El aroma del bizcochuelo recién horneado es sinónimo de hogar. Pero esta versión tiene algo distinto: una suavidad casi aterciopelada y un sabor que recuerda a los postres mediterráneos. El secreto está en el aceite de oliva, que reemplaza la manteca y aporta humedad natural, logrando un equilibrio perfecto entre lo casero y lo gourmet.
Además de ser más liviano, este ingrediente mejora la conservación: el bizcochuelo se mantiene fresco por más tiempo y no pierde textura. Lo mejor es que se prepara con elementos básicos que todos tenemos en casa, y no necesita batidora.
Ingredientes
-3 huevos
-1 taza de azúcar
-½ taza de aceite de oliva suave (no extra virgen fuerte)
-1 taza de leche o yogur natural
-Ralladura y jugo de 1 limón
-2 tazas de harina leudante
-Pizca de sal
Preparación
1-En un bowl, batir los huevos con el azúcar hasta que la mezcla esté pálida y espumosa.
2-Incorporar el aceite de oliva en forma de hilo, batiendo suavemente para que se integre.
3-Agregar la leche o el yogur, el jugo y la ralladura de limón.
4-Por último, sumar la harina leudante y la sal, mezclando con movimientos envolventes.
5-Volcar la mezcla en un molde enmantecado o forrado con papel manteca y hornear a 170 °C durante 35-40 minutos, hasta que al pinchar con un palillo salga seco.
6-Dejar enfriar y espolvorear con azúcar impalpable o decorar con un glaseado liviano de limón.
Para un acabado más elegante, podés acompañarlo con yogur natural y frutas frescas de estación.
El resultado es un bizcochuelo dorado, húmedo y aromático, que demuestra que lo simple también puede ser sofisticado.
Perfecto para acompañar la merienda, compartir en familia o regalar un momento dulce, sin culpa y con mucho estilo.



