La correntina se muestra siempre aferrada a su rosario, y afirma que lo suyo no es solo estrategia.
Coti es una de las candidatas a ganar Gran Hermano: no solo tiene una buena lectura del juego, sino que también se anima a trazar estrategias entre mentiras, falsas lágrimas y una sonrisa.
Ya es habitual verla aferrada a su rosario en los momentos claves, incluso cuando se fue Mora miró a la cámara y lo besó a modo de agradecimiento. Ahora, aseguró que lo suyo no es solo buena estrategia ni suerte, sino que tiene una mano divina que la acompaña en esta aventura.
Apenas entró Coti a la casa de Gran Hermano contó su vínculo con la religión y sorprendió a sus compañeros.
"Cierro los ojos y siento que alguien, una voz de hombre, me dijo: 'Todo va a estar bien'. Lo que sí me acuerdo es que me dijo que era una chica muy especial y ahí yo supe que era Dios. A mí nadie me dijo que era Dios, pero yo lo sabía. En ese momento me largué a llorar", señaló.
El editor del programa recopiló las eliminaciones y las contrapuso con varios recortes de Coti manifestando quién quería que se vaya: nunca pifió y su deseo estuvo en concordancia con lo que decidió el público a través de la votación.
"No estoy por rezar, simplemente voy a pedir que se solucione o que suceda lo que tiene que suceder como hasta viene pasando. Es increíble que suceda todo lo quiero", le confesó a Conejo, una tarde que estaban charlando en el patio.
"Yo simplemente le estoy pidiendo a Dios que sea como él quiera. Y yo le pedí a él llegar lejos dentro de Gran Hermano. Entonces, si entro en placa no es para irme porque sé que me va a escuchar", sentenció.