La llegada de un cachorro a casa suele venir acompañada de entusiasmo, ternura… y un poco de caos. Los primeros días son clave para que el nuevo integrante se sienta seguro y comience a adaptarse a su entorno. Preparar el hogar con anticipación y tener en cuenta algunos detalles prácticos puede marcar la diferencia entre una convivencia armoniosa y una llena de imprevistos.
Lo primero es elegir un espacio fijo donde el cachorro pueda descansar y sentirse protegido. No hace falta que sea grande, pero sí cómodo y alejado del ruido. Una cama mullida o una manta sobre una superficie cálida bastan para crear un rincón propio. En esta etapa, el perro necesita muchas horas de sueño y un lugar tranquilo para hacerlo.
También conviene delimitar áreas seguras. Los cachorros exploran todo con la boca y tienden a morder cables, zapatillas o muebles. Usar vallas o cerrar ciertas puertas ayudará a mantenerlo fuera de peligro hasta que aprenda las reglas básicas del hogar. Si hay plantas, asegurate de que no sean tóxicas para animales (como el potus, el ficus o el aloe vera).
En paralelo, es importante preparar su “kit básico”: comedero y bebedero (preferentemente de acero o cerámica), collar o pretal, correa, juguetes para morder y bolsas higiénicas. También se recomienda tener un cepillo acorde al tipo de pelo y elegir una zona fija para colocar los platos de comida y agua. La constancia en los hábitos ayuda al cachorro a asociar rutinas rápidamente.
Uno de los aspectos más importantes es organizar los horarios de alimentación y paseos. En general, los veterinarios sugieren entre tres y cuatro comidas diarias hasta los seis meses. Los paseos cortos —una vez completado el plan de vacunación— son fundamentales no solo para su salud física, sino también para su socialización.
En los primeros días, los accidentes son inevitables: puede que el cachorro haga sus necesidades en lugares inadecuados. La clave está en no retarlo con enojo. Mejor es reforzar los comportamientos positivos: cada vez que lo haga en el sitio correcto, se le puede ofrecer una caricia o una golosina apta para su edad.
Por último, es esencial agendar una primera visita al veterinario, incluso si el cachorro ya viene con vacunas. Allí se controlará su peso, su estado general y se definirá el calendario sanitario más adecuado. También es el momento de resolver dudas sobre alimentación, higiene o comportamiento.
Recibir un cachorro en casa es una de las experiencias más gratificantes, siempre que se viva con responsabilidad y paciencia. Con un poco de preparación y mucho cariño, esos primeros días se convertirán en el comienzo de una amistad incondicional que durará toda la vida.
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