Uno de los secretos principales de los hoteles está en el orden previo a la limpieza. Antes de sacar el trapo o la aspiradora, el personal despeja cada superficie: retiran objetos, doblan toallas, acomodan almohadas y dejan todo despejado para poder limpiar a fondo sin obstáculos. Este paso es clave para que el resultado sea prolijo y rápido.
El segundo truco tiene que ver con la dirección del trabajo. En los hoteles, la limpieza se hace de arriba hacia abajo: primero los muebles altos, estantes o cuadros, luego las mesas y por último el piso. Así se evita ensuciar lo que ya está limpio. Además, usan paños de microfibra —que atrapan el polvo en lugar de moverlo— y productos neutros o multiuso que no dejan residuos.
Otra práctica que podés incorporar en casa es la del pulido diario de los detalles. En los hoteles, el brillo de los espejos, griferías y superficies metálicas se mantiene gracias a repasos rápidos con un paño húmedo y otro seco. Ese doble paso —humedad y secado— evita manchas de agua y da ese toque de “recién limpiado”.
El uso de bicarbonato y vinagre también es un clásico de la limpieza profesional. Se utilizan para eliminar olores, desinfectar baños o quitar manchas sin necesidad de químicos agresivos. Por ejemplo, una mezcla de una taza de vinagre con agua caliente es ideal para limpiar vidrios y dejar un acabado perfecto sin rayas.
En cuanto a los pisos, los hoteles suelen aspirar o barrer todos los días, pero también se enfocan en la ventilación. Abrir las ventanas a diario, aunque sea unos minutos, ayuda a renovar el aire, eliminar la humedad y mantener los ambientes frescos por más tiempo.
Finalmente, un detalle que marca la diferencia: las camas. El truco de hotel está en extender bien las sábanas, sin arrugas, y doblar las puntas al estilo “hospital”, dejando la superficie tirante. Esa sensación de orden visual genera, automáticamente, una percepción de limpieza y confort.
Con un poco de constancia y algunos ajustes en tu rutina, podés transformar tu casa y lograr ese mismo ambiente impecable y relajante que se siente al entrar a una habitación de hotel recién preparada.



