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Sofi Morandi: “Prefiero estar en equilibrio que muy feliz”

La actriz, influencer y próximamente protagonista del musical Heathers habla sobre la paz mental, la ansiedad y lo importante que resulta “hacer un detox del celu de vez en cuando”. Además, cuenta los mitos sobre cómo es vivir de las redes sociales y por qué al día de hoy nunca se puso de novia.

Publicado por
Karina Noriega

“No soy tan bebotera en Instagram pero lo quiero poner más lindo”, lanza Sofi Morandi (26) después de ver las fotos de la producción de tapa en la que recreamos los looks de Blair Waldorf, la protagonista de la célebre serie Gossip Girl, una suerte de biblia para las fashionistas.

Es que el personaje encarnado por Leighton Meester es una de las referencias que usó la actriz para componer a Heather Chandler, su nuevo rol en Heathers, el musical que estrenará el 1 de julio en el Teatro Ópera, con dirección de Fer Dente.

“La chica más millo, potra y turra del colegio, que disfruta de su poder y lo usa sin miedo ni piedad”: esa es apenas una de las líneas que dan forma al cruel personaje que en el cine interpretó Winona Ryder. Es por eso que, para armar los estilismos que remiten a Waldorf pero también a Regina George de Mean girls, se eligieron outfits firmados por Versace, Prada y Gucci.

Todos ítems con los que Morandi aceptó posar en tono paródico –sandwich de miga en mano, como haría cualquier otra instagrammer de moda– para hablar de sus éxitos, la importancia de ir a terapia y contar cómo al día de hoy jamás se puso de novia.

El tiempo a solas, los planes con límite horario y las “autocitas”

–Siendo una verdadera pionera en las redes, ¿cómo analizás esta época en la que en Tik Tok se comparten desde técnicas para manifestar abundancia hasta el día a día de una chica que se recupera de un trastorno alimenticio?

–Cambió muchísimo desde que empecé, hasta ahora. Antes no había tanto para consumir. Y cuando arranqué, que fue en 2016, no había mucha gente que hiciera videos. Sólo había algunos que hablaban mirando a cámara, medio stand up, y a mí no me copaba tanto. Yo quería empezar en televisión y no tenía contactos, porque venía de Neuquén, así que dije “por dónde me meto”. Se empezaba a comentar que era importante tener las redes lindas porque nunca se sabía quién te estaba viendo. Así que me propuse hacer un par de fotos, en ese momento no tenía en la cabeza hacer videos. Hasta que me compré un celular que venía con un editor de videos y dije “che, voy a probar actuando en mi casa”. Yo venía de hacer musical desde muy chiquita y cuando llegué a Buenos Aires, el primer año lo usé para perfeccionarme y seguir entrenándome. Ya el segundo año estaba muy ansiosa porque llegaran las oportunidades. Tenía 18 años.

–¿Y viviste sola o con roomates?

–Menos mal que tuve la suerte de que mi grupo de la escuela y el de teatro, todos se vinieron para acá, así que siempre fueron mi familia. Eso estuvo bueno. Conviví un tiempo con mi prima, y también estuvo mi hermano, pero después de la pandemia se volvió. Así que por momentos estuve acompañada y por otros sola. Igual, a mí me encanta vivir sola.

–¿Qué es lo que más te gusta de esa soledad?

–Y… que me entiendo en mi propio quilombo.


–¿Sos de meterte a comer sushi en la bañera, alguna excentricidad por el estilo?

­–Lo que más disfruto es estar tirada y hacerle mimos a mi perro, hacerme la merienda… Ahora estoy empezando a cocinarme porque ni hielo me hacía. Porque estoy entrenando, entonces tengo que comer mejor. Me encanta dedicar mi tiempo a prepararme mis desayunos.

–¿Qué te preparás? ¿Entraste en la de hacerte pancakes de avena?

–Sí, cosas con masa madre y con huevito revuelto… ese tipo de cosas. No soy obsesiva pero lo empecé a disfrutar. Y también leo, hago shows en mi cuarto flasheando que estoy en un Superbowl y veo series. Disfruto mucho el tiempo sola. Me encanta eso.

–¿Y sos de cancelar planes para hacer autocitas?

–También. Con el tiempo, mis amigos ya me conocen pero soy muy de decir: “Esperame a las 7, que te digo si tengo ganas o no. Y si te digo que no tengo ganas, no insistas”. O capaz voy, y a la una ya me quiero ir. “Lo pasé re bien, me voy a dormir”. Es algo que ya está hablado. No es que me voy por ortiva pero disfruté hasta ahí y me voy chocha. Pero así como te cuento eso también soy de las que tiene dos horitas libres y ya estoy con un “¿Quién está para merendar o salir a caminar?”.

Sofi Morandi y la recreación de los looks de Blair Waldorf. Como una parodia a las eventeras, con un sandwich de miga en una mano y una Prada colgada del brazo.

Sofi Morandi, su gran desafío actoral y el sold out para el estreno de Heathers

–Los días 1 y 2 de julio, debutás en el papel de Heathers Chandler en Heathers con entradas agotadas… (N.d.R: Las entradas para el Ópera salieron a la venta en noviembre pasado y en solo dos semanas se vendieron 1800 localidades en cada función)

–Sí, es una locura, y se están abriendo más; para el 7 y 8 de julio quedan las últimas localidades. Arrancamos con Heathers, con dirección de Fer Dente y un grupo enorme de artistas. Un proyecto para el que se hizo un casting muy grande, entre 6000 personas. Hasta fueron a Córdoba. Creo que en el elenco somos 16, y de ese total, 13 actores debutan en una producción a nivel profesional. Hay gente muy talentosa y eso es algo que se contagia. Tuvimos un workshop de dos semanas de entrenamiento para conocernos con el elenco y entrar en una a nivel grupal y ya salieron cosas lindas. En mayo ya arrancamos a ensayar.

–Con Dente ya habías trabajado en Kinky Boots, pero ahora lo vas a hacer bajo su dirección. ¿Cómo te propuso este papel?

Esta es la primera vez que me llaman sin audicionar. Imaginate que en un momento pasé a hacer audiciones cerradas y eso ya era como “ay, qué honor”. Acá Fer me llamó para decirme que me imaginaba para este personaje. Cuando nos juntamos a tomar un café, aún no estaba confirmado el proyecto: me presentó el musical y me mostró un poco las canciones. Después, cuando vi más sobre el personaje me encantó, porque era una suerte de Mean Girls (Chicas pesadas, 2004). Yo venía de interpretar a Lauren en Kinky…, que era la más buena e inocente, así que me interesó el desafío de encarar a esta que es más bicha, de las malas más malas.

–Y ya dijiste que te costaba la idea de sacar a la harpía que hay en vos…

–Y a la vez es divertido, porque no deja de ser un juego, pero te lo tienen que creer también. Este musical es bastante extravagante y este personaje es como una parodia a las villanas. Pero quiero laburarlo bien para que no quede solamente como Antonella de Patito Feo. Me refiero al personaje, no a Brenda (Asnicar).

–Para armar el personaje aparecieron ahí muchas malas de la cultura pop, como Regina George y Blair Waldorf. ¿Qué otra cosa?

–Sí, todas ellas, y después cuando leés el guion le vas buscando vueltas, sobre todo para no copiar el musical, ¿viste?, porque hay dos versiones, la de Londres y la de Broadway. Además es muy interesante cómo la obra toca temáticas pesadas pero con un humor ácido. Desde temas como el suicidio y el bullying. Esa época del colegio que es como una jungla, en la que te van llevando los personajes. Pero nunca llega al hueso, digamos, te lo retruca con algún gag de comedia o con un chiste.

Como cualquier fashionista que ama las marcas: Sofi Morandi con trajecito de tweed y zapatos Gucci

Su rol en el colegio y su vieja obsesión por los chicos “baby face”

–Y hablando de tu propia época “de jungla” en el secundario, ¿qué rol tenías en tu curso?

–Tengo el recuerdo de que éramos un grupo bastante unido. Éramos 31 y había distintos grupitos. Yo siempre fui la payasito, como medio líder, pero no la mala.

–Es decir la líder simpática que caía bien…

–Claro, por ahí la iba a veces de pesada, capaz un chiste. Las cosas cambiaron mucho en los últimos años. Tal vez hace quince años hice o dije cosas que no diría o haría pero nunca fui de hacer bullying. En la escuela, en esa época estaban todos: la cheta, el tímido, el nerd, el galán… bueno, esos eran los que más me gustaban.

–¿Todos carilindos?

–Sí, me gustaban los baby face… después fui cambiando.

–¿Y eran medio inalcanzables o los conquistabas?  

–Y era medio un robo, no sé. Era algo de autoestima, le ponía onda y siempre me apoyaba en la personalidad.

–Si te gustaba alguien, ¿eras de hacérselo saber o tirarle onda?

–No. Creo que la jugaba de amiga al principio, porque si me gustaba alguien quería estar cerca. Cuando había convivencias intentaba sentarme cerca suyo, con el grupito del fondo del colectivo. Le buscaba la vuelta. Y después fue el MSN… ¡una emoción cuando se conectaban! También me acuerdo de que iniciaba sesión, la eliminaba y volvía a iniciar para que al otro le aparezca muchas veces.

–Las técnicas de por aquel entonces…

–¡Sí! Con las compus de esas grandes, que las prendías con el dedito del pie. Épocas re lindas de secundaria que está bueno revivirlas también en una obra. Y además poder ver que no todo el mundo lo pasó así: que también puede ser una de las peores épocas de tu vida, y tengo un montón de amigos que sufrieron bullying. De esos que te dicen “ni me hables de esos tiempos”.

–Además es algo que aún continúa…

–Está cambiando de a poco pero todavía queda. Como decís, el bullying es algo que está hablado pero no, falta un montón. Por eso está buenísima esta obra, porque es para que vaya toda la familia. Y hay unas canciones muy copadas.

–Y vos estás en tu salsa con eso. Los musicales son algo de toda tu vida.

–Sí. Y siempre fui muy insegura con respecto al canto, pero con la pandemia y todos estos años en los que frenamos un poco aproveché para entrenar mucho más y ahora estoy conociéndome más en ese rol. Mi profesora de canto siempre me decía: “Dejá de decir que no sos cantante”. Pasa que tengo respeto a quienes sí lo son, pero también estoy contenta. Siento que estoy creciendo en ese sentido.

–Hoy ya podés considerarte más cantante? ¿Te sentís así?

–Claro, sí. Es decir, no te canto un pop tipo Katy Perry, pero en cuanto al género musical, sí. Es lo que más laburé, digamos. Estoy más segura con eso.

"Obvio que cuando viajo y veo carteras de marcas, yo también me vuelvo loca", reconoce Sofi Morandi

La importancia de hacer terapia y cómo maneja su ansiedad

–¿En algún momento tuviste la idea de estudiar algo a lo que no te dedicaste?

–No, siempre pienso en eso. Creo que hoy estoy para estudiar algo más. Pensé en sociología o locución, que me gusta mucho, pero lo relaciono mucho con lo que hago. Siempre hice cosas ligadas a lo artístico, pero quién te dice…Psicología me gustaba mucho en su momento.

–¿Estás haciendo terapia ahora?

–Sí, estoy haciendo. Ah, no, ahora dejé, mentira.

–¿Por qué abandonaste?

–En enero tuve mis últimas sesiones. Abandoné, cosa que está mal, porque estaba bastante bien. Febrero fue un mes re intenso y además viajé mucho, se me complicó. Pero ahora tengo que volver. Mi psicólogo me dice: “No esperes a estar mal para volver”. Así que aunque esté bien, voy a retomar. Por suerte conocí a un terapeuta que me hizo re bien y fue un camino de ida.

–¿Y cuáles eran esos momentos que estabas mal y recurrías a terapia nuevamente?

–Por ahí momentos de ansiedad que he tenido y uno más o menos ya conoce, más que nada porque me analizo mucho. Si veo que con las herramientas que tengo no puedo salir, sigo con terapia. Ya no dejo pasar los síntomas. Me ha pasado de tener tembleque de manos, dolor de estómago, transpirar…

­–¿Te ha pasado de confundirte esos síntomas, antes de encuadrarlos como ansiedad?

–Sí. Son cosas que por ahí te confundís con estar muy bajón. Con momentos en los que estás medio depre y decís, “che, ¿qué me pasa?”. Y no entendés. Por eso digo que me ayudó mucho terapia para conocerme y saber que las cosas también pasan. Porque si no entrás en un ciclo de sentirte mal y podés estar seis meses así. La rutina a mí me ayuda mucho cuando me despeloto. Cuando no tengo horarios y me desorganizo, ahí me empieza a funcionar más la cabeza.

–¿Y te sigue costando ser organizada?

–Medio que la vida me obligó a eso… y menos mal. Fueron años y años de ser un quilombo. Sí soy muy disciplinada para otras cosas, cuando tengo que trabajar o estudiar. Con lo mío personal soy como un tiro al aire. Cuando era más pendeja me podía acostar a las 4 de la mañana y levantarme a las 9 pero ya no me lo banco. Tener un perro también me ayudó a organizarme porque es tener una vida a cargo.

–La primera cosa que me respondiste antes cuando te hablé de disfrute también fue tu perro…

–Es como un hijo. Sacarlo a pasear, comprarle comida… Si viajo, tengo que ver con quién lo dejo. Estoy en un momento de la vida en que para mí la felicidad es el equilibrio mental. Prefiero estar en paz que muy feliz. Porque la felicidad baja en algún momento. Está bueno sentir esa dopamina pero me gusta más estar tranquila con mis cosas y que nadie me joda.

Morandi asegura que el tiempo en pantalla que lleva "bajó un 17%" y que a veces "es bueno hacer detox del cel"

–¿Y cómo te llevás con la ansiedad que generan las redes sociales?   

–Me pasa que, al laburar con Instagram, tengo que subir contenido o cosas para marcas, que ya tengo pactadas con fechas, y también tengo esos momentos en los que por tres días cierro todo. Bajo la aplicación o la borro.

–Una suerte de detox, ¿no?

–Claro. Después me la vuelvo a instalar y listo. Ni siquiera tengo que cambiar la contraseña. Entonces, a veces me borro la App un fin de semana. Por ejemplo, hace poco me fui a visitar La Angostura con amigas, entonces la eliminé. Y son cosas que hacen re bien. No es que me hago la anti-redes, porque las necesito. Sí tuve una época en la que me enojé mucho con esa parte de mi laburo porque decía: “Yo quiero actuar, no quiero hacer esto”. Pero después me reconcilié: entendí que era un trabajo, hay que entregar el contenido a tiempo y tenés que hacerlo bien. Es tu pyme.

–¿De qué otra manera te “desalienás” del celular?

–Cuando voy al gimnasio, por ejemplo. Que ahora empecé a disfrutar con estas rutinas nuevas. Me llevó cuatro años disfrutarlo. Ahí es una hora sin el celular, como cuando te subís a un avión, entrás al cine, cenás con amigas. Son horas sin teléfono. Después, bueno, obviamente como le pasa a todos, también es un vicio. Ni idea cuánto tiempo en pantalla tengo.

–A ver, mostrame…

–(Toma el teléfono y chequea) Bueno, “un 17 por ciento menos que la semana pasada”. Me da un poco más de siete horas. Pero a mi favor es que, al hacer videos con el celular, a veces estoy editando unos cuarenta y cinco minutos.

–Y cuando “perdés” tiempo, ¿qué consumís en Internet?

–Veo cosas random en YouTube o escucho podcasts en Spotify. También me gusta un jueguito del tipo del Candy Crush y esos de casino online: algo que hago cuando tengo que esperar, más que nada. Y también chequeo Twitter, donde me río mucho con los memes, leo noticias y veo lo que está en Tendencia.

–¿Y no te amargás si leés algo que ponen de vos?

–No veo nada. Tengo amigos que ponen su nombre en Twitter y se buscan. Y eso es terrible. Lo he hecho, obvio, pero no lo hago más porque me hace mal. A mí no me gusta leer aunque sea algo lindo, tampoco me gusta escucharme en las notas.

C'est chic. Lo que más ama Sofi Morandi de los estilismos de Blair Waldorf de Gossip Girl: "Las chaquetas preppy y las boinas"

La vida del influencer: los mitos sobre cómo es vivir de las redes sociales

–La gente tiene muchas fantasías sobre cómo es vivir de las redes sociales y cree que “por una historia, los influencers se llenan de dinero”. ¿Qué hay de cierto?

–Hay una realidad, y es que se paga bien, y que se empezó a pagar mejor en redes que en televisión. Pero es lo básico para cualquier rubro que es la constancia, porque es un trabajo más y que lleva tiempo. A la vez es muy cansador el tema, porque te demanda que socialices sí o sí.

–¿Cómo te pega por el lado de socializar?

–Bueno, tuve una época en la que no me daban ganas de salir a ningún lado ni ir a eventos, pero también de esas propias salidas surgen colaboraciones, invitaciones a grabar una entrevista o hacer acciones. En esa situación vas conociendo gente que a la vez te abre puertas a otros laburos. Entonces, es distinto a un laburo más tradicional, porque tal vez decís “hoy me quedo en casa” y te perdiste una posibilidad.

–Además, hoy en día las marcas pautan más en influencers que en publicidad tradicional…

–Claro. Además, antes pasaba que la gente de redes trabajaba sólo en redes, y ahora, los actores, las actrices, todos son influencers. Como también lo es un médico que hace TikTok o el nutricionista que tiene su Instagram. Muchos prefieren no llamarse influencers pero no lo son hasta que necesitan un currito, ¿entendés? Cosa que no critico. Hay gente que prefiere hacer una acción y cubrirse que llenar todo el feed de publicidad. Eso lo ve cada persona.

–Además, las redes son muy usadas como carta de presentación… Cada vez más.

–Es como un CV o una vieja tarjeta de contacto. Ahora te entran a chusmear lo que hacés y listo. Tal vez hay trabajos en los que no, pero en este rubro sí es importante.

"Ser influender es distinto a un laburo más tradicional, porque tal vez decís 'hoy me quedo en casa' y te perdiste una posibilidad", señala Sofi Morandi

Porno y helado: la serie que le valió un Cóndor de Plata y en la que trabajó con Susana

–Hablemos de Porno y helado (serie dirigida por Martín Piroyansky), que fue otro hitazo y en el que encarnaste a otro personaje “malvado”.

–Ahí hice de Cecilia Von Trapp, otro personaje un poco oscuro y que era estafadora. Por las cosas que vivió en su vida, se hizo dura. Mientras Heather (Chandler) es mala, mala, mi papel en Porno y Helado es una tránsfuga, muy siniestra. Estuvo re linda esa experiencia, nunca había hecho algo así hasta ese momento. Y me encanta hacer comedia.

–Se está dando todo un boom de la comedia nacional, otra de las series representantes del fenómeno es División Palermo, ¿no?

–Sí, y me pone muy contenta. Con Porno y helado pasó que era una apuesta, algo que no se suele ver y la gente la recibió muy bien. Además, esa primera temporada la grabamos en pandemia. Filmamos en Uruguay, durante cuatro meses y con hisopados de lunes a domingos. En un futuro va a ser como estar en un capítulo de The Walking Dead contar cómo se hicieron estos rodajes.

Sofi Morandi con un total look vintage firmado por Versace

–La pregunta obligada es: ¿cómo fue grabar con Susana? Pero contame algo que no sepamos.

–Yo me la imaginaba súper diva y es súper humilde para trabajar. Llegaba al rodaje y era una suerte de Marilyn Monroe, todas las miradas se iban hacia ella. Muy magnética y muy buena actriz de comedia. A mí me mataba verla llamando a su mano derecha (a Inés Hernández), que la ayudaba permanentemente. Estabas en el motorhome y escuchabas: “Inéssss, Inéssss”. Yo decía, “pongale rollers a esta mujer”. Nos reíamos mucho de eso. Pero yo no tuve muchas escenas con ella. Lo que hice fui ir a chusmear hasta cuando no me tocaba ir a grabar. Yo pensaba, “pensar que mi abuela le dejaba los cupones para que la llame por el millón”. Fue muy loco para mí.

–Además, Susana trabajando con Piroyansky, dos mundos que parecen imposibles de unir…

–Eso es increíble. Yo pensaba “seguro Susana no tiene ni idea quién es él”. Pero ella lo dio todo.

–Y ahora van por la segunda temporada…

–Sí, este año se graba la segunda. Va a estrenarse entre agosto y septiembre. Ya leí los guiones y me gustó muchísimo. Además, mi personaje crece y tiene partes muy copadas.

–¿Y en ficción tenés algún otro proyecto para alguna plataforma?

–Sí, tengo un proyecto nuevo para este año; creo que la plataforma ya está decidida. Pero todavía no puedo decir nada hasta que se concrete.

Para componer su próximo personaje en el musical Heathers, también se inspiró en Regina George de Mean Girls

Sofi Morandi y cómo se inventa tiempo para el amor cuando le importa

–Y entre tantos proyectos, ¿te hacés tiempo para el amor?

–Sí, uno se hace el tiempo. Cuando hay que meterlo, descarto otras cosas. Me lo agendo, verdaderamente.

–¿Te gusta estar de novia?

–Nunca estuve de novia, es decir, siempre fue sin títulos.

–Es horrible cuando la gente le dice “vínculos”, ¿no?

–Yo le digo relaciones. Pero tengo que estar muy para esa, porque lleva mucho tiempo y energía.

–­Cuando te gusta alguien sí te hacés el tiempo…

­–¡Claro! Y es mentira cuando decimos que no tenemos tiempo. Si le decís: “No, estoy ocupada”, es porque estás mintiendo.

–¿Alguna vez le diste bola a alguien que te insistió mucho vía historias de Instagram?

–Mirá, yo necesito tener el background de la persona.. no soy muy de lo casual. Pero sí. Una vez tuve una cita por Instagram pero fue fallida. Vino a casa y me cocinó. Trajo verduras y me hizo unos ravioles de remolacha. Lo dio todo. ¡Pero tenía un hambre! Tardó como tres horas… Amén de eso, estuvo divertido. Pero yo soy medio old school.

–¿Y cómo te enganchó para que le dijeras que sí?

–¿Sabes por qué? Me gustó la foto de perfil. Después dije, “podés ser muy lindo o muy linda”… No sé... no siempre se puede proyectar tanto. A veces hay personas que aparecen para pasarla bien y ya. Por ahí estoy con alguien enganchada por meses y por alguna razón se corta.

–¿Creés en el amor romántico o cero?

–Ay, a mí me gusta que no se relaje la situación. Esas personas que te reconquistan, te hacen una sorpresita o un plan distinto. Y soy cursi si me gusta alguien. Cuando estamos enamorados somos todos idiotas.

–Es decir que podés estar enamorada sin título de novia…

–¡Claro! No necesito los títulos pero igual tampoco creo mucho en esto de abrir las parejas. A mí me gusta comprometerme con las cosas, y lo mismo con las personas. Me pasa que cuando me gusta alguien, salgo y no veo a nadie más.

–¿Y qué tipo de personas te atraen cuando te pasa eso?

–Cuando artísticamente me gusta la persona: me súper atrae eso. La admiración es algo elemental. Además, que tenga motivación e independencia. Esas personas que eligen compartir tiempo con uno pero que también tienen su mundo. Y que sea bueno en lo que haga.

Estilismo: Fede Nahuel

Make up: Lore Navarrine

Pelo: Yanina Navarrine

Edición de video: Martina Cretella

Seguimiento en redes sociales: Elisabet Correa

Agradecemos a @vestidor.ideal y muy especialmente a Soy Prensa.