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"Hace tiempo que los chacareros decidimos defendernos armados hasta los dientes"

Publicado por
Redacción Gente

Cuatro impactos de bala en la puerta derecha de su Volkswagen Polo blanco
fue, hasta ahora, el último acto de una historia que comenzó hace cinco años y
que todavía tiene un final incierto. El actor principal es Jorge Simoni,
intendente de Villarino, un pueblo de 36 mil habitantes ubicado a 45 kilómetros
de Bahía Blanca, que hace una semana estuvo en las primeras planas de todos los
diarios: "Los chacareros están armados, y si los robos no paran, ellos mismos
van a tirar de la tranquera para afuera y van a matar a los delincuentes"
,
fueron las polémicas y explosivas declaraciones del intendente, y como si esto
fuera poco -el hombre que hace un año fue reelecto por más del 50 por ciento de
los votos y que según una encuesta realizada esta semana por un canal de cable
local tiene un 95 por ciento de imagen positiva-, agregó: "Y yo voy a defender
al chacarero que mate a un delincuente".

La inseguridad empujó a los vecinos, y a su intendente, a algo inaceptable:
hacer justicia por mano propia.

LA GOTA QUE REBALSO EL VASO. Desde hace varios años, Villarino dejó de ser un
pueblo tranquilo a raíz de los continuos asaltos que sufrieron los casi dos mil
productores que trabajan en el millón cien mil hectáreas de este distrito. Y,
aunque se acostumbraron a sufrir la pérdida de algún animal o de algunas
toneladas de trigo, les llama la atención el grado de violencia que utilizan los
delincuentes para llevar a cabo sus robos. Esto fue lo que sucedió el lunes 1º
de marzo cuando tres hombres armados ingresaron al campo San José, en la
localidad de Algarrobo, a 80 kilómetros de Bahía Blanca, perteneciente a Mario
Ahumada: "Cerca de las 20.30, escuché ruidos, salí al patio de la casa para ver
qué pasaba y tres tipos se metieron adentro de casa",
cuenta Mario mientras ceba
unos mates en la misma cocina donde lo tuvieron atado junto a Ana, su esposa, y
a uno de sus peones: "Decían que venían a buscar cien mil pesos por una venta
que nunca existió. Entonces nos ataron, nos vendaron los ojos y comenzaron a
golpearme en la espalda, donde tengo un tumor. Después comieron lo que había y
revolvieron toda la casa. Como sólo encontraron 370 pesos, se pusieron como
locos, me apoyaron el arma en la cabeza y dispararon tres veces para los
costados".
En una humilde alacena de color blanco, los impactos de bala
certifican el relato. Ana recuerda esa noche de pesadilla con lágrimas en los
ojos: "Me decían 'viejita, te matamos a tu marido', y como yo tenía la venda en
los ojos no podía ver si era verdad. Fue terrible. Después me cortaron la blusa
con un cuchillo y me preguntaban dónde estaba el televisor. Cuando les dije que
no teníamos porque en el campo no hay luz eléctrica, me pegaron una cachetada y
me dispararon dos veces al costado del cuello". Los ladrones comenzaron a
desvalijar el lugar y se llevaron un par de herramientas, dos escopetas, dos
revólveres y algunos jamones que tenían en la heladera. Pero antes de irse,
insinuaron que iban a violar a la mujer de 69 años y le hicieron varios cortes a
las orejas de Mario y de su peón: "Gracias a Dios que no estaba mi hijo. Porque,
sin dudas, cuando el tipo intentó propasarse con Ana, se hace matar
", dice
Mario. Y, antes de subirse al tractor para sembrar pastura para sus animales,
afirma: "Lo único que recuperé fue la camioneta. Ahora, la necesidad más urgente
es conseguir varias armas. Y que nadie tenga dudas de que si vuelven a entrar,
los dejo secos en el patio. Por más que me den cadena perpetua".

La caída del sol en Villarino es un espectáculo imperdible. El cielo por
momentos se vuelve rojizo y se asemeja a una postal. Pero con la llegada de las
primeras estrellas, los faroles de las camionetas 4x4 no se hacen esperar. Desde
hace dos años, la mayoría de los productores patrullan sus propios campos y
nadie sale sin menos de dos escopetas en sus asientos. Aníbal Sabalich acepta el
pedido de recorrer los campos junto a él, pero pone una condición: "No me hago
responsable por lo que les pueda pasar. Porque si nos cruzamos con un ladrón, yo
me tiroteo y no paro hasta terminar la última bala".

Mientras habla, prende un cigarrillo negro largo, pone primera y, en el viaje,
también cuenta su historia: "Hace unos meses me carnearon 23 ovejas el mismo
día. Después, una vez por semana, aparece una vaca carneada. Yo hice una
investigación y le llevé al comisario del pueblo el nombre de los delincuentes.
Pero me dijo que primero tenía que certificar que los animales fueran míos y
después necesitaba una orden de allanamiento que tardó 48 horas en llegar.
Cuando entramos a la casa de los tipos ya no quedaba nada. Y como si fuera poco,
en la comisaría tienen tres patrulleros y sólo funciona uno. Por eso, nosotros
tenemos que salir a recorrer. Una locura que sólo pasa en la Argentina".

En total, Aníbal tiene 570 hectáreas, y todas las noches realiza 50 kilómetros
mientras patrulla el campo. Dice que una vaca en el mercado de Liniers puede
costar unos 700 pesos y que los ladrones que las faenan, las venden en las
carnicerías por 400 pesos. Un negocio redondo. Al llegar al casco de la
estancia, nos muestra las cuatro armas que tiene para defenderse y asegura que:
"María del Carmen, mi esposa, es dueña del 38 y cuando escucha algún ruido sale
con el arma en la mano. Y no vaya a creerse que pensamos que vivimos en el
Lejano Oeste, lo único que queremos mostrarle es que cuando el intendente dijo
que se iban a formar patrullas de la muerte, sólo se equivocó en un punto: hace
tiempo que los chacareros decidimos defendernos armados hasta los dientes".

COMO PARAR ESTA LOCURA. Fernando Carrizo Fierro es una de las personas más
respetadas del pueblo y actualmente preside la Asociación de Ganaderos. Tanta es
la confianza que le tienen, que las víctimas, antes de hacer la denuncia en la
comisaria, se acercan para consultarlo. Ahí, en su oficina, las historias se
multiplican y muchas llamas la atención por la forma en que fueron planificados:
"Hace apenas 30 días, del campo de Hugo Mancere le rompieron uno de los silos y
se robaron cinco camiones llenos de trigo. Esto demuestra que no son rateros
improvisados sino una mafia organizada".

Después están los otros casos, esos que lo indignan y lo hacen levantar la voz
mientras sale al aire por una radio de Capital Federal: "En octubre del año
pasado, a un vecino, Héctor Mascheroni, tres delincuentes entraron a su campo,
lo ataron a una silla y como no tenía plata, cortaron los cables de una plancha
y la picanearon en los pechos a Enilda, su mujer. Fue tanta la brutalidad, que
quemaron la instalación de la casa. La familia quedó aterrada. Vendió sus campos
y se vino a vivir a la ciudad".

-¿Y cuál sería la solución?
-Lo que venimos pidiendo hace años: las Patrullas Rurales Bonaerenses. Estarían
integradas por cuerpos especiales de la policía sin conexión con los comisarios
de la zona. Serían costeadas por los chacareros, pero querríamos tener el
control operativo para que no se filtre la información.

Los cuatro disparos sonaron fuerte en la madrugada del miércoles. Y aunque todo
el pueblo entendió el mensaje mafioso, será muy difícil amedrentarlos. Tanto es
así, que al día siguiente llenaron la plaza en apoyo al intendente atacado. Y
uno de los chacareros, mate en mano, comentó: "Los estamos esperando. Y que
vengan bien armados porque de este lado tenemos balas de sobra
". Una frase que
habla de la desidia de los responsables de la seguridad que, al no hacer nada
frente a la violenta realidad, convierten a un pacífico chacarero en un hombre
capaz de creer que la justicia se logra con armas y balas y no con la ley en la
mano.

Nos cansamos de que nos roben. Cuando vamos a la comisaría, para tomarnos la denuncia nos piden dos testigos. Una cargada".">

Aníbal y María del Carmen aseguran que están decididos a todo: "Nos cansamos de que nos roben. Cuando vamos a la comisaría, para tomarnos la denuncia nos piden dos testigos. Una cargada".

Escopetas, revólveres, cuchillos; todo sirve para defenderse. En Villarino, nadie duda de que ésta es la única manera de parar con los robos.