“En Europa, Maxi me trata como una princesa” – GENTE Online
 

“En Europa, Maxi me trata como una princesa”

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Ahora está en el balcón de su lujoso departamento con vista al Mediterráneo, en Catania, Sicilia, después de haberle cocinado a Tweety –como ella llama cariñosamente a Maxi López (26), en alusión al canario de los dibujos animados–, su marido, actual goleador del equipo que lleva el nombre de la ciudad, su plato preferido: pez azul con salsa de hongos. Mientras, Valentino, el hijo de ambos de 14 meses, descansa en su cuna. Wanda Nara (23) –Gringa para Maxi– recorre orgullosa su pasado de Cenicienta, previo a enamorarse del príncipe que cambiaría para siempre su vida. Habla de aquellos años algo tortuosos, cuando iba de casting en casting y llevaba una heladerita con humildes sándwiches de pan lactal, con poca mayonesa, claro, para que no se convirtieran en un enchastre a la hora de comerlos. Cuenta que por entonces no paraba un minuto a causa de sus ansias de triunfar: campañas, desfiles, pruebas en el programa de Marcelo Tinelli... Y no elude referirse a su época de enfant terrible y reconocida transgresora, cuando proclamaba su virginidad como un juego: “Mi imagen podía decir mil cosas, pero yo siempre fui para todos lados con mi familia, con mis padres. Reconozco que antes de Maxi me divertí y mucho, pero jamás derrapé. Fui por el borde sin caerme, y eso me diferenció de todas las del ambiente. Supe cambiar. Muchas siguen con lo mismo desde hace cinco o diez años. En el medio tenés que ser muy buena equilibrista, ya que estás rodeada de porquería, y si te caés, te manchás”. Viene de pasear por París, Roma, Venecia y Taormina, y dice que siempre quiso vivir en Europa. “Me pareció un sueño cuando Maxi me dijo que veníamos acá”, explica feliz.

La historia de su romance cuenta que se enamoró después de conocer al jugador en un desfile. Por entonces, él jugaba en el FC Moscú de Rusia, y ella viajó especialmente para estar a su lado. Diez días de convivencia y menos de un año de noviazgo bastaron para decidir que se casarían el 23 de mayo de 2008. Y de inmediato regresaron juntos para vivir en aquel país como marido y mujer. El 25 de enero de 2009 nació Valentino, su primer hijo. Más tarde, Maxi pasó al Gremio de Porto Alegre y hacia allí fueron todos. Hasta que el goleador recaló en el Catania, equipo del sur de Italia, y otra vez a preparar las valijas. “Ya las hago de memoria, y no me olvido nada. Llevo hasta mi propio calienta mamaderas. Soy una experta en mudanzas. Te doy vuelta una casa en un minuto”.

Hoy, Wanda está encantada con la ciudad y el país: “Siempre quise vivir aquí”, afirma. Como corolario, acaba de recibir de su esposo una sorpresa que la tiene fascinada: “Maxi me regaló una Ferrari para el Día de los Enamorados, porque me ama”, relata. La rubia pasea con ella por las calles sicilianas y hasta la pilotea para llevar a su bebé al jardín de infantes o a su esposo a la concentración en medio de la montaña. “Me encantan los autos. No te olvides de que mi papá es agenciero. Me crié entre coches. Escucho un motor y sé cuál viene. Manejé muchos, pero esta máquina es increíble. Me gusta correr, soy un peligro. Me cuido desde que va mi principito en la sillita de atrás, pero si estoy sola la acelero a morir. Con Maxi ponemos la filmadora a un costado de la ruta, para después volver a ver las imágenes de nosotros mismos manejando con todos los sonidos posibles”.

–¿No te da miedo?
–Nooo... Es adrenalina pura. Quiero dejar en claro, respecto al obsequio de la Ferrari, que así me hubiese regalado un chocolate estaría igual de feliz. Lo importante es que se acordó. No todos los hombres lo hacen.

–Tampoco exageres...
–¿No me creés? Ja, ja, ja.

–Con semejante presente, sos como una Mariana Nannis actual. ¿Recordás a la mujer de Claudio Caniggia, que llegó a vivir en un castillo escocés y despertaba amores y odios?
–No soy de su época. No viví lo que era mediáticamente Nannis. Creo que en esos años yo iba al cole. Tenemos en común dos maridos futbolistas, rubios, facheros, de pelo largo. Ojalá mi matrimonio perdure como el de ella. Hay mucha envidia en el ambiente. Si estás soltera, sos un gato; si te casás, sos interesada. Mi matrimonio dio tanto que hablar, que con Maxi nos reímos. Genera envidia ver a dos chicos jóvenes que se aman. Te confieso que lo quiero como nunca imaginé que se podía amar. Me mira y me mata.

–Sé sincera: ¿cuánto influye que sea un jugador de elite, millonario?
–Al principio fue difícil. Cuando lo conocí sabía que iba a estar en el centro de las miradas porque él tenía dinero. Pero cuidado, que yo también lo tenía. Los dos empezamos de cero, laburando a morir. No te voy a mentir, la plata es necesaria... Sin embargo, hay dos cosas que no se compran: la salud y el amor. Y yo me gané el suyo y él el mío. Maxi tenía varias minas, y yo muchos chicos con más dinero que él.

–¿Cuál es la verdadera razón por la que cambiaste farándula por familia?
–No quería terminar bailando en un teatro o desfilando y matándome con quinientas minas que mueren por estar en punta de pasarela. Deseaba esta familia y Dios me la dio. Que digan lo que quieran.

–Suena raro... A vos te encantaba la farándula.
–Es muy complicada. Hay mucha droga cerca –que por suerte nunca toqué– alcohol, excesos...

–¿Nunca probaste?
–Jamás.

–¿Ni un porro?
–Tampoco. Creo que en eso tuvieron que ver mis papás, que siempre estaban ahí. Maxi también es muy sano.

–Contame cómo es como marido.
–¡Divinooo! En Europa me trata como una princesa: me da todo lo que puede, y más. Se desvive, me cuida, me mima... Se preocupa por cada detalle.

–¿Y como amante?
–No te lo pienso decir, ja, ja, ja. ¿Querés que sean cada vez más las mujeres que pretendan estar en mi lugar? Lo amo. Dejé todo para seguir su sueño, su proyecto de vida.

–¿Y cómo te definirías vos en la intimidad?
–Trato de que no se apague lo que nos hizo enamorar la primera vez; ése es el secreto. Creo que una mujer tiene que derrochar sensualidad... manteniendo una línea, claro... Sin caer en lo vulgar ni convertirse en una señorona avejentada.

–¿Qué mujer te parece interesante, con onda, ícono de la moda?
–Me gusta mucho Victoria Beckham; me divierte Paris Hilton.

–¿Cuánto gastás en tu look?
–Me gusta combinar... Soy adicta a los zapatos. Tengo un problema: no paro. Desafío a cualquiera a que tengo los mejores.

–¿Cuántos pares?
–Uy, no sé... Casi mil. Mi casa preferida es Christian Louboutin. Son lo más... suela colorada. Tengo unos edición limitada, que en la Argentina creo que se los vi a Araceli González y a Flor de la V. Dos son mis grandes amores: los zapatos y las carteras. También amo los vestidos de Gucci, Chanel, Dolce & Gabbana, Valentino... Otro diseñador que me fascina es Marc Jacobs, y todo lo de Louis Vuitton. Cuando era soltera cobraba y gastaba todo en ropa y autos.

–Curiosidad, nomás: ¿hay mucho gato en el ambiente?
–Y... qué sé yo. Las chicas se confunden y caen en un hombre que las mantiene, y entonces nunca les llega alguien que las quiera bien. En el medio todo se sabe.

–¿Nunca te ofrecieron dinero por sexo?
–No. En el ambiente, entre nosotros, se sabe quién se hace el gato y quién lo es.

–¿Con qué chicas del ambiente estás distanciada?
–Tuve problemas con Rocío Marengo, con Evangelina Anderson... Como son vedettes, sabemos cómo reaccionan, ja, ja, ja. Pero yo de las traiciones me olvido. A Eva ya la perdoné... Dijo cosas feas de mi familia.

–¿Te avergüenza que te llamen “botinera”?
–En mi casa tengo más de 300 pares de botines que le manda Adidas a Maxi. Yo los limpio y acomodo... ¿Seré botinera? Ja, ja, ja. Botineras son las de Esperanto. A ésas sí les tengo miedo.

–¿Pensás seguir con tu carrera o vas a ser siempre “la mujer de...”?
–En un mes regreso a la Argentina, para instalarme tres meses junto a Maxi y Valen por vacaciones. Voy a hacer gráficas y catálogos que tengo pendientes. También recibí propuestas de varios canales para incorporarme a la tele por tres meses, pero no puedo contar nada más.

–¿Se viene otro bebé?
–Mmm... No. Quizás un segundo casamiento.

–¿Cómo es eso?
–Queremos casarnos en Europa este año. Para cumplir una promesa por una circunstancia muy fea que vivimos como pareja. Me gustaría alguna iglesia de Roma. La idea es ratificar nuestro amor con nuestro hijo presente.

–Hablame de Valentino.
–Me mata de amor, es divino. Yo le digo Mini Maxi, aunque muchos dicen que se parece a mí. Es una mezcla. Ahora que soy mamá entiendo muchas cosas. Yo pensaba que me las sabía todas, pero nada que ver: era una péndex equivocada. Ahora tengo lo que más deseo: mi marido y mi hijo, mi familia. Aquel juego de la virginidad quedó atrás, muy atrás, pero no me arrepiento del pasado. Te confieso que si pudiera no cambiaría nada de lo que me pasó. La verdad es que me da miedo sacar alguna cosa, y que entonces el final de mi vida cambie. Es como que no quiero despertarme nunca de este hermoso sueño. Y con la Iglesia de Notre Dame de fondo, Wanda, Valentino y Maxi López posan después de pasear por París, una de las ciudades que la rubia ama recorrer en familia.

Y con la Iglesia de Notre Dame de fondo, Wanda, Valentino y Maxi López posan después de pasear por París, una de las ciudades que la rubia ama recorrer en familia.

La pareja disfrutó de la ciudad de los canales, el amor y la belleza, paseando en góndola. Y se deleitó con la Piazza San Marco, la arquitectura de las iglesias, los palacios, los teatros, la cultura, las costumbres, y la gastronomía de los venecianos.

La pareja disfrutó de la ciudad de los canales, el amor y la belleza, paseando en góndola. Y se deleitó con la Piazza San Marco, la arquitectura de las iglesias, los palacios, los teatros, la cultura, las costumbres, y la gastronomía de los venecianos.

Wanda con la Ferrari roja que le regaló su esposo, Maximiliano López, para el Día de los Enamorados, en una demostración de cuánto la quiere. La blonda pasea con ella por las calles sicilianas y hasta la pilotea para llevar a su bebé al jardín de infantes.

Wanda con la Ferrari roja que le regaló su esposo, Maximiliano López, para el Día de los Enamorados, en una demostración de cuánto la quiere. La blonda pasea con ella por las calles sicilianas y hasta la pilotea para llevar a su bebé al jardín de infantes.

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