Hoy Italia amaneció distinta. Ayer nos fuimos a dormir con el dolor de los números de una enfermedad que nos golpea a todos. A las seis de la tarde, el horario que estableció el gobierno para dar los partes, nos enteramos de que teníamos 2.648 nuevos casos y 475 muertos, un récord desde que empezó esta pandemia. Como conté ayer en la primera nota que hice para GENTE, acá se tomaron tarde las medidas. Pero sorprende que a una semana de haberse establecido la cuarentena obligatoria los números, en lugar de bajar, estén subiendo.
Esto hizo que hoy los controles sean más duros que nunca. Cuando saqué al perro del departamento, me encontré con una imagen que no había visto: un policía echando de la plaza a la gente que había salido junto a sus hijos a andar en bicicleta. A una semana de la orden de no salir, algunos violan la medida, por lo cual los controles se intensificaron.
Pero en general la ciudad de Milán está vacía. Aunque el subte y el metro funcionan con servicios como los días feriados, casi no hay gente. Eso, lo de los horarios, fue un error que provocó que mucha gente se junte en los andenes y el contagio fue peor. Leí que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires estableció que las líneas de subte en CABA sólo paren en las cabeceras y en aquellas estaciones donde se hacen combinaciones con otros trenes: ¡grave error! Al igual que lo que pasó en Italia, concentrar gente es lo peor que se puede hacer. Cuantas más estaciones hay abiertas, menos gente se junta. Espero que entiendan y revean esta medida.
El resto de la ciudad está desolado. Las iglesias están cerradas, una imagen que en Italia jamás imaginé que iba a ver, y las largas colas en las puertas de los supermercados hablan de un temor que tenemos todos: que a medida que pasen los días el desabastecimiento sea mayor al que tenemos hoy. Está claro que en momentos de cuarentena, con los proveedores haciendo magia para entregar la mercadería, esto podía pasar.
Una de las cosas que más se lleva la gente son los packs de agua mineral: quedan muy pocos. También las salsas de tomate, porque se sabe que para los tanos la pasta no puede faltar. El pan lactal también escasea. Creo que los números altos de contagios y de muertes asustaron un poco a la gente, que salió a abastecerse de forma compulsiva. Una de las imágenes más tristes del día: los camiones del ejército trasladando decenas de féretros para que sean incinerados en otro lugar, porque el cementerio de Bérgamo ya no tenía más capacidad. Los datos de hoy, los que acaban de dar, tampoco son alentadores: 427 muertos y 4.400 nuevos casos. En total hay 33.190 personas contagiadas y 3.405 muertos. El promedio de muertos en Italia es uno de los más altos del mundo: más de un 10 por ciento, y eso es porque Italia tiene un 23 por ciento de su población en el rango de 60 a 65 años. También hay 300 casos positivos en chicos, aunque no están en riesgo.
Acá la cuarentena, algo que seguramente van a vivir a partir de mañana si el gobierno argentino lo anuncia esta tarde, es bastante estricta. Sólo una persona de la familia puede ir al supermercado. Hay que hacer la cola en la puerta y mantener un metro de distancia. Hoy me pasó que una mujer venía con cinco bolsas y el marido la estaba esperando en la esquina para ayudarla. Pero el que entra es sólo uno de la familia. Las farmacias también están abiertas, pero todo el resto de los negocios están cerrados, no hay nada abierto. Todo insumo de primera necesidad, pero ferreterías, casas de ropa, juguetería: cerrado.
Pero a la gente le cuesta entender que no puede salir y el gobierno está pensando en sacar el ejército a la calle, para que se cumpla sí o sí. Por ejemplo, podés sacar a tu perro, pero no te podés quedar una hora en la calle. Si te para la Policía y no vas a comprar, tenés sí o sí que mostrar el papel que te permite circular. Y si mentiste porque querías ir a visitar a un amigo, tenés tres meses de prisión y una multa de 260 euros.
Hoy, cuando se conoció el número de muertos diarios y se supo que ya pasamos a China, se encendieron todas las alarmas. Esta semana llegó a Italia una comisión de China para intentar ayudar a parar esto, que se volvió incontrolable. Y lo primero que dijeron fue: “Hay mucha gente en la calle”. Ellos frenaron el virus porque fueron estrictos con las medidas. Por eso tienen que entender en Argentina: en este momento la única vacuna para frenar este virus somos nosotros: ¡quedate en casa!
Desde Milán: Cecilia Pángaro