En lo alto de la Biblioteca Nacional, en pleno barrio de Recoleta, se esconde un pequeño refugio que pocos conocen: un café luminoso con terraza, ideal para quienes buscan una pausa tranquila entre libros y sin alejarse del cemento porteño.
El edificio, obra del arquitecto Clorindo Testa junto a Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga, es un ícono del brutalismo porteño. Su estructura de hormigón visto y volúmenes geométricos imponentes sorprende a todo visitante desde la entrada. Aquí, cada rincón tiene historia, y cada espacio invita a detenerse un momento.

Paula Roldán, la cafetería ocupa un pequeño salón interior lleno de luz, con grandes ventanales que conectan con vistas panorámicas de la ciudad. Pero el verdadero encanto está en la terraza: mesas al aire libre desde donde se puede apreciar Recoleta y, al mismo tiempo, la majestuosidad de uno de los edificios más conocidos del país.

La propuesta gastronómica es simple, pero efectiva: café de calidad y pastelería casera, perfectos para acompañar la lectura o una charla pausada. No se trata de comer mucho, sino de disfrutar cada detalle del lugar.


Los destacados del menú

Además de la variedad de cafés, y opciones clásicas como tostadas de pan de masa madre con palta y queso o yogurt natural con granola, frutas y miel, la carta tiene opciones para toda hora.
Aquí las mencionamos:
- Tartas de puerro y cebolla, espinaca y queso, calabaza y queso.
- Empanadas.
- Ensalada de verdes, zanahoria, huevo, queso, cherry.
- Sándwich de jamón crudo, queso y rúcula.
- Sándwich de salame y queso.
- Sándwich de mortadela y queso de campo.
- Sándwich de lomito horneado, queso y tomate.
- Sándwich de bondiola desmechada con papas cuña.
- Sándwich de pollo marinado con pesto de tomates secos.
- Pechuga con papas y salsa cítrica.
- Bife de chorizo con chimichurri y papas asadas.

Las opciones dulces
- Muffins de chocolate, de carrot cake o de banana.
- Roll de canela.
- Cookies de coco y maní.
- Cookies de avena, nueces, cranberry y choco.
- Torta de chocolate y castañas con dulce de frambuesa, dulce de leche y crema.
- Torta de ricota.
Entre libros y arquitectura
Además de café, el espacio ofrece la oportunidad de recorrer la Biblioteca. Exposiciones, salas de lectura y la misma arquitectura del edificio convierten cada visita en un recorrido cultural. Tomar un café aquí no es sólo un descanso: es una experiencia que combina historia, diseño y contemplación urbana.

Este espacio gastronómico es ideal para amantes de la arquitectura, lectores, estudiantes y turistas curiosos. Setrata de un lugar para detenerse, mirar alrededor y dejarse sorprender por la mezcla de hormigón, cielo y ciudad.
Un secreto bien guardado en Recoleta, donde un café puede convertirse en mucho más que una bebida: un momento de pausa en medio del bullicio porteño.
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¿Qué había en esta emblemática esquina antes de que se erigiera la Biblioteca Nacional?
Antes de que se levantara la Biblioteca Nacional en Recoleta, ese terreno tenía una historia muy distinta: allí se encontraba el Palacio Unzué, una mansión señorial que durante la presidencia de Juan Domingo Perón funcionó como residencia presidencial.

Fue en ese palacio donde vivieron Perón y Eva Perón, y donde Eva falleció en 1952, convirtiendo al lugar en un espacio cargado de recuerdos políticos y sociales. Tras el derrocamiento de Perón en 1955, fue demolido en 1958, como parte de la intención de borrar símbolos asociados al peronismo.


Años después, en el mismo predio, se convocó un concurso nacional para construir la nueva sede de la Biblioteca Nacional. El proyecto ganador fue el del arquitecto Clorindo Testa, junto a Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga.

El diseño se transformó en un ícono del brutalismo porteño: hormigón visto, formas geométricas contundentes y una estructura elevada sobre pilotes que parece flotar sobre la ciudad. Testa buscaba liberar el terreno para depósitos subterráneos y crear un edificio monumental que transmitiera solidez y apertura al mismo tiempo, con un carácter innovador para su época.

La construcción enfrentó múltiples obstáculos políticos y económicos que demoraron su finalización por varias décadas. En 1992 se inauguró oficialmente la sede que conocemos hoy. Durante esos años, el proyecto sufrió modificaciones y ajustes, pero la esencia del diseño de Testa permaneció intacta.
Fotos: redes sociales y @foodingba






