-¿Qué es la pelota de fútbol para usted?
-Ufff -resopla como si le estuviéramos pidiendo revelar el gran secreto de su vida, y casi tomando carrera, avanza…-. En primer lugar, un juguete. El que, por lejos, más me divierte jugar. Soy una persona muy lúdica, pero lo que me pasa con la pelota no me sucede con otra cosa. Digamos que se trata de un juguete que se convirtió en mi vida -sintetiza sin vueltas en plena producción de GENTE, mientras hace rebotar en su rodilla derecha la pelota frente a las cámaras, al tiempo que su ya distintiva frescura y estridente tono de voz, muta en carcajada. Una frescura, un estridente tono de voz y una carcajada con nombre, apellido y sello propios: Morena Beltrán.
Sí, la misma que poco menos de una década atrás decidió tomarse más que de manera personal su futuro, comenzó a escribir hilos en Twitter relacionados con el análisis del fútbol -“que creo que nadie leía”- y a pedirle trabajo a “quienes les pudiera interesar mi propuesta periodística. Porque yo siempre fui determinada. A mí no me ganaba la vergüenza. Yo me mandaba”. Hasta que aquella fusión de “energía, pasión y anhelos” finalmente le permitió abrir las puertas de ESPN e ingresar a la mayor cadena internacional de deportes. “Un gran sueño cumplido”, se muerde el labio inferior antes de escuchar la segunda pregunta de GENTE:
-¿Quién y cómo es usted en realidad? ¿Cuál es su historia? ¿De dónde viene y hacia dónde quiere ir una de las conductoras, periodistas, influencers y analistas deportivas argentinas del momento?
-¿Tenés tiempo para que te cuente?
-Tenemos.
-Entonces, vamos nomás -propone sin vueltas.
“LO MÍO FUE COMO UN FLECHAZO DE ADOLESCENTE… HOY NO PUEDO IMAGINAR MI VIDA SIN EL FÚTBOL”

“Debía nacer a principios de marzo, pero llegué al mundo el 29 de enero de 1999, en la Clínica Tachella, de Haedo. Fui ocho meses prematura. Papá siempre comentaba que apenas me alzó le entraba en una mano, que era súper chiquita y con ojos gigantes”, afirma quien vio la luz hace 26 años, carece de segundo nombre, es hija de Rosana Triolo (58) y Fabián Beltrán (60) -matrimonio cuyo noviazgo inició en el profesorado de Educación física- y la tercera de cuatro hermanos: Santiago (35, guardavidas), Lautaro (33, recibido en Comunicación social) y Lola (22, a punto de terminar la carrera de Comunicación de moda). “Mi familia vivía en Ramos. Pronto nos mudamos a una casa de Parque Leloir, partido de Ituzaingó, donde nos quedamos hasta mis diez años, para volver a Haedo, porque nos resultaba más práctico ya que mi viejo trabajaba por la zona e íbamos a la escuela ahí”, ilustra.

-¿Qué se le viene a la mente de su infancia y adolescencia en la zona oeste?
-Guardo re buenos recuerdos. Somos una familia numerosa, con un montón de primos. A esa edad la conexión era otra. Por ahí cambió bastante en relación a mi hermana, que ya empezó a tener la tecnología más a mano. No me acuerdo de mi infancia tan intervenida. Lo mío era mirar Floricienta o encender la tele los domingos a la mañana. Disfrazarme, o jugar a la cocinita y a las Barbies con mis amigas y con mi prima Sere. Claro, éramos las dos preferidas de nuestras abuelas. Aquella doble jornada en el colegio -de 8 a 17:30- no te permitía mucho más. Yo arranqué el maternal en el Instituto Almirante Guillermo Brown, donde permanecí hasta terminar la secundaria.
-¿En qué materia era buena?
-Me considero bastante nerd en todo todo. Siempre me llevé bastante bien con Matemática. Es que soy un poco así, de resolver y resolver. Lo mío más que la creatividad, el talento, es ser ejecutiva: de estudiarlo, hacerlo, resolverlo. Determinada, laboriosa e insistente.

-¿Y con los deportes, qué?
-Como mis padres son profesores de gimnasia siempre estuvimos atravesados por el deporte. No me acuerdo un año sin haber practicado natación (incluso yendo a campeonatos), hockey, voley, e incluso, ya de más grande, fútbol. Calculá que mi papá laburaba en el club Ateneo, y nos la pasábamos yendo.
-¿Cuándo le llegó el click incontrolable de apego al fútbol?
-En la secundaria, tipo a los doce, trece años, y justamente yendo a ese club. ¿Viste cuando absorbés las pasiones de tus compañeros? Bueno, también empezaba a desarrollar interés por algún chico que me gustaba. Me quedaba viendo partidos, opinaba de fútbol, y así comencé a prestarle atención de otra manera. En esos tiempos ya en casa se seguía a Messi, quien comenzaba a ganar Champions, hacía 91 goles en un año (2012), etcétera. ¡Imaginate mi locura, que colgué pósters de Lionel en mi habitación y hasta llené el álbum de figuritas de Brasil 2014! Con mis padres casi vamos para la semifinal contra Países Bajos en San Pablo, cuando ganamos por penales. Pero resultó muy complicado conseguir entradas. Yo ya andaba en los 15 años y no sabés cómo les taladraba la cabeza.

-¿El monstruo comenzaba a despertarse?
-Ni lo dudes. Y no es que yo de chica siempre tuviera una pelota debajo del brazo, sino que se fue desarrollando con el tiempo. Hoy soy una enferma del fútbol, no puedo imaginar mi vida de otra manera. Muy loco, porque en verdad lo siento adentro mío. Hay gente que nace con el don de poder afirmar: "Esto es para mí, ésta es mi vocación". Otros como yo la vamos descubriendo con el tiempo. Lo descubrís o te encuentra. En mi caso se fue dando en orden cronológico. ¿Mirá si por ahí era una fanática del fútbol de chica y la vida por esas cosas me llevaba para otro lado?... Quizá ahora no estaría hablando con GENTE. Lo mío fue como flechazo consciente de adolescente. Me acuerdo además que antes de terminar el colegio fui a un par de charlas informativas sobre periodismo deportivo para decidir qué estudiar, y no dudé. Una vez que arranqué me gustó más de lo que había imaginado.
-¿Por esos tiempos ya escribía en Twitter?
-Exacto. Y mandaba mensajes a páginas que encontraba, para ver si necesitaban pasantes o algo. Un día me contestaron del blog Abriendo Cancha. Creo que quien lo manejaba se llamaba Diego. Él me dio la oportunidad y empecé escribiendo análisis de fútbol en 2017. Me había despojado de cualquier miedo y hacía la mejor nota posible, sin pensar en su alcance, que debía ser mínimo. Si me gustaba mucho, además se la presentaba a algún profesor, aunque no me la pidiera, para que la viera y corrigiera. Durante Rusia 2018, ya cursando en DeporTEA, veía el entusiasmo de los estudiantes mayores, a los que se les exigía una cobertura más específica -que les llevaba horas-, y pensaba: “¡Qué ganas de estar en tercero!”. Entretanto, yo seguía con mis análisis de juego de los partidos, planteándome por qué había ganado o perdido tal equipo, determinando tácticas y estrategias… Hasta que de repente, en 2019, me llamaron de ESPN. No me dan los horarios para terminar, y recién lo hice al año siguiente, en medio de la pandemia.
“EL DÍA QUE TUVE AQUEL CRUCE CON RIQUELME VOLVÍ A MI CASA ANGUSTIADA Y LLORANDO”



La bonaerense de 1,63 metros y 52 kilos no duda cuando le consultamos sobre los tres momentos más relevantes de su joven carrera, y pronto enumera casi de manera automática: “Uno, cuando recién iniciaba y armaba aquellos hilos para Twitter que recién te comenté. Adoraba el proceso de ver partidos, cortar jugadas piolas, examinar funcionamientos de equipos. Lo disfrutaba a full. Existía esa magia de no ser conocida, la de la no-popularidad, el hecho de que la gente todavía no haya sacado conclusiones sobre vos, ¿viste? El anonimato te brinda otra frescura, al menos yo sentía eso. Se me acercaban futboleros a los que realmente sólo les importaba el juego, entusiastas que “la sentían” como yo… El segundo momento; Cuando me largué a conducir en ESPN noticieros con compañeras mujeres. Algo icónico. Arranqué junto a Agostina Larocca y Mechi Margalot, y luego me llevaron al prime time de las nueve de la noche (SportsCenter nocturno) con Agos Scalise, lo que hizo ruido porque ¡éramos dos minas frente al noticiero emblema de nuestra señal! Y tercero…”, respira.

-¿El Mundial 2022?
-Tal cual. Irrepetible, en el otro lado del mundo. Le sumaría el sorteo previo, que significaba conocer la ciudad en la que íbamos a estar y mi primer vínculo con el evento más importante de mi profesión… Aunque podría agregarte que además cubrí Copas Libertadores y Sudamericanas, definiciones de Champions -donde van todos los flashes-, la Copa América Estados Unidos 2024 y demás, debo reconocer que a mí el día a día el fútbol argentino me resulta espectacular. Asistí a finales en las que no participaron Boca y River, por ejemplo, y me maravilló conocer las historias de los pibes que la jugaban, la de los hinchas que viajaban para no perdérselas. Más allá que hay cosas que no comparto de cómo está organizado nuestro fútbol, para mí todo lo relacionado a él que sucede puertas adentro, en nuestro país, es súper valioso.
-¿Por qué los periodistas deportivos no suelen revelar de qué equipo son hinchas?
-Algunos lo hacen. A mí no me resulta cómodo porque voy todos los fines de semana a distintos estadios, cubro el campo de juego y convivo con la gente. Igual no es algo que pueda definirme. Por ahí de más chica me identificaba como hincha. Pero ya de más grande el tema cambió rotundamente, y empecé a identificarme con el fútbol desde el juego. Me dejó de interpelar ese sentimiento de hincha, para darle lugar a otro más profesional. Yo trato a todos los equipos por igual. Y me lo tomo con naturalidad. Al final de cuentas la gente va a pensar lo que quiera pensar. En estos tiempos en los que el periodismo parece una carrera cada vez más veloz por ver quién dice la cosa más extravagante y más explosiva, para mí es todo lo contrario. Soy de los que piensan que tu trabajo en el tiempo termina mostrando lo que sos.

-Su trabajo en el tiempo mostró un picante ida y vuelta nada menos que con Riquelme…
-Ufff, sí, ese fue un día… No sé si de los peores, pero…
-No nos quedó esa imagen.
-¿En serio? Bueno, gente del ambiente del fútbol que respeto mucho me lo ha marcado también. Pero la realidad es que no fue un día feliz: salí del programa y aparecieron una catarata de comentarios y de mensajes que opinaban distinto, jajaja. Es que Román genera muchísima adhesión. El mismo fanatismo puro por un ídolo máximo -un fanatismo hasta ciego, diría yo- que Marcelo Gallardo en River. Y como además tiene una manera muy particular de contestar… No me lo tomé personal, sin embargo tampoco dejó de ser una respuesta que yo no tendría con alguien. Es especial porque la mía era una pregunta buena, puramente de fútbol.

-Usted le consultó sobre su gusto por los volantes centrales y sus características.
–Y me contestó una obviedad, como que los volantes centrales y el resto de los jugadores lo que deben hacer es darle la pelota a los que lucen el mismo color de camiseta. Yo, cabeza dura como siempre, seguí el tema y le preguntaba y repreguntaba, mientras las caras de mis compañeros en el estudio parecían sugerir: “¡No sigas porque te va a revolear de nuevo!”. Lo cierto fue que esa noche volví angustiada y llorando a mi casa de Saavedra. Porque aunque yo intento que lo que digo sea redondo y con el tiempo me fui ganando el respeto, no deja de existir ese prejuicio con la mina. Uno cree que no, pero al final sigue.
-¿Siente que todavía hay gente al acecho esperando para confrontarlas?
-Sí, hay quienes esperan que la digas un poquito cuadrada para confirmar sus propias teorías; que algo ocurra para que sientan que guardaban razón sobre lo que pensaban. Lo mismo ocurre hacia los futbolistas: hay quienes están esperando que alguno cometa un error para confirmar que, "como te dije, era un burro”.

-Lo cierto fue que llegó afligida a su casa luego del cruce con Román…
-Sí, porque me recontra esfuerzo para salir ojo de la tormenta, como para que vengan así a pincharme el globo tipo de 100 a 0, cuando yo no le quise enseñar nada a nadie. Pasa que, obvio, también me criticaban en distintos lados: “¿Cómo le vas a enseñar de fútbol a Riquelme?” Error. Sólo quería comprenderlo, preguntarle su punto de vista, porque me generaba una contradicción descubrir que al tipo que idolatra, no sé, a Sergio Busquets, después no le guste esa clase de volante central… Igual, a la distancia, siento que si me volviera a suceder, reaccionaría igual, simplemente porque es mi manera de ser. No lo podría evitar. Pero bueno, nada, también hay contextos y cómo se brinda la gente. O sea, yo quiero hablar de fútbol, pero si vos no querés hablar, no hablaremos. Porque un diálogo es de a dos, y lo voy a respetar.
-Igual comparte que, comparando con tiempos no tan lejanos, se aplacó un poco la mirada crítica frente a la opinión de una mujer en materia futbolística, ¿cierto?
-Claramente cambió, aunque nos encontramos a mitad de camino. Yo lo miro desde el lugar en el que estoy y porque no somos muchas las que opinamos. Ojo, tampoco planteo una cuestión de cupo, ni en pedo. Hablo de intentar elevar la vara para todos, hombres y mujeres.

-¿Qué experiencias machistas ha experimentado cubriendo partidos?
-Las sentís en las “chiquitas”, en los mano a mano, cuando por ejemplo te postergan en la zona mixta, al preguntar algo y que no te llegue la respuesta. O cuando te inventan algo o buscan una segunda intención donde no la hay, cosa que no pasa si se trata de un hombre. Como contrapartida, las otras “chiquitas” que te hacen sentir súper incluida llegan cuando los colegas te invitan a asados, comidas y salidas en grupo para hablar de fútbol.
-¿Los piropos en la cancha también bajaron de tono?
-Nnnnnno. El noventa por ciento de los piropos va por el lado de siempre. Igual yo siento que no se grita tanto, que el promedio bajó. Luego, fuera de las barbaridades que te gritan, a veces surge algo más ingenioso, que no tiene que ver con el físico ni con la apariencia.
-¿Cuál ha sido el mejor piropo que ha recibido en una cancha de fútbol?
-“¡Qué ganas de cebarle mate un domingo a la mañana mirando la Premier!”, me fascinó.
“CUANDO LUCAS ME PLANTEA QUE POR ÉL YA SERÍA PADRE, YO LE PROPONGO: “¡CASÉMONOS PRIMERO!”

“El flechazo inicial se lo voy a atribuir él -entonces la joven rubia de ojos castaños acepta ingresar a la conversación que la lleva hacia su pareja desde fines de 2023: Lucas Blondel, marcador derecho de Boca Juniors-. Y el paso para romper el hielo, debo admitir, también lo consumó Lu: vio agua y se tiró a la pile -continúa antes de desandar la génesis del romance que protagonizan-. En realidad lo conozco desde hace mucho, sólo porque me informo del fútbol argentino y él se destacaba en Tigre -cuando estaba por ascender y ya ascendido- como un lateral con mucho gol, algo que no es usual. De hecho, le había hecho una entrevista, jugamos fútbol-tenis, pero hasta ese momento sólo me llamaba la atención como un jugador de buen pie, inteligente. O sea, desde lo profesional. No se me había pasado por la cabeza conocerlo desde otro lugar. Todo surgió charlando -avanza Morena-. Rápidamente sentí su energía y me encantó su forma de ser”.

-¿Y cómo nacieron aquellas conversaciones?
-Por Instagram. Nos seguimos desde hace un montón. Yo había terminado mi relación anterior, de tres años, y no pensaba conocer a alguien. Más allá del duelo, suele ocurrir que uno necesita mirar más hacia dentro. Pasa que de repente se cruzó Lucas con un mensaje que me llamó la atención, mostrando cierta vulnerabilidad que me sorprendió y atrajo, que me sedujo. No sé, con un comentario pequeño sentí que se mostró genuino. Pensé: "Ah, mirá qué raro". Perteneciendo al fútbol, donde el jugador parece ser el tipo super viril con el mejor trabajo del planeta y todo lo que siempre soñó, no noté a un pibe haciendo una pose. Conociéndolo en profundidad, después lo comprobé. Comenzamos a salir y nos pescaron los medios en Uruguay. Ya no pudimos separarnos. Desde el año pasado vivimos juntos en la zona de Colegiales con Pomelo, un Golden cachorro, de un año y cuatro meses, y con Alba, una gatita de cinco años que ya era de Lu.

–Descríbanos cómo es vivir con un futbolista...
-Tommy (Tomás Mantía, defensor central), mi expareja, también era futbolista. Cuando lo conocí jugaba en Alvarado, siguió en Flandria y All Boys. Y bueno, cada uno tiene su personalidad… Lucas en particular es muy reservado. Hay jugadores que por ahí no manejan tan bien algunas cuestiones en las redes, y se muestran o muestran alguna cosa en momentos inoportunos, pero él es todo lo contrario, y al extremo. Incluso cuando se lastimó los ligamentos cruzados de la rodilla derecha en 2024 y permaneció fuera de la cancha durante bastante tiempo, si a Boca no le iba bien, no quería ni salir ni a la calle. Yo le decía: "Vos sos parte, lógico, pero hace cinco meses que no entrás a la cancha". Igual, lo respeto. Es súper exigente consigo mismo, siente el compromiso de querer demostrar su mejor versión y se pone su propia presión en el día a día.

-¿Cómo reacciona él ante las críticas del periodismo?
-A él más que molestarle la crítica del periodismo, le molesta la crítica desmedida. Si yo debo marcarle un error de perfil, de recepción, de lo que sea, lo hago, como lo hago con cualquier otro futbolista. Es parte de mi trabajo y del juego: va a equivocarse, va a mostrar virtudes, la va a clavar al ángulo y le van a comer la espalda. Les pasa a todos los jugadores. Por ahí lo que tienen los laterales -y lo hablamos bastante con Lu- es que ocupan un puesto al que se le pide más, porque el marcador de punta debe defender y atacar. Por lo cual está más expuesto. No ocurre con otras posiciones. Por ahí a un central le pedís que defienda. A un volante central, buenas ubicaciones. A un interno o un enganche, peso ofensivo. Ni hablar a un delantero. Pero al lateral le exigís las dos, ser el mejor defendiendo y aportar en ataque, lo que a la vez representa un recorrido mayor… Y, sí, hablamos de eso. Yo intento que entienda nuestro trabajo. Es mi manera de ejercer el periodismo. Quizá por eso podemos mantener este vínculo. Si yo fuera de otra manera y trabajara de otra manera, no sé si podríamos. Uno no es solamente su trabajo, pero el trabajo que desarrolla también representa un poco su manera de ser.
-¿De qué hablan cuando no hablan de fútbol? ¿Existen planes que alimenten la convivencia o aún es prematuro?
-Sí, hay planes de familia, seguro. Nos re imagino siendo padres.
-¿Hubo algún compromiso?
-No aún, pero yo siempre lo jorobo con el casamiento.

-¿Y él qué le responde?
-Que no vayamos tan rápido, que no nos conocimos hace tanto, que dejemos algo para después.
-Como buen “4” se va por el lateral…
-Tiene un punto. Pero bueno, a mí me gusta la celebración, aunque siento que todavía soy chica y quiero disfrutar un poco más de mi carrera. Al margen de que logres contar con una red familiar de contención, es como que, la verdad, no sé cómo me va a pegar ser madre. Creo que superbien, aunque todavía no estoy… Él sí, ¿ves? Si fuera por Lucas, ya sería padre. Cuando me lo plantea, yo le propongo: "¡Casémonos primero!, disfrutemos eso antes de la paternidad y la maternidad”.
-Entretanto, ¿usted le cocina?
-Normal, para sobrevivir. Me encanta el momento de la cena, del almuerzo, de todo, pero no soy muy de pasar horas en la cocina. Hay que salir adelante con lo básico. ¿Mi especialidad? Tal vez el pastel de papa que preparo con lentejas, medio vegetariano. Se trata de un plato que me copa. Y tartas. Obvio que si mi viejo llama mencionando que nos espera con un rico asado, allá vamos los dos corriendo sin dudar un segundo.
“IMPUTUAL, ROMÁNTICA, DULCE, TERCA, OBSTINADA. DÓCIL Y FANA DE LAS PILCHAS. ASÍ SOY YO”

Su mano derecha revela un tatuaje en forma de pregunta, que no sabrá o no querrá explicar. Leemos “Why not” y le consultamos justamente “¿por qué?” se imprimió ambas palabras en su piel. “Vaya a saber una”, contesta entre sonrisas, evadiendo. Y extiende el tema: “No sé cuántos tatuajes me puse… De entrada debuté con los nombres de mis abuelas 'Martha' (82) -en mi pie derecho- y 'Josefa' (86) -en el izquierdo-. Hay una Copa del Mundo en el brazo derecho. En el izquierdo, otro que reza ‘Para mí, Dios es mi viejo’, por la canción del grupo Las Pastillas del Abuelo. Detrás, en el tríceps, una rosa dedicada a mi mamá Rosana. Luego, por aquí y por allá, una pelota de fútbol, un mate; Groot, el personaje de Guardianes de la galaxia que con Lucas compartimos y amamos; y creo que ninguno más”, redondea Beltrán.

-Los rastros que marcó en su cuerpo remiten al amor paternal y al amor de pareja, pero también a la música, el cine y el fútbol, obvio. Usted casi es una declaración de principios andante.
-¿Viste? Y sí, me encanta la música. Últimamente ando muy piojosa, mal, fanática de Los Piojos. Igual, a Lu no le gano. Le clavás cualquier tema de ellos y a los dos segundos sabe cuál es. En la espalda luce el tatuaje: “Tu arma es tu mente”. También le gusta el Indio Solari. Es muy muy muy muy muy roquero. Escucha cosas de acá y también de afuera. Para el caso, me pone canciones francesas, porque maneja el idioma (Blondel nació hace 28 años en Argentina pero también posee nacionalidad Suiza, país que representa desde 2025 en la Selección mayor). Respecto al cine, nos gusta, si bien yo soy más “seriera”. Ahora terminamos El Eternauta. Vimos Daredevil, de Marvel; Adolescencia y Derek. Muy linda, la recomiendo, habla de los egos.

-Lindo pie para aprovechar e indagar: si tuviera que escribir virtudes y defectos propios como persona, ¿cuáles no podría dejar de mencionar?
-Impuntual. No me enorgullece para nada, al contrario, me da vergüenza, pero no lo puedo evitar. Me pongo muchas cosas en un día y aunque sé que me va a costar cumplirlas, las pongo igual. El único lugar al que llegó en hora es el gimnasio, cinco veces a la semana, porque sé que la clase arranca sin mí… Soy, al mismo tiempo, romántica y dulce. De decir todo el tiempo lo que siento; de pensar y estar atento sobre qué le gusta al otro: una salida, una comida, gestitos. Después, un poco terca, cabeza dura, obstinada. ¿Políticamente correcta? Depende. Si siento que vale la pena, sí; si no, no, olvidate. Y dócil, me adapto a lo que sea. Así soy yo. No me enrosco. Puede ser otra virtud.
-¿Sus grandes debilidades? ¿Los zapatos, las carteras, los perfumes, la ropa, los balones, las camisetas de fútbol…?
-Todo lo que nombraste y en ese orden (se tienta). Por ahí soy más de coleccionar shorts, aunque conservo algunas camisetas firmadas y colgadas en casa como la de Argentina y una de Dibu. Si tenía buena onda con algún jugador, le preguntaba: "Che, si no lo cambiás con nadie, ¿me das tu short?" Los uso de entrecasa. En un momento pedía camisetas y se las daba a mi papá. Nunca se calzaría la de dos o tres equipos que evitaré nombrar; del resto sí… En síntesis, para contestarte redondo, soy fana de las pilchas y sus derivados.

-¿Y de qué juega la analista de fútbol cuando se calza los cortos?
-Disfruto en el medio, si es cancha chica prefiero abajo, aunque en realidad me paro donde me necesiten. Derecha e inteligente para moverme, resistente antes que rápida, no convierto muchos goles, porque busco más el pase y asociarme. Tampoco abundo en talento, soy promedio. Ahora juego bastante con Sofi (Martínez), que me invita a su equipo, El Farsa. Antes compartía otro con mi hermano Santi. Me gusta mucho el mixto.
-¿Qué actividades sorprendentes o hobbys alejados de su trabajo cultiva?
-Pintar, ¡el arte! Me encanta encontrar buenos libros para pintar con fibrones. También probé acrílicos y motivos abstractos. Más realistas, me cuestan. Es un hábito que adquirí gracias a Lucas. De mi gente, por ahí mi vieja y su familia siempre fueron más creativos. De parte de mi padre, más ejecutivos. Okey, yo salí a los últimos. Lu es super creativo. Pintar es un excelente pasatiempo para el tiempo libre. A mí me ayuda a desconectar. El arte resulta bastante terapéutico.

-¿El fútbol es arte para usted?
-Sin dudas. Surge del talento y el talento está conectado con el arte… Como notarás, el fútbol es mi pasión, ¿no? (respira profundo)
-A propósito de fútbol y su pasión, ¿se anima a un ping pong sobre el tema?
-Obvio. Me encanta. Dale.
-Perfecto
–Te escucho -lanza desafiante promediando la entrevista.
“EL BUEN PERIODISMO ES UNA CARRERA DE RESISTENCIA Y PASO CORTO MÁS QUE DE HABLAR FUERTE E IR AL RITMO DE LO EFÍMERO“

-Si tuviera que delinear un jugador contemporáneo con lo mejor de aquellos que ha visto…
-... Es muy difícil no elegir a Messi en todo.
-Anímese: ¿El cabezazo de quién debería tener?
–El de Martín Palermo.
-¿Despliegue?
-Rodri De Paul.
-¿Panorama dentro de la cancha?
-Me quedaría con el de Juan Román Riquelme.
-¿La pierna derecha?
-Apuntame la de Bati (Gabriel Batistuta).
-¿Izquierda?
-Ahí dame dos, las de (Diego) Maradona y la de Lionel.

-¿La Facha?
-De Lucas (Blondel), mi chico.
-¿Por qué comentarista se saca el sombrero?
-Hay varios, si bien para mí hoy en mi país lideran Diego Latorre, Ariel Senosiain y Juan Pablo Varsky.
-¿Cuál fue el mejor equipo que ha visto?
-Sin dudar, el Seleccionado de Scaloni. Se sostiene desde la Copa América de 2021, en Brasil. Ya pasaron cinco años. Es increíble lo que se logró. En Qatar tuvo picos muy muy altos, también en varios partidos de Eliminatorias. Ni hablar de que ganó la Finalissima 2022 y Estados Unidos 2024.

-Si usted fuese directora técnica, ¿a qué colega le gustaría parecerse?
-Precisamente a Lionel Scaloni, una persona que lidera desde el perfil bajo y el conocimiento, pero sobre todo desde la sabiduría de comprender al grupo que dirige. Esos tres puntos, más allá de lo estratégico y táctico, me gustan mucho de él.
-¿Se anima a armar la Beltraneta, con las mejores periodistas deportivas argentinas que juegan al fútbol?
-Considerando nuestra técnica y nuestras capacidades físicas, entiendo que podríamos llegar a ser un buen equipo de fútbol cinco... Para arquera viene difícil, porque ¿viste que es un puesto que le tiene que gustar a quien lo elija, no? Así que vamos a turnarnos. Lo que sí, a Lola del Carril la quiero arriba, de delantera. A Sofi (Martínez), un poco de atacante y un poco de enganche en el medio. Como es mi equipo, la Beltraneta, yo me voy a poner y de defensora, con recorrido. Agregaría a la China Sanjuan, que trabaja en el fútbol, por todo lo que transmite, y a Sarita Sklate, en un rol polifuncional. Entre todas nos complementaríamos… Ah, y meteme a Chechu Bonelli y a Agos Larocca, que saben bastante. Desde ya pido disculpas si me olvidé alguna otra, pero bueno, ya va a haber otra convocatoria (ríe).

-¿Y quién sería una buena analista para el partido que jueguen?
-Muchas… Ángela Lerena, por ejemplo.
-¿Cuál es el principal consejo que le lanzaría a quienes deben cubrir un partido?
-En mi experiencia y aun equivocándome, llevar buen abrigo y calzado adecuado y cómodo. Porque uno subestima el tiempo, la temperatura. Luego, el estilo, como quieras lucirlo, más o menos canchero.
-¿Consume juegos de fútbol en línea tipo PlayStation?
-La verdad, no. Por ahí es una deuda encontrarle el gustito a la Play, pero no lo tengo.
-Fruto auténtico de las redes que lo vieron nacer en el periodismo, ¿cómo se lleva hoy con ellas?
-Bien. O sea, antes era mucho más activa, sobre todo en Twitter (a la fecha, X). Hablaba más para la comunidad futbolera que me estuviera leyendo y quería intercambiar opiniones, pero me alejé un poco porque me agotó el hateo y los comentarios de cuarta. Ahora estoy mucho más tranca. Son momentos.


-¿Qué conclusiones cree que la gente sacó de usted después de leerla y escucharla?
-No sé. Yo sólo puedo asegurar que sigo persiguiendo aquello que me identifica y que creo como nunca que la construcción de un buen periodismo es una carrera de resistencia y paso corto más que de hablar fuerte, llamar la atención e ir al ritmo de lo efímero. También, puedo afirmar que soy muy agradecida del lugar que me gané y de la oportunidad que me dieron, y que más allá de que ahora, siendo un poco más grande, me aparecen otros deseos un poco fuera de lo profesional, tengo la firme convicción de que esto es lo que me apasiona y lo que quiero hacer por mucho tiempo.
-¿Se encuentra más enamorada del periodismo o del fútbol, Morena Beltrán?
-Definitivamente del fútbol.
Fotos: Chris Beliera
Imágenes biográficas: Cortesía de M.B.
Producción y estilismo: Jazmín Ochoa
Diseño de tapa y arte digital: Darío Alvarellos
Filmación y edición de videos: Martina Cretella
Maquillaje y peinado: Ana Paula Amaya Santi (@Anapaulapuntocom)Looks: Natalia Antolín (@nantolin), Imán (@iman_official), Mono fuk (@mono.fuk), Puma (@pumaargentina), En lo de Antonia (@enlodeantonia -calzados-) y Satora company (@satoracompany -accesorios-)