“Las giras también tienen sus placeres tántricos” – GENTE Online
 

“Las giras también tienen sus placeres tántricos”

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Ni bandejas doradas de sushi, ni botellas de champagne inconseguibles, ni rubias de la televisión de la tarde, ni drogas de diseño. La única exigencia que los miembros de The Police tuvieron durante su estadía porteña en el Faena Hotel + Universe fue que en las habitaciones hubiera pavas eléctricas para poder tomar sus tés en hebras cuando se les diera la gana. Sólo eso. Sin embargo, para el líder de la banda, “las giras también tienen sus placeres tántricos...

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Tres aviones, cien técnicos (y doscientos cincuenta más que se sumaron en Buenos Aires), un equipo dedicado a la filmación de un DVD sobre la estadía y los shows en la Argentina, veinte habitaciones en el Faena, una gira mundial que ya tuvo más de setenta presentaciones y tres nombres otra vez sobre el escenario para poner replay en la historia de un grupo que marcó los setenta y buena parte de los ochenta con hits que no pierden actualidad. Ahí están: Sting (56), Andy Summers (65) y Stewart Copeland (55) otra vez juntos, otra vez tocando. Sí, volvió The Police… La primera y única vez había sido en diciembre del ’80, con un show en Obras y otro en New York City, presentando su último álbum de estudio, Synchronicity. Ahora, 27 años después, están de regreso. Llegaron a Ezeiza en la madrugada del viernes, en un vuelo privado que los trajo desde México. Allí, en la pista, los esperaban dos vans Mercedes Benz con vidrios polarizados para llevarlos directamente hasta el hotel más glam de Puerto Madero.

El guitarrista, Andy Summers, se instaló en la Suite Presidencial: vista al río y a la ciudad, dos terrazas, sábanas de algodón egipcio y un home theater con parlantes hasta en el baño. El baterista, Stewart Copeland, durmió en La Torre,
una suite de tres pisos con cortinas aterciopeladas y un derroche de lujo que incluye una lámpara de fibra óptica que
va cambiando de color. Y Sting, el líder de todo esto, se alojó con su mujer, Trudie Styler, en la Imperial: dos pisos, 360
metros cuadrados, un comedor como para dar un banquete, masajes a toda hora, frutas frescas y una línea directa para
pedir lo que quisiera. Sin embargo, a pesar de las delicias disponibles, el cantante viajó con su chef personal: una
francesa que lo acompaña durante toda la gira, le prepara platos macrobióticos y es, en parte, la responsable de que a
sus 56 años Sting esté… Bueno, ya vieron cómo está Sting…

El viernes, el líder de The Police se quedó durante todo el día en su suite. Sólo salió para ir a la piscina y al spa Hamman,
donde solicitó unos baños griegos. Andy Summers, mientras tanto, se paseaba con Maurice, uno de sus hijos
gemelos, por la ciudad y sacaba fotos con su cámara Leica, con la que desde hace años sale de viaje y que le sirvió para
editar el libro I’ll be watching you: Inside The Police 1980- 1983, con fotos de la intimidad de la banda en sus últimos
años de acción. A la noche, Sting y Copeland hicieron una excursión bien turística: cena con show de tango incluido en
el restaurante Gala, pleno San Telmo, dejando por un rato la dieta macrobiótica para despacharse con un bife de chorizo
bien criollo y vino malbec. Trudie, el amor de Sting desde hace quince años, por supuesto, los acompañó.
Al día siguiente, día del primer show, a las cuatro de la tarde, tres vans distintas buscaron a los músicos en la puerta del hotel para llevarlos al Monumental, casi cinco horas antes del show. En los camarines, compuestos por un living
común provisto con frutas, chocolates y distintas clases de jugos, y tres habitaciones separadas para cada uno, Sting
se dedicó a dar vueltas en cuero, charlar con los técnicos y comer cereales. Mientras, la banda local Cuentos Borgeanos
calentaba el escenario y, como telonero de lujo, iba a estar Beck, uno de los artistas más relevantes
de la década de los noventa, una verdadera joyita que pasó un tanto desapercibida. Y después sí, con un despliegue de luces tremendo, cinco pantallas hi-fi y un sonido aplanador, The Police salió al escenario y con los primeros acordes de Message in a bottle dio comienzo a una noche pletórica de clásicos para el delirio de los 60 mil fans de todas las edades que llenaban el estadio. Una hora y media en la que el rock y la energía de la banda hicieron que el show fuera emotivo sin caer en la
nostalgia, con Sting tirando frases en español y una catarata de hits imbatibles como De Do Do Do, De Da Da Da, So
Lonelyo Every Breath You Take. Después de todo, ¿qué tema de The Police no es un clásico?

El domingo, tras el primer show, los muchachos estuvieron más activos. Al mediodía, Sting y Summers fueron a almorzar
a La Brigada, en San Telmo, mientras Copeland, fanático del polo, iba a ver la tercera fecha del Abierto en Palermo, donde
se cruzaban Indios Chapaleufú II y Ellerstina. Ahí, Eduardo El Ruso Heguy le regaló su camiseta. Después, los tres se
encontraron en River y dieron el último show. De vuelta en el hotel, Alan Faena los agasajó con una fiesta íntima en The
Library Lounge, donde toda la troupe de The Police terminó bailando cumbia, con Sting y su mujer, Trudie, a la cabeza.
Según dijeron los pocos invitados locales, el líder de la banda es puro derroche de romanticismo con su esposa, y en
cuanto a la relación entre los integrantes de la banda, que en sus buenos tiempos solían terminar a las trompadas, los tres
coinciden: “Ahora, de viejos, nos llevamos mejor que de jóvenes. Parece que estamos volviendo a ser amigos”.
El lunes se levantaron al mediodía, Sting y su mujer desayunaron cereales en una mesa junto a la pileta y a las dos
de la tarde partieron rumbo a la confitería Ideal para tomar una clase de tango. Y recién el martes partieron rumbo a
Chile, donde tenían la próxima escala de su gira.

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Fue en noviembre del año pasado, después de tanto sexo tántrico (llegó a confiar que pasaba ocho horas seguidas haciéndole el amor a la sonriente Trudie), que a Sting se le ocurrió una idea: reunir a la banda. Unos llamados telefónicos volvieron a poner todo en movimiento y a los pocos meses, Sting, Summers y Copeland estaban otra vez ensayando como en los viejos tiempos, otra vez de gira por el mundo, otra vez aterrizando en la Argentina para todo esto.

Lunes 3, cuatro de la tarde, después de un chapuzón en la pileta del hotel Faena. Sting y su troupe disfrutaron de Buenos Aires durante cinco días.

Lunes 3, cuatro de la tarde, después de un chapuzón en la pileta del hotel Faena. Sting y su troupe disfrutaron de Buenos Aires durante cinco días.

Sting, a sol y a sombra junto a su mujer, la actriz y productora de cine Trudie Styler.

Sting, a sol y a sombra junto a su mujer, la actriz y productora de cine Trudie Styler.

Sting, Copeland y Summers otra vez sobre un escenario.

Sting, Copeland y Summers otra vez sobre un escenario.

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