«Mi hijo ya empezó a impartir justicia desde el cielo» – GENTE Online
 

"Mi hijo ya empezó a impartir justicia desde el cielo"

"Madres, en vuestras manos tenéis la salvación del mundo". (León Tolstoi)

 Afuera del hogar donde
vivía Leandro, el móvil enviado como custodia policial delata el agujero de un
balazo en medio de su parabrisas. Puertas adentro, la madre de Leandro siente el
dolor de otro balazo, pero en medio de su corazón. "A la mañana, casi me
internan
-explica María Denegri (41)-. Sufrí una crisis. Quería romper cada cosa
a mi alrededor. Logré calmarme tomando media pastilla de Alplax. Después, comí
mi primer plato de comida en quince días: arroz con pollo que me preparó mi tía
Verónica. En total, bajé 5, 6 kilos. Si fuera por mí, no probaría bocado hasta
desaparecer. Lamentablemente no puedo entregarme.
-¿No puede?
-No puedo, querido. No puedo…

"MATARON A UN GRANDE DE VERDAD". Carlos Leandro Denegri nació con 3,250 kilos
del domingo 21 de diciembre de 1980 en el Hospital Español y murió de un tiro en
la cabeza el viernes 27 de junio de 2003 frente a su casa. María desanda la
cercana noche trágica. "Me llamó: 'Ma, no me quedo en lo de Jael (la novia). Voy
para allá'. Le pedí que antes de llegar le avisara al señor que vigila en el
barrio. Llovía y, supongo que intentando que el hombre no se mojara, prefirió
arreglárselas solo. A eso de la medianoche -exactamente a las 12:07- escuché
gritos. Salí y lo descubrí muerto dentro de su Ford Fiesta, modelo 96. Esa
imagen me atormentará eternamente. Recién ahora estoy arrancando con mi duelo".

Recién ahora, porque apenas se despidió de su hijo en el Cementerio Iraola,
camino a La Plata, inició aquella cruzada a la que pocos le vaticinaban un
desenlace alentador. "Voy a levantar una carpa frente a la comisaría y la
mantendré esperando que aparezcan los criminales
", amenazó y cumplió. "Los
comerciantes apoyaron mi pedido sin molestarse porque les cortara el tránsito.
Incluso, de la Comisaría 5ta. me tiraron un cable para conectar la estufa, y nos
prestaban el sanitario. Olía a una movida especial, pacífica. Si ni yo, que
cuando necesito putear, puteo, mandé una mala palabra en las tres marchas".
El
jueves 11 de julio por la madrugada fueron detenidos los tres presuntos
responsables del asesinato.

"Siento que en cada paso que di, Leandro me acompañó", apunta María, quebrada en
lágrimas. "La ayuda de las autoridades y la emoción del subcomisario Jorge
Oquendo al concretarse el procedimiento en el Paraje El Porvenir, de Wilde, me
demostraron que a los argentinos aún nos queda una esperanza. No tengo doble
apellido, ni cargo ni tarjeta de crédito. Sólo la fuerza de una mamá que perdió
parte de su alma. Y no sólo perdí yo en la jugada macabra. Mataron a un grande
de verdad. Quizás al futuro Presidente del país, si me permitís. Siento que Leo,
que soñaba convertirse pronto en juez y pelear por los derechos ciudadanos,
empezó a impartir justicia desde el cielo
", agrega.

"LOS DERECHOS AJENOS, MIS DERECHOS". Entonces, María, que nació en La Banda
(Santiago del Estero), el 13 de marzo de 1962, vivió en San Lorenzo (Santa Fe) y
se radicó en la Capital Federal a los 17, se saca y pone el anillo de oro que un
lustro atrás le obsequiara a Leandro y deja que su pausada y deprimida voz
fluya. "Crié sola a Leo. Mejor obviemos hablar del padre ausente. Hablemos de su
carita hermosa. La vi por primera vez a las 15:20, tras dos horas de pre-parto.
Ante tanta felicidad
-recuerdo a la distancia-, se me cruzó por la cabeza una
imagen terrible:
'Siento tanto amor por él que le quitaría la vida y me quitaría
la mía para evitar verlo sufrir', pensé. Sobresalía por lo tipazo y respetuoso.
Estudió en la Escuela General San Martín y en el Hipólito Vieytes. Un bocho.
Preparaba a sus amigos. Gran jugador de fútbol. Amante del pastel de carne, las
gaseosas, el cine, las salidas. 1,80, fachero. Se acostaba a las tres de la
mañana, trabajaba de 9 a 17 como cadete en DATCO S.A. (una empresa de
informática) y luego seguía viaje a la Facultad de Derecho. Iba a cursar cuarto
año. Le restaban tres. Ayudaba con los gastos y soñaba comprar una casa para
dejar la que alquilamos por 600 pesos. La casa. Un centro de reuniones, cumples,
asados que terminaban en la pileta. ¡Tiempos hermosos!… Pucha. Exijo que el 27
de junio sea decretado duelo nacional y planeo abrir una fundación con su nombre
para que ninguna madre sufra un desgarro parecido. ¿Podrás publicar mis mails?
Acepto asesoramiento y apoyo: [email protected] o [email protected]. Yo
no sé nada de desarmaderos. Yo sólo quiero una norma para que quienes cargan
armas sin licencia vayan a la cárcel. El que carga armas, las carga para
delinquir. Si a los que promueven las leyes les hubieran fusilado un hijo, esas
leyes habrían salido. A mí me llaman de aquí y de allá apoyándome. Hay que
aprovechar semejante oportunidad. Mis objetivos no apuntan a la pena de muerte.
No soy Dios para pedir que maten a nadie. Respeto los derechos ajenos aunque
también exijo mis derechos",
proclama y se queda en silencio.

"SE RESPIRA OTRO CLIMA EN WILDE", pensó el subcomisario Oquendo el jueves, al
salir de ronda rutinaria y comprobar que la gente lo aplaudía. ¿La policía
ovacionada? Algo había cambiado, una luz brillaba, si bien alrededor las cosas
seguían a oscuras. "Esto no es tierra de nadie. Es tierra de los delincuentes.
Hace un par de días, cerquita, mataron a otra persona. Sin embargo, en la medida
que se resuelvan los casos, cambiará la historia"
, retoma María, entremezclada
en los brazos de familiares, parientes y amigos que no le permiten caerse. Como
ella no permite que se caiga Jael (19), la novia del hijo, que planeaba mudarse
con él y, en estado de shock, todavía no puede emitir ni media palabra.

"Tampoco podría caerme", enfatiza María Denegri y enfoca. Allí surgen sus hijos.
Está Alejandro (21), hincha millonario, como Leandro, y al que le dedicó,
desencajado, corriendo al fondo, el tanto que le dio a River el último
Campeonato Clausura: "¡Goooool, Leo. Para vos, Leo!". Está Matías (19), que
anoche despertó desesperado y extraña a Leandro escucharlo burlándose de cómo
canta. Está Lucas (15), que solía investigar el paradero de los perfumes y la
ropa del coqueto Leandro para "pedírselos prestado sin autorización" -bromea-. Y
está Candela (4), que pregunta cuándo bajará Leandro de la estrella en la que
descansa, porque "iba a traerme unos huevitos Kinder", susurra.

También está su desconsolada abuela Adela (65), que no sabe de qué manera ocupar
el vacío que le queda a las 7:30, horario en el que se levantaba para prepararle
a Leandro el desayuno. Y está el padrastro, Alfredo Lentini (48), que no olvida
cuando Leandro lo convocaba de madrugada para cambiar la rueda pinchada. Y está
el tío Carlos (36), que recibía una ayuda monetaria mensual de Leandro "mientras buscás laburo". Y están sus amigos, varios e incondicionales, que no desean dar
sus nombres sino lanzar palabras sueltas como homenaje a Leandro: "El
incondicional. El responsable. El chabón de 22 con cabeza de 40. El altruista.
El mejor. El futuro".
Están todos… El único que no está es Leandro.

-¿Y por qué no puede entregarse, María?
-Mirá alrededor. Por ellos. Por él. No puedo entregarme. La lucha recién
comienza.

Sin la fuerza que me transmite él, no podría seguir esta cruzada". María ensaya una sonrisa desde el living de su casa en la sureña localidad bonarense. ">

"Sin la fuerza que me transmite él, no podría seguir esta cruzada". María ensaya una sonrisa desde el living de su casa en la sureña localidad bonarense.

Leandro con su novia, María Jael, y sus hermanos Lucas, Alejandro -abrazado a la novia, Carolina- y Candela. Su mamá reveló el rollo el domingo 13.

Leandro con su novia, María Jael, y sus hermanos Lucas, Alejandro -abrazado a la novia, Carolina- y Candela. Su mamá reveló el rollo el domingo 13.

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig