastimando, tomé la decisión de hacer rehabilitación, recuperarme y salir adelante. Hoy llevo dos años limpio.
La reinvención de Ulises: cambió "malas decisiones" por "el buen camino" que hoy lleva dos años
–¿Qué cambió en estos dos años?
–Todo. Empezás a disfrutar la vida. Deja de ser sufrida y encontrás momentos de felicidad en cada situación. Estoy rodeado de amigos sanos que quieren lo mejor de mí, de mi hermano (Flavio Bueno Olave), de mi representante Chicho, que es amigo desde los 8 años. Ellos me sostienen. Antes me rodeaban los amigos del campeón, que siempre querían algo más de uno. Tuve que decir “basta”.
–La fama tiene ese lado B con el que no es fácil lidiar…
–Sí. Se arrima gente que no es positiva. La fama pesa, te vuelve solitario. Si estás rodeado de malas compañías, terminás tomando malas decisiones. Y muchas veces te terminás alejando de las personas que te quieren. Si estás rodeado de buena gente, como ahora, disfrutás. Yo disfruto mucho de mi fama: de sacarme fotos con la gente, de convivir con ellos, de estar en un aeropuerto rodeado de 60 personas que me piden un abrazo.
–¿Y qué más descubriste en este camino?
–Que vas a ser más positivo cuando veas la vida con claridad. A veces no se ve a largo plazo, pero sí se puede. Yo soy un convencido de que sí se puede estar bien porque yo estoy en ese camino, en el camino del bien.
–Además de un refugio, ¿qué otra cosa fue la música para vos?
–Fue mi forma de empezar a poder comunicarme. Yo era muy tímido y a través de las canciones pude expresarme, mostrar lo que sentía. La música es todo en mi vida, es mi manera de contar mi interior y mis vivencias. Y obviamente que uno quiere cantarle a la gente y que conozca de nuestras historias…
–Imagino que es una satisfacción aún más grande cuando recibís aplausos por todo eso que pudiste superar en tu vida.
–De eso se trata y me pone muy feliz.
–Dijiste que le hiciste “trampa al sistema”. ¿Cómo es eso?
–Es que lleva mucho sacrificio llegar a decidir cuántos días trabajar. Hay que recorrer un largo camino. Yo distingo éxito de fama: el éxito es que te conozca tu público o personas de tu entorno musical; la fama es cuando te reconoce la abuela cuando está en la farmacia comprando los remedios a principios de mes o el chico en el súper. La fama es más pesada, pero te permite manejar tu vida. Hoy tengo 22 años de carrera y puedo decidir trabajar a mi manera.
Ulises Bueno: entre la fe y el motor definitivo de su recuperación
–¿En qué te apoyás para mantener ese equilibrio?
–En la fe. Cuando puedo voy a la iglesia, a la Difunta Correa en San Juan, a la Virgen del Valle en Catamarca. Voy a agradecer todo lo que me está pasando y todo lo que la vida me dio, a pesar de las cosas que me ha quitado. La fe siempre me sostuvo. Y fue importante para mí, porque cuando te encontrás en situaciones difíciles en tu vida uno siempre pide ayuda para salir adelante. Y creo que eso se trata, ¿no? De tener fe en algo para poder aferrarse a eso y luchar por ese objetivo.
–¿Y tu hija Alma (16)? ¿Cómo le transmitís en este momento el camino que hizo su papá?
–Es todo para mí. Mi hija tiene mucha admiración por mí y me ve como un referente pero con ella no hablo de música, en casa soy papá. Al artista lo dejo en la puerta de la casa. Miramos tele, jugamos a las cartas, con almohadas… nos divertimos como niños. Disfruto esos momentos porque antes, en mis momentos más difíciles, no podía estar presente. Hoy sí, me levanto a las seis para llevarla al colegio, la voy a ver jugar al hockey, compartimos. Ella forma parte de mi tratamiento: sabe todo de mí, incluso mis caídas. Tiene 16 años y es consciente.
–¿Y cómo es tu vínculo con los padres de sus compañeros del colegio?
–Me ven como papá, no como famoso, y eso me hace feliz. Disfruto de que los padres entiendan que soy normal. Entonces, puedo disfrutarla y puedo compartir con ella como un papá normal sin tener que estar siendo "Ulises el exitoso", "Ulises el famoso".
–Decías que miraban tele juntos, ¿qué programas?
–Nos gustan los concursos de canto tipo La Voz. Y nos ponemos a competir a ver quién se va a dar vuelta para elegir a tal participante.
–Y ella también se mete en tu mundo, ¿no?
–Sí, es tremenda. Va a los shows, se mete con el micrófono, hace notas a los músicos, entrevista a la gente. Es la dueña del baile (risas). Eso me emociona mucho porque estoy reconciliándome con ella y aprendiendo a fortalecer nuestro vínculo.
El amor incondicional y cómo el mix del cuarteto y la música urbana también lo une a su hija Alma
–¿Cómo fue cuando se reencontraron?
–Mirá, yo estaba un tiempo trabajando y focalizado en lo mío, y después volvía con ella y me vinculaba un tiempito, y después tenía que volver a mi trabajo, mi exigencia y lo que yo padecía también. Porque era una dificultad y no quería mostrarme desde ese lado, porque me lastimaba a mí y la lastimaba a ella. Cuando empecé a tomar conciencia, a recuperarme y a estar bien de salud, empecé a vincularme más con ella y a aferrarme para no tener recaídas o malos momentos. También me pasó otra cosa que fue que yo capaz buscaba el amor en algunas relaciones que he tenido y el amor incondicional lo tenía muy cerquita y no me daba cuenta.
–¿Y ella sabe todo, de qué te recuperaste, todo por lo que pasaste?
–Sí, sabe todo de su papá, obvio. Es consciente y hasta forma parte de también del tratamiento porque los psicólogos la ponen a ella en un lugar muy importante para para que yo siga adelante y me siga manteniendo como estoy.
–¿Y tiene algún noviecito o similar?
–No, no tiene novio ni creo ni creo que que lo vaya a tener. Todavía está muy enfocada en el deporte y le dedica todo el tiempo del mundo a eso.
–Y ya tenés tu propio sello, donde además creciste como productor de otros artistas.
–Sí. La productora crece muchísimo, con artistas que evolucionan rápido. Es un desafío porque también tengo mi carrera. Pero me hace feliz. Estamos innovando sonidos, fusionando con lo urbano, como con Rusherking. Eso rejuvenece el cuarteto y nos acerca a los adolescentes.
–¿Cómo vive tu hija esa faceta tuya más urbana?
–Le encanta. Es fan de Rusher, se enamora de todos (risas). Le gusta conocer a los artistas con los que trabajo. La música le apasiona, toca la guitarra, canta. Yo la dejo ser: si quiere dedicarse a eso, voy a estar para apoyarla.
–Hablando de la música urbana, ¿qué te gusta?
–Me gusta mucho Duki, lo escucho gracias a mi hija. Y no descarto que en algún momento hagamos algo juntos. Las cosas se van dando de a poco.
De la fuerza del amor propio a cómo será la celebración por sus 22 años de carrera
–Cambiemos de tema, ¿cómo estás en el amor?
–Muy bien conmigo mismo. Me estoy queriendo, respetando y cuidando. No necesito a nadie para estar bien y mi corazoncito está bien así. No voy a cerrarle las puertas a ninguna experiencia, pero hoy disfruto de mi soledad y mi paz. Hoy me siento bien conmigo mismo.
–Imagino que candidatas tendrás muchas y te deben escribir bastante.
–Y después de esto, que van a saber que estoy solo, calculo que más (Risas). Yo estoy muy bien así y, si bien trato de abrir mi mente y poder experimentar y hablar con otra gente, estoy muy bien solo. Ni digo con esto que no pueda pasar, pero la verdad que eso se lo dejo al destino.
–Vos viviste muchos aspectos de la fama, ¿considerarías tener una pareja famosa en el caso de que apareciese o es un terreno que evitarías?
–No sabría decirte. El amor no mide edad, fama ni clase social. Si hay conexión, hay que darle para adelante mientras dure. Pero no creo que ese sea un estereotipo de persona a quien yo esté buscando o vaya a buscar de ahora en adelante.
–Para terminar, ¿con qué vas a sorprender a tu público en el próximo Movistar Arena?
–Queremos que sea un show con amigos que vengan a participar de una gran noche donde seguramente van a haber cosas para recordar. Desde los éxitos que la gente tiene en su mente y muchos lanzamientos que todavía quedan por venir, a canciones nuevas que vamos a estar presentando ahí. Es todo un camino, porque la verdad que son muchos años y es hermoso estar vigente, por eso para mí estar fuerte y preparado para lo que viene es muy importante.
Fotos: Chris Beliera
Video: Rocío Bustos
Agradecemos a Vicky Roa
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