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En la cumbre

Publicado por
Redacción Gente

Fuma abajo del agua... Mientras una ingente cohorte de mujeres se bate a duelo por hacerse con el trono que dejaran vacante Soledad Aquino y Paula Robles –sí, el sitial de “señora de Tinelli”, el título nobiliario más codiciado de nuestro universo televisivo–, Marcelo Hugo (50), el muchacho de Bolívar –como le gusta presentarse– aprovecha los últimos días de la temporada invernal para pasar unos días con sus dos hijos menores, Francisco (12) y Juana (8), en la catedral de la nieve, Bariloche.

Pero la novela del Rey Midas del rating no termina ahí. ¿Rey Midas? Ni más ni menos: Lo sabemos, todo lo que toca lo transforma en oro. La fama de un tal Tito, la popularidad desproporcionada de Coki, la aparición de Laurita, su primera novia ficticia, y un etcétera muy largo justifican la analogía. ¿“Novela”? “Best seller” sería más apropiado, si tenemos en cuenta que más de tres millones de personas lo siguen incondicionalmente por la pantalla de El Trece cuando sintonizan los capítulos de Bailando por un sueño.

En el momento más álgido de su carrera, Marcelo resume: “Estoy feliz”. ¿Algido? Algo extremadamente frío, el punto más intenso de un fenómeno. Así sale a la cancha el capitán de Ideas del Sur, con el temple necesariamente fresco como para renovar a diario una audiencia caliente, ávida de la tinellimanía. ¡Ah! Fuma abajo del agua. ¿Lo habíamos dicho? ¿Y que es el rey? También: el rey en su mejor año. Así comienza el relato.

SILENCIO: HOMBRE RELAJANDO. Hace lo que la gran mayoría quisiera hacer: tomarse vacaciones cuando tiene ganas. El trabajo no fue un impedimento. Dejó grabados los programas que saldrían en su ausencia y partió con destino a Río Negro. Llegó el martes, y ese mismo día –a las exactas 23.25– Ibope anunció un pico de 34,1 puntos de rating, justo cuando Marcelo y Coki jugaban a besarse en el boliche improvisado de los estudios. No hubo beso, aunque la historia continuará a su regreso...

El asueto en la montaña comenzaba bien y con los mejores números en el minuto a minuto. Pero no fue su primera experiencia lejos del aire: este año, sin ir más lejos, y aprovechando su excelente momento, no sólo visitó Bariloche en tres oportunidades, sino que también viajó por Europa, Miami y Disney, siempre con alguno de sus herederos. Las chicas, Micaela y Candelaria, en esta oportunidad aguardaron en Buenos Aires.

“SU ESTADO FISICO ES OPTIMO”. La Patagonia lo recibió una vez más con los brazos abiertos. Se alojó en el Hotel Pire-Hue Lodge, uno de los albergues con más prestigio del Cerro Catedral, el único con ski out directo, y donde la habitación más barata cotiza 420 dólares en esta época de temporada media. Hasta allí llegó con sus hijos Francisco y Juana, y un grupo de amigos, comandados por Federico Ribero, que suelen acompañarlo en sus travesías. De día, Marcelo hizo lo que Dios y un cerro nevado mandan: esquiar hasta sentir ese cansancio gozoso que caracteriza al deporte.

De noche disfrutó de la Luna, el happy hour en Mute, algún que otro vino y habano y las comodidades que otorgan los vips de los boliches del centro. Vestido con su habitual equipo negro de hi tech marca Spyder, con un gran logo de Porsche estampado en la espalda, el conductor se adentró en las pistas blancas junto a Ricky Djapic, su instructor de esquí desde hace casi dos décadas.

El propio entrenador reporta: “Ahora esquía a mayor velocidad. Por eso hago hincapié en la adaptación a diferentes terrenos. Este año despegó mucho su nivel, entre otras cosas porque vino tres veces y porque su estado físico es óptimo. Ayer esquiamos con neblina y anduvo bárbaro. Le pongo entre 7 y 8 puntos de nota”, calificó el maestro.

Durante los mediodías, cuando el hambre lo arrinconaba lejos de la base, almorzaba en el parador La Roca junto a sus pares: pastas, una copa de vino y de nuevo a lanzarse por los toboganes blancos y naturales. Su hijo mayor, mientras tanto, era monitoreado por el instructor Facundo Bracaccini. Blancos y radiantes, así son los días de Marcelo.

MENS SANA IN CORPORE SANO. “Sé muy bien que me tengo que cuidar. Por eso entreno cuatro o cinco veces por semana”, aseguró el líder de ShowMatch a principios de año. Y no hay nadie que lo contradiga. Ni el profesor de esquí mencionado arriba, ni su vestuarista, María Vilariño: “Ahora que está mucho más flaco, hacerle la ropa resulta mucho más fácil”.

¿En qué se basa su entrenamiento? Según el día y el lugar. Si tiene tiempo, corre alrededor de los lagos de Palermo, ejercicios que complementa con el gimnasio de Le Parc Figueroa Alcorta, el edificio al que se mudó tras su separación. En uno u otro caso arranca con cinco minutos de elongación, continúa con treinta y cinco de aparatos y termina con veinticinco de trote. A ello le suma una dieta proteica, rica en hidratos de carbono.

Además, para que el cuerpo no asimile las grasas, bajó considerablemente la ingesta de alcohol. Amante del buen vino, solía juntarse con sus amigos, y entre cena y sobremesa llegaba a tomarse hasta una botella. Hoy el consumo se reduce a una sola copa. Los resultados: a la vista.

“LE ENCANTA ESTAR A LA MODA”. Marcar tendencia en la pantalla chica es tarea para pocos. Y mientras la televisión argentina se prepara para cumplir seis décadas en 2011, Tinelli ha logrado batir un record que parece inalcanzable: 20 años ininterrumpidos en el aire. Nació en Telefe, pasó por Canal 9 y finalmente –hasta el día de hoy– adoptó a El Trece como su casa. Sin embargo, luego de tamaño lapso, el Cabezón (como se lo llamaba en los tiempos en que comía alfajores de un solo bocado) todavía sigue siendo noticia por lo que dice, por lo que piensa, o bien, en esta oportunidad, por su manera de vestir.

Su actual referente se llama Tom Ford: es un diseñador de moda norteamericano (también director de cine), que no sólo salvó de la quiebra a la marca Gucci sino que la convirtió en una empresa tasada en 4.300 millones de dólares. Y más tarde, en 2005, con semejantes pergaminos en su haber, creó su propia casa de indumentaria. Hoy es uno de los creadores más importantes del ambiente, con fanáticos de la talla de David Beckham y el 007 Daniel Craig.

“A Marcelo le encanta estar a la moda. De sus viajes siempre se trae algo de Ford, y a medida que pasan los años es cada vez más experto en la materia”, asegura su vestuarista personal, María Vilariño. Lo dicho: además de estar, desde hace veinte años de moda, Marcelo viste cada vez más fashion.

SOY FELIZ. Así es el título de la canción de Ricardo Montaner que eligió para ir a cada pausa. Y no es casualidad. Luego de un año bravo, en especial por su separación de 2009, MT volvió a las pistas de la televisión mejor que nunca. El duelo terminó, su relación con Paula Robles es excelente y, más aún, el rating lo acompaña en todas sus hazañas.

Pero no es casualidad, insistimos: es fruto del trabajo. Marcelo lee los cinco diarios: Perfil, La Nación, Clarín, Crónica y Popular. Además, conoce la programación de su canal y la de sus rivales. Por eso al aire se lo nota encendido, iluminado, seguro de sí. Entiende a la perfección el gusto popular –ese que tanto desdeñaron Le Bon y Ortega y Gasset– y sabe qué decir y qué no.

Se divierte y lo refleja en su show. Por eso, en el mejor año de Marcelo, la tinellimanía cobra nuevos bríos. Mientras él, quizá más seguro que nunca, sigue fumando bajo el agua. Las aguas que tan bien conoce.

Junto a su hijo Francisco y algunos amigos, en Bariloche. El fin de semana, la silla séxtuple del Cerro Catedral elevó a Marcelo un poco más de lo que es su costumbre.

Tinelli, por el momento, prefiere tirar la pelota afuera.


“Sé muy bien que me tengo que cuidar. Por eso entreno cuatro o cinco veces por semana".