Así es la discreta vida de Laura Lopes, la hija secreta del poder que conquistó al Rey Carlos III – GENTE Online
 

Así es la discreta vida de Laura Lopes, la hija secreta del poder que conquistó al Rey Carlos III

Laura Lopes, hija de Camilla Parker Bowles
Heredera de Camilla Parker Bowles y criada en las sombras del escándalo real, eligió el perfil bajo y terminó siendo la más confiable del clan Windsor. Arte, silencio estratégico y un lugar ganado sin corona.
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En el calculadísimo mundo de la monarquía británica, donde cada sonrisa es coreografiada y el silencio es oro líquido, Laura Lopes, hija de Camilla Parker Bowles con Andrew Parker Bowles, logró una hazaña impensada: ganarse el corazón y la confianza del ahora Rey Carlos III

Y lo hizo sin ostentar títulos, sin escándalos y, sobre todo, sin decir ni mu. Mientras su madre fue durante años “la amante más odiada del Reino Unido”, Laura tejió un camino envidiable, sin llamar la atención pero edificando una vida más acomodada que la de muchos royals de sangre azul.

La conexión con la Casa de Windsor no es nueva, claro. El vínculo con Carlos nació cuando él aún era el amante oficial de mamá, en plena etapa de tabú mediático. Aún así, supo integrarla a ella y a su hermano Tom Parker Bowles como si fueran propios: les garantizó fideicomisos generosos y casas cerca de la universidad, a la par que les brindó un apoyo afectivo que fue mucho más allá del deber real. 

Harry, William, Carlos III, Camilla Parker Bowles y los hijos de la reina consorte con Andrew Parker Bowles, Laura y Tom. Éste último, además, es ahijado del rey.

Lejos de dormirse en los laureles, Laura capitalizó esa confianza pero, eso sí, jamás la expuso. No vendió notas, no pisó alfombras rojas, no se filtró en tabloides. Y eso, en la familia real, sabe, literalmente es lealtad total.

Estudió Historia del Arte y Marketing en la Oxford Brookes University, hizo una pasantía en la Peggy Guggenheim de Venecia, trabajó como cronista de automovilismo en Tatler y en 2005 abrió su propia galería, Eleven Fine Art, en el corazón de Londres. 

Pasó más de una década curando exposiciones, apostando por artistas emergentes y alejándose del glamour impostado. Mientras muchos se desesperan por un lugar en el palco real, Laura prefirió el discreto mundo de los galeristas y los vernissages

En mayo de 2006, Laura Parker Bowles dio el sí con Harry Marcus George Lopes, en una boda que reunió lo mejor del linaje aristocrático británico con la discreción de la nueva familia real. Nieto del barón de Roborough y heredero de la finca Skelpick en Escocia, Harry cambió su vida al abandonar su rol como modelo de Calvin Klein y Armani.


Y en el plano personal, también la jugó a su estilo: en 2006 se casó con Harry Lopes, un exmodelo de Calvin Klein devenido en contable y ejecutivo del sector energético, con raíces aristocráticas a ambos lados del árbol genealógico. 

La ceremonia se celebró en la iglesia de St. Cyriac, en Lacock (Wiltshire), un pintoresco pueblito medieval que parecía sacado de una postal inglesa. Asistieron los Windsor en pleno (incluidos William y Harry), más de 400 invitados y hasta un operativo mediático que intentó, sin demasiado éxito, romper la burbuja de discreción de la familia.

Juntos tuvieron tres hijos: Eliza, nacida en 2008 (sí, la misma que fue dama de honor en la boda del príncipe William y Kate Middleton), y los gemelos Gus y Louis, que caminaron como pajes en la coronación de su abuela Camilla, el 6 de mayo de 2023. 

Según cuenta la prensa británica –y algunos insiders que no dan puntada sin hilo–, Carlos incluso consideró otorgarles un título real a Laura y a Tom (crítico gastronómico, autor de libros de cocina y jurado en la TV). No sucedió, pero la sola idea confirma lo que todos saben: los hijastros plebeyos de Carlos son de confianza absoluta.

1 de mayo de 2014. Tom y Laura acompañaron a su madre en el funeral de su tío, Mark Shand, en la iglesia St. Paul’s, Knightsbridge, Londres. Engamados a pesar del desconsuelo.

No compiten, no hacen sombra, ni siquiera quieren gozar de un ápice de la fama que les corresponde. En un ecosistema donde las filtraciones destruyen carreras y ensucian la tan cuidada reputación, ambos saben que la discreción cotiza en bolsa y que el comportamiento ejemplar te convierte en un indispensable.

Las revelaciones de Tom, el otro hijastro de Carlos III

Tom Parker Bowles, el otro hijo de la reina Camilla, también lleva una vida de lo más "común". Sus rutinas por la mañana incluyen café, vitaminas, un rato con el Wordle y una sesión de pilates. Vive en el norte de Kensington con su pareja y, aunque su apellido podría convertirlo en titular de tabloides, como su hermana, prefiere sin titubear la tranquilidad de lo cotidiano. En suma, un estilo de vida que suena más a vecino londinense que a protagonista de la Casa Windsor.

Camilla, entonces duquesa de Cornualles, disfrutando del festival de Cheltenham 2015 con sus hijos, Tom y Laura Parker Bowles.

Pero el contraste llega cuando decide visitar a su madre y a Carlos III. No toca timbre ni busca la llave escondida debajo de una maceta: tiene tarjeta de acceso real. Los policías del palacio lo saludan como a un viejo conocido y sus hijos atraviesan los pasillos de Buckingham como si fueran una extensión de su propio hogar. Es el privilegio silencioso de haber crecido en paralelo a la realeza, con el mismo grado de intimidad que de normalidad.

El año pasado, en unas escuetas declaraciones a la prensa, el crítico gastronómico soltó detalles impensados. Según la prensa británica, reveló que Camilla no planeó nunca ser reina ("Mi madre se casó con persona que amaba, eso es todo") y que Carlos, su padrastro, "es el hombre más encantador del mundo". Además, sorprendió al contar que la reina consorte, lejos de los grupos de WhatsApp familiares, por seguridad se sigue aferrando a un antiguo Nokia.

"La eterna tercera en discordia", los apodos dentro del palacio y una historia de novela

El libro de Tom Quinn, titulado Yes Ma'am: The Secret Life of Royal Servants, que incluyó las voces del personal doméstico de los Windsor, reveló cómo William y Harry se referían en privado a Camilla. Aseguraron que la han llegado a llamar "Cruella de Vil", en referencia a la villana de 101 dálmatas. Sin dudas, un apodo que deja en relieve algo más que traiciones. Y no es para menos: Camilla fue la eterna tercera en discordia en la relación entre Carlos y Lady Di.

La historia de Carlos y Camilla es la gran novela paralela de la realeza británica: empezó a fines de los años sesenta, cuando se conocieron en un partido de polo y conectaron de inmediato. Pero el “cuento” no tuvo final feliz en su primera versión: él fue enviado a la Marina Real, ella se casó con Andrew Parker Bowles en 1973, y el resto quedó en suspenso. Aun así, nunca se desconectaron del todo; siempre hubo llamadas, cartas y encuentros que mantuvieron vivo el vínculo.

Carlos III y Camilla Parker Bowles, la foto oficial ya coronados
El retrato oficial de Carlos III y Camilla Parker Bowles, ya coronados, el 6 de mayo de 2023. Para muchos, una postal improbable.

En 1981, Carlos se casó con Diana Spencer, y ahí se abrió el capítulo más incómodo: el matrimonio fue observado como un cuento de hadas, pero en paralelo la relación con Camilla seguía latente. La propia Diana lo reveló en su famosa entrevista de la BBC: “Éramos tres en este matrimonio, así que estaba un poco abarrotado”. Mientras el país veneraba a Lady Di, Camilla era retratada como “la otra”, cargando durante décadas con el estigma de haber sido la amante oficial del heredero al trono.

Carlos III y Camila Parker Bowles
De romance juvenil en los 70, a amantes en secreto durante el matrimonio con Diana, hasta consortes en el trono medio siglo después. En la foto, Carlos en los jardines del palacio junto a Camilla Parker Bowles.

Los años noventa lo cambiaron todo: la separación de Carlos y Diana en 1992, el “Camillagate” de 1993 (esas cintas telefónicas filtradas que confirmaban la intimidad del affaire) y finalmente el divorcio en 1996, dejaron en evidencia lo que muchos sospechaban.

Tras la muerte de Diana en 1997, la narrativa se volvió aún más compleja, pero Carlos y Camilla apostaron por resistir. Con paciencia y estrategia, ella pasó de ser la mujer más odiada del Reino Unido a convertirse, en 2005, en la duquesa de Cornualles y, con la coronación de 2023, en Reina Consorte. Una historia de amor que sobrevivió al escándalo, al luto e incluso a la más áspera opinión pública.



 
 

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