Es argentino, peleó en la Franja de Gaza, lo hirieron y cuenta cómo es estar en medio de la guerra – GENTE Online
 

Es argentino, peleó en la Franja de Gaza, lo hirieron y cuenta cómo es estar en medio de la guerra

A los 23 años Ezequiel Tzrcina decidió irse a vivir a Israel para tomar partido contra el antisemitismo reinante, sumándose al Ejército. Luego de vivir la guerra con Hamas en carne propia, le relata a Revista GENTE cómo fue su experiencia y cómo es la vida -y su vida- hoy en Israel.
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Ezequiel no lo esperaba…

Hasta aquel 7 de octubre de 2023 que marcaría un antes y un después en la historia de Israel y de Medio Oriente, cuando la organización política y paramilitar palestina Hamas inició una ofensiva por mar, aire y tierra en el sur de suelo israelí asesinando alrededor de 1.200 personas y tomando 220 como rehenes para llevarlas a la Franja de Gaza, donde varios de ellos -a la fecha 133– aún se encuentran, Ezequiel no esperaba vivir lo que vivió.

Porque cuando, a los 23 años, Ezequiel Tzrcina (27, Buenos Aires) decidió mudarse a Israel, con el objetivo de sumarse al Ejército y defender a Israel, no creía que entraría en una guerra y mucho menos aún que pelearía en la Franja de Gaza.

“Pero sucedió”, le dice a Revista GENTE desde Holon, a cinco kilómetros de Tel Aviv. “Y no sólo sucedió, si no casi pierdo un brazo en combate”, ilustra. “Fue un momento duro. Hasta que me di cuenta de que a lo sumo perdía el brazo, pero no me iba a morir. Entonces me relajé y empecé a sentir el dolor, pero sabiendo que viviría”, relata uno de los momentos más difíciles que transitó en su existencia, antes de contarnos su historia y su paso por la Franja de Gaza.

Irme a vivir a Israel fue una respuesta a las situaciones antisemitas que vi en mi vida”

“No es que desde chiquito siempre quise irme a vivir a Israel o tenía ese sueño: fue algo que me fue surgiendo con el tiempo”, recuerda quien nació en Argentina, donde vivió hasta 2020, cuando decidió irse a Israel, para formar parte del Ejército.

–¿Por qué Israel?

–Fue una respuesta a la impotencia que me dieron varias situaciones de antisemitismo que vi en mi vida. Quería hacer algo por el pueblo judío, y me pareció que la mejor manera era venirme y dedicar una parte de mi tiempo para defender Israel. De hecho, no sabía si iba a quedarme. En principio mi idea era venir dos años, formar parte de Ejército y luego ver si me quedaba o no. Bueno, finalmente decidí quedarme.

Ezequiel Tzrcina vive en Israel hace cuatro años.

–¿Cómo es ese proceso para enlistarse allá?

–Hay muchas formas de hacerlo. A los pocos días de haber llegado, yo fui a un centro de reclutamiento y dije “vengo a voluntarizarme”. Es todo un proceso. A mí me llevó diez meses, porque primero te evalúan psicológicamente. Claro, no quieren que vengas a matar árabes como un loco, ni a suicidarte. Quieren comprobar que venís a defender a Israel y no a otra cosa. Después es un proceso de selección, te miden de toda forma posible para saber qué posibilidades tenés adentro del Ejército.

–¿Qué hiciste durante esos diez meses?

–Cinco meses estudié hebreo de forma intensiva, viviendo en Haifa, y entrené para el Ejército. También trabajé en actividades educativas. Estuve un mes de vacaciones en Argentina, volví y empecé mi servicio.

Tzrcina eligió irse a vivir a Israel a los 23 años.

–¿Cómo es ser soldado por elección para alguien como vos que se crió en un país donde el servicio militar no es obligatorio?

–Hay una diferencia importante porque todos los israelíes formaron parte del Ejército (es obligatorio hasta los 22 años). Una ventaja con la que yo no conté. Pero los vas escuchando y te vas formando. Para ellos el Ejército está muy arraigado en la cultura. Al principio yo no entendía mucho, y mis compañeros, que eran más jóvenes que yo, me iban guiando. Para mí no fue tan loco verme con un arma por primera vez, pero para los argentinos que no están acostumbrados entiendo que fue un shock.

–¿En qué área del Ejército te encontrabas?

–En infantería, era soldado por tierra. La unidad se llama Paracaidistas, porque en el pasado justamente se utilizaba el paracaidismo en las guerras. Ya no, pero a la unidad le quedó el nombre por tradición. Hicimos un curso de paracaidismo, nos tiramos un par de veces, pero no se utiliza más a la hora de combatir. Lo elegí yo. Es una buena unidad. Hay que hacer varias pruebas, exámenes complicados, para los que había entrenado mucho, y logré ingresar.

Ezequiel Tzrcina durante su tiempo en el ejército.

Y pensar que les dije a mis padres: 'No pasa nada, a Gaza nunca voy a entrar...'"

Tras el 7 de octubre, el Ejército salió a defender al país y sus ciudadanos y comenzó una guerra contra el grupo terrorista Hamas. Varias unidades ingresaron en la Franja de Gaza para realizar diferentes operativos con el objetivo de encontrar a los secuestrados y llevarlos de regreso a sus casas. En una de estas unidades se encontraba Ezequiel, que entró a la Franja de Gaza.

“Cuando entré al Ejército no imaginaba que iba a enfrentarme a una guerra. Pensé que no iba a pasar –memora Tzrcina–. Recuerdo que cuando terminé todos los cursos y finalmente me recibí como combatiente, le dije a mi mamá: ‘No pasa nada, a Gaza nunca voy a entrar’. Estábamos confiados en que de Gaza no iba a salir un ataque de esta magnitud. Nunca imaginamos que podía haber una guerra así… Lo bueno es que, aunque creíamos que no iba a suceder, estábamos preparados, entrenados para guerras… Lo cierto es que el día en que estaba por entrar a la Franja, recapitulé: “¡Uy, le mentí a mi mamá!”.

–¿Dónde estabas el sábado 7 de octubre?

–Había terminado el Ejército hacía cuatro meses, estaba liberado, en búsqueda laboral: la semana siguiente me había agendado tres entrevistas de trabajo… Puntualmente, como casi todos los israelíes, a las 6.30 de la mañana me desperté por las alarmas de los misiles. No corrí al refugio, porque estamos un poco acostumbrados a las sirenas. Pensé: '¿Cuál es la probabilidad de que me pegue a mí?'. Pero las sirenas siguieron un rato largo, porque eran muchos los misiles. Cuando vi los videos de los terroristas dentro de Israel y cómo estaban secuestrando personas, entendí que la situación era más grave que siempre. Entonces…

–¿Entonces?

–Por haberme voluntarizado en el Ejército, yo estuve menos tiempo que mis compañeros. Pero ya había terminado y ellos seguían en él. Así que le escribí a quien había sido mi comandante y le dije: “Si me necesitás, estoy listo. Cuando quieras vuelvo”.

¿Qué se te pasaba por la cabeza en ese momento?

–Un poco de miedo, adrenalina… Tuve miedo hasta que llegué a Gaza. Ahí ya entrás en modo soldado y olvidás el temor. La sensación era de impotencia y al mismo tiempo de intentar hacer todo lo posible para poder rescatar a los secuestrados.

–Cuando vos dijiste ‘estoy listo’ y te reincorporaste a tu unidad, ¿el plan era entrar a Gaza o no lo sabías?

–No. Cuando el 7 de octubre volví a mi base todavía no sabíamos si íbamos a entrar. Podía ser que nos mandaran a la frontera con Líbano o un montón de cosas, pero yo no sabía qué iba a pasar. A los diez días nos adelantaron que sí íbamos a ingresar. Y empezamos a entrenar específicamente para eso.

Ezequiel Tzrcina fue miembro del ejército de Israel.

–¿Cómo fue el momento en que entraron a la Franja de Gaza? ¿Le avisaste a tu familia en Argentina?

–Les adelanté a mis papás que me sacarían el celular por una cuestión de manejar información secreta. No les conté que entraba. Entrar significó un momento muy extraño. Fue como, 'wow, estamos adentro'. Al principio es campo, con lo cual no es lo que imaginás, pero una vez que te vas adentrando a la ciudad aparece lo que uno ve en las fotos… Es mucha gente, son muchos departamentos, muchos edificios.

–¿Qué hicieron una vez adentro?

–Hay un hospital que sabíamos que Hamás utilizaba como base terrorista, y sospechábamos que había secuestrados que se encontraban ahí. Así que mi misión, junto con la de otros batallones, era rodear ese hospital, para que después una unidad especial pudiese ingresar a la edificación. Nosotros nos ocupamos de que los alrededores estuvieran seguros para que ingresaran.

Cuando me di cuenta de que no iba a morirme, me relajé”

Tzrcina relata que durante esa misma jornada lo hirieron. “Ya habíamos terminado con el hospital, así que, debíamos hacer lo mismo, proteger a otro objetivo, avanzando un par de kilómetros”, cuenta.

“Claro, nosotros entrábamos a un edificio, chequeábamos que no hubiera terroristas y avisábamos –continúa–… Yendo en los tanques, el comandante nos pide a mí y otros dos soldados que nos quedemos afuera del edificio para que ningún terrorista se acercara. Pero había uno en el edificio de enfrente. No sabemos si activó una bomba antitanque o qué, pero estalló en la calle, cerca nuestro y…”, Ezequiel enlentece un poco su relato.

–¿Ahí recibiste la esquirla en el brazo?

–Exacto. Porque todo mi cuerpo estaba cubierto menos los brazos, que sobresalían sosteniendo el arma. Pronto me empezó a salir mucha sangre. Entonces me puse completamente detrás de la columna y empecé a dar indicaciones para proteger al resto: “Pónganse en resguardo, que puede ser que nos disparen”. Hasta que vino un compañero y me hizo el torniquete. Ahí me di cuenta de que, a lo sumo perdía el brazo, pero no me iba a morir. Entonces me relajé sabiendo que viviría. Me metieron en un edificio para que me tratara la doctora, y empecé gritar porque me dolía. Me subí al tanque. Después un jeep que me sacó de Gaza. Ahí me esperaba un helicóptero que me llevó al hospital para la cirugía.

Ezequiel se entrenó en el Ejército para una guerra, por si llegaba a suceder.

–¿Qué sucedió luego? ¿Tus compañeros se quedaron en la Franja?

–Yo salí en el día 15 del operativo y ellos estuvieron un total de 45 días, salieron por una semana y volvieron a entrar 53 días. Salieron otra semana y entraron de nuevo una más. En total permanecieron más de 100 días. Una vez que me hirieron, yo nunca volví. Ellos dejaron Gaza hace bastante, y no se sabe si van a volver o si los van a mandar al norte. No se sabe.

–¿Vos podrías volver a entrar al Ejército?

–No por un año, debido a mi tipo de herida. Después será un poco decisión de los médicos y mía, por supuesto. Si faltaran soldados hoy y los doctores autorizaran, volvería ahora mismo. Pasa que físicamente no estoy recuperado: el movimiento del brazo todavía no es completo. La sensibilidad en la mano, tampoco, ya que tengo un hormigueo constante en los dedos. No se sabe si me van a quedar secuelas. Puede ser que sí o que no, veremos... Sigo yendo al hospital una vez por semana para que me traten en kinesiología, fisioterapia. Lo relacionado a esta herida me lo cubre el Ejército, el Ministerio de Defensa.

–Y psicológicamente, ¿cómo lo venís viviendo?

–No estoy seguro. Creo que va a tomar años sacar esto de adentro mío. Al principio transité días en los que estuve muy triste durante bastante tiempo; ahora estoy mejor. Dentro de todo me considero estable.

Lo que más molesta a la gente no es la guerra, si no los secuestrados”

Tras salir de Gaza y comenzar a recuperarse de la herida, Ezequiel empezó a hacer su vida en Israel como un ciudadano más. “Lo que más le molesta a la gente no es la guerra, si no el tema de los secuestrados: es lo que más le baja la moral. En todo momento hay 133 que faltan todavía entre nosotros”, puntualiza.

–¿Cómo es tu vida ahora, fuera del Ejército?

–Soy gerente de cuentas para una empresa que se llama Evolution. Trabajo desde acá para clientes argentinos. Es una multinacional, pero por el idioma me pusieron esos clientes. Después de eso, es una vida bastante normal: entreno, me veo con amigos, llevo una vida promedio.

Ezequiel Tzrcina disfruta de vivir en Israel, a pesar de la guerra.

–¿Cómo sentís el clima social en Israel?

–Hay fiestas, eventos culturales, todo funciona, pero, como te dije recién, continuamente recordamos que hay secuestrados, y queremos que vuelvan. Nos baja la moral. Ningún festejo es completo, ninguna felicidad es completa, todo el tiempo pensamos en ellos. Quizá hay un mayor reconocimiento a los soldados, pero no es que ahora se ven más soldados en la calle, porque en Israel se los ve siempre, de manera cotidiana.

–En este contexto de guerra, ¿pensaste en volver a Argentina?

–Varios amigos se volvieron, pero en este momento difícil me quedaría. Es un momento importante para estar en Israel. Estando en Argentina, sentiría demasiada impotencia. No me fui de mi país enojado ni con bronca. A Argentina le guardo un gran cariño. Estoy muy orgulloso de ser argentino. Es una parte importante de mi vida, de mi historia. Puede ser que en un futuro regrese. Pero la realidad laboral es mejor en Israel que en Argentina, y lo tomo como otro argumento más quedarme. Al mismo tiempo Argentina tiene un montón de cosas buenísimas que Israel no, con lo cual no estoy seguro. Así que por el momento planeo quedarme en Israel, sin decir que nunca volvería a Argentina.

Cierra Ezequiel Tzrcina una historia que no esperaba, pero le tocó y toca vivir.

Fotos: Gentileza de E.T.

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