Los cuatro inventos que revolucionaron lo que vestimos y cambiaron la historia de la moda – GENTE Online
 

Los cuatro inventos que revolucionaron lo que vestimos y cambiaron la historia de la moda

Inventos que cambiaron la forma de vestirnos-Tendencias
De los talleres químicos de Escocia a los laboratorios de DuPont, y de las redacciones feministas de Nueva York a los palacios de Córdoba, en España: GENTE se sumerge en las creaciones y "ocurrencias" que transformaron el modo en que lucimos y marcaron la historia del estilo, a veces con ciencia y otras con simple valentía.
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¿Alguna vez te detuviste a pensar que cada prenda que usás encierra una historia de innovación, rebeldía o genio científico? Desde los trenchs impermeables que nos salvan de un chaparrón sin que perdamos el estilo hasta las fibras ultrarresistentes que protegen vidas, la moda no sólo evoluciona a puro golpe de tendencias, sino también gracias a mentes brillantes que desafiaron lo establecido.

A continuación, la historia de cuatro inventos (y cuatro mentes) que revolucionaron lo que vestimos y que transformaron la forma en que entendemos la moda: el impermeable de Charles Macintosh, la fibra Kevlar de Stephanie Kwolek, los pantalones “bloomers” de Amelia Bloomer, y las innovaciones estéticas de Ziryab, el músico que llevó la elegancia a un nuevo nivel en la Córdoba española del siglo IX. Hallazgos a partir de los cuales nunca fuimos los mismos. 

Charles Macintosh: el químico que logró que andar bajo la lluvia fuera glam

A comienzos del siglo XIX, mojarse era casi una condena. Las capas y abrigos de lana no resistían el agua, y las calles embarradas eran el terror de cualquier caminata. Pero en 1823, un químico escocés cambió esa realidad para siempre.

El químico escocés Charles Macintosh (1766-1843).

Mientras experimentaba con subproductos del alquitrán de hulla, Charles Macintosh descubrió que la nafta era un excelente disolvente del caucho. De esa mezcla nació una idea brillante: impermeabilizar la tela. Su método -colocar una capa de caucho disuelto entre dos telas- dio origen al primer abrigo resistente al agua: el Mackintosh, patentado ese mismo año. El invento fue tan funcional que incluso el explorador ártico John Franklin lo adoptó para sus expediciones.

El primer abrigo Mackintosh se vendió en 1823 y, desde entonces, definió el estilo clásico británico durante casi 200 años.

Lo que empezó como una curiosidad química se convirtió en un símbolo de sofisticación británica. Hoy la palabra “mackintosh” sigue siendo sinónimo de impermeable, y las marcas de lujo la reivindican como pieza icónica del guardarropa clásico. Eso no es todo: Macintosh no solo nos salvó de la lluvia. Sin proponérselo, dio inicio a la moda funcional, esa que combina ciencia y estilo, y demostró que la innovación textil es el corazón de la moda más revolucionaria.

La verdadera moldería Macintosh.

Stephanie Kwolek: la química que tejió la armadura moderna

Avancemos un siglo y medio. En los laboratorios de DuPont, en Estados Unidos, una científica incansable buscaba materiales más ligeros para fabricar neumáticos. Pero Stephanie Kwolek encontró algo que iría mucho más allá de la industria automotriz: una fibra cinco veces más fuerte que el acero.

En 1965, Kwolek descubrió el Kevlar, un polímero líquido que, al hilarse, producía una fibra con una combinación única de resistencia, ligereza y flexibilidad. Su hallazgo abrió la puerta a un sinfín de aplicaciones: chalecos antibalas, cascos de bomberos, trajes espaciales, neumáticos de aviación… y sí, también prendas de moda de alto rendimiento.

Stephanie Louise Kwolek es considerada pionera en la investigación de polímeros.

El Kevlar introdujo un nuevo paradigma: la ropa como protección. Gracias a esta fibra, la seguridad se volvió parte del diseño. Desde uniformes tácticos hasta ropa deportiva de élite, el legado de Kwolek redefine el concepto de “vestirse bien”: significa también vestirse para resistir. Y lo más fascinante es que lo logró en una época en que las mujeres científicas apenas eran reconocidas. Su invento salvó miles de vidas y demostró que la ciencia y la moda pueden dialogar y crear mundos. 

De los trajes tácticos y los uniformes a prueba de todo a las camisas hechas con Kevlar, prendas informales pero seguras para lucir en motocicletas. A lo largo de sus 40 años de carrera, Kwolek obtuvo 16 patentes para diversos materiales innovadores.

Amelia Bloomer: la editora que desafió al corsé e impuso los pantalones 

Mucho antes de que las calles se llenaran de jeans, hubo una mujer que decidió rebelarse contra las faldas imposibles y los corsés sofocantes. Amelia Bloomer, periodista, editora y activista por los derechos de la mujer, se atrevió a proponer una prenda que rompía con siglos de tradición: los pantalones para mujeres.

Corría la década de 1850, y Bloomer editaba The Lily, un periódico feminista que promovía la templanza y la independencia femenina. En sus páginas comenzó a defender un atuendo práctico: pantalones holgados que se ajustaban en los tobillos, cubiertos por una falda corta.

La periodista estadounidense Amelia Bloomer (1818-1894), toda una pionera en lucir pantalones.

El diseño, inspirado en las prendas turcas, fue bautizado por la prensa como bloomers. Aunque causaron escándalo entre los sectores conservadores, se convirtieron en un emblema de libertad. Las ciclistas y las pioneras del movimiento sufragista los adoptaron con orgullo.

Con los bloomers, Amelia no solo transformó la moda: abrió una grieta en medio del patriarcado. Su gesto fue una declaración política y estética que resonó durante generaciones. Tiempo después, cuando no era nada habitual y mucho menos para soberanas como ella, hasta la reina Isabel II sorprendió a todos al usar pantalones. Hoy, cada vez que elegimos comodidad sobre imposición o funcionalidad sobre apariencia, de alguna manera honramos la ocurrencia de Bloomer.  

Su Majestad, “exploradora”, junto a su hija Ana en los años 70s. La reina Isabel siempre estuvo a la vanguardia.

Ziryab: el visionario que inventó "códigos" de elegancia

Ahora retrocedamos más de mil años. En la espléndida Córdoba (España) del siglo IX, un músico y poeta de origen bagdadí llamado Ziryab estaba a punto de marcar un antes y un después en la historia de la moda.

Mucho más que un artista, Ziryab fue un auténtico influencer medieval: refinó el gusto de una sociedad entera, introdujo modas, rituales de belleza y normas de etiqueta que perduran hasta hoy. Fue él quien instauró el uso de ropa blanca en verano, el cabello corto para los hombres y los primeros tratamientos cosméticos y capilares de la península ibérica. 

Ziryab fue una importante figura de la corte del rey omeya cordobés Abd-er-Rahman II: de cortesano pasó a ser referente ya que impuso tendencias como usar indumentaria adaptada a estaciones, entre otros hábitos que se hicieron moda.

Pero su visión iba más allá del vestir: fundó el primer instituto de belleza del mundo, y estableció el orden moderno de las comidas -entrada, plato principal y postre-, reflejando su concepción integral de la estética. La influencia de Ziryab trascendió culturas: sus ideas sobre la higiene, la elegancia y el equilibrio entre cuerpo y espíritu anticiparon conceptos que siglos después dominarían la moda europea. Fue el primero en entender que la elegancia no es un lujo, sino una forma de comunicarse. 



 
 

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