Cómo desayunar por 5 mil pesos en un "café oculto" dentro de uno de los palacios más imponentes de Buenos Aires – GENTE Online
 

Cómo desayunar por 5 mil pesos en un "café oculto" dentro de uno de los palacios más imponentes de Buenos Aires

restaurante cafe del centro naval (1)
Se trata de una joya arquitectónica inaugurada en 1914, proyectada por arquitectos franceses. Su esplendor ecléctico combina salones inspirados en Versalles y un bar con aire de galeón británico.
Gastronomía
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En la esquina de Florida y Córdoba se esconde uno de esos secretos que hacen de Buenos Aires una ciudad única. Se trata del Centro Naval, una joya inaugurada en 1914, proyectada por los arquitectos franceses Jacques Dunant y Gastón Mallet, que dejaron en la ciudad un capricho academicista digno de las grandes capitales europeas.

Se trata de un edificio del tiempo en que Argentina se pensaba a sí misma como potencia mundial y miraba a Europa como espejo. No por nada muchos llaman a la capital del país como “la París de Latinoamérica”. Alcanza con levantar la vista y apreciar las fachadas de zonas como el microcentro, Recoleta, Retiro y Barrio Parque para apreciar cómo los distintos estilos europeos penetraron en las construcciones que se fueron armando en aquellas décadas doradas.

Así luce uno de los salones del Centro Naval.
Así luce uno de los salones del Centro Naval.
alón de estilo neoclásico con elementos decorativos de rococó tardío, destacando un techo abovedado con molduras ornamentales y detalles en estuco y dorado. El espacio cuenta con ventanales de arco de medio punto que permiten la entrada de luz natural, rematados con marcos de madera oscura y motivos calados.
Se trata de un salón de estilo neoclásico con elementos decorativos de rococó tardío, destacando un techo abovedado con molduras ornamentales y detalles en estuco y dorado. El espacio cuenta con ventanales de arco de medio punto que permiten la entrada de luz natural, rematados con marcos de madera oscura y motivos calados.

“En este caso, el Centro Naval tiene una fachada imponente que juega con columnas, cornisas ondulantes y ornamentaciones que recuerdan al mar. Adentro, un auténtico festival de estilos: un salón inspirado en los Espejos de Versalles, un bar con aire de galeón británico, un comedor rococó que quita el aliento y hasta un fumoir digno de la campiña inglesa. Ecléctico, sí, pero en su justa medida”, destaca a Revista GENTE la periodista Mariela Blanco.

Vista de la fachada del Centro Naval.
Vista de la fachada del Centro Naval.

La entrada ya marca la diferencia. Tiene un arco angosto que simboliza el paso iniciático, con un mascarón de proa esculpido en honor a Tritón, hijo de Neptuno, que parece soplar su caracola para calmar las aguas. Pura mitología en pleno microcentro.

"bronce proveniente de la fundición de los viejos cañones de guerra que estaban montados en los barcos que defendieron la Independencia nacional se usó para hacer ese portón de entrada
"La puerta de entrada tiene bronce proveniente de la fundición de los viejos cañones de guerra que estaban montados en los barcos que defendieron la Independencia nacional", cuenta la especialista en patrimonio porteño.

Y hay más. Una escalera imperial de doble revolución con esculturas en ónix que custodian el ascenso, portones de hierro forjado hechos con bronce de cañones de guerra y vidrios curvados con una técnica desaparecida en los años 40. Hoy son reliquias vivas que ningún artesano moderno podría repetir.

El café que convierte al palacio en un lugar abierto al público

Pero, resalta la autora del libro Leyendas de Ladrillos y Adoquines, “lo más increíble es que, más de cien años después, el palacio sigue intacto”. Funcionan los ascensores originales y hasta el sistema de calefacción de época. Los encargados del mantenimiento son nietos y bisnietos de los artesanos que lo levantaron. “Pasan horas buscando la tonalidad exacta para retocar una moldura o limpiando a mano las lámparas de cristal. Una tradición que se transmite como un secreto familiar”, detalla.

Un café oculto en pleno microcentro.
Un café oculto en pleno microcentro.

Y, entre tanto lujo, el paso hoy se abre a otras generaciones que tienen entre esas paredes la chance de disfrutar un café económico… pero con aires de grandeza.

Es que en el restaurante hay una opción ideal para los que trabajan en el microcentro: de lunes a viernes, de 9.30 a 11, se ofrece un desayuno compuesto por una infusión, dos medialunas y jugo exprimido por 5 mil pesos.

Así es uno de los platos del almuerzo del restaurante del Centro Naval.
Así es uno de los platos del almuerzo del restaurante del Centro Naval.

Además, también lunes a viernes, pero de 12 a 15.30, se ofrece el almuerzo integrado por plato un plato principal, bebida, postre y café a 26 mil pesos (24 mil pesos si se paga en efectivo).

Un dato no menor es que quienes deseen concurrir deben adaptarse al código de vestimenta que impone el Centro Naval, ya que no se permiten las siguientes prendas: zapatillas extremadamente llamativas; sandalias de varón; ojotas; camiseta de cuello redondo, o sin mangas tipo musculosa; pantalón de jean "tajeado"; bermudas; y pantalón tipo short (se admite short sastre para las mujeres).

Centro Naval.
El comedor del Centro Naval.

Un espacio histórico al alcance de unos pocos pesos

El arte también tiene su lugar. La pinacoteca del Centro Naval guarda marinas y batallas navales, entre ellas dos tablas históricas sobre la Batalla de Trafalgar, que pertenecieron al mismísimo Greenwich College en Inglaterra. Su valor es tal que, en 2001, un almirante inglés llegó con un cheque en blanco de la Reina Isabel II para comprarlas. La respuesta fue un elegante “no”. Y la despedida del marino, casi de novela: “Como marinos, no me han defraudado”.

“A diferencia de otras joyas arquitectónicas que aquí desarrollamos, se impulsó el uso de materiales del país, como el mármol andino y el bronce proveniente de la fundición de los viejos cañones de guerra que estaban montados en los barcos que defendieron la Independencia nacional”, cuenta la periodista.

Centro Naval.
El imponente ingreso al Centro Naval.

Y valora: “De ahí el doble valor –artístico e histórico– de los portones de hierro forjado con motivos helenísticos. Se destaca también en el ingreso una escalera imperial de doble revolución con un Saturno en ónix a cada lado, y portones curvos con cristales biselados realizados mediante una la técnica ‘curvado fragua’ desaparecida en la década del 40”.



 
 

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