José María Muscari habló en +GENTE sobre de su idea de diversidad y explicó cómo aprendió a ignorar las críticas más reaccionarias – GENTE Online
 

José María Muscari: “Mi idea de la diversidad va más allá de la sexualidad”

El dramaturgo y director llegó este año a su obra número 70 y sigue imparable. En diálogo con Celeste Montanari para +Gente cuenta por qué su idea de la diversidad abarca aspectos que van más allá de la sexualidad.
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70 obras. Esa es la cifra que describe el impacto de José María Muscari en el teatro argentino. A sus 46 años y con tres décadas de carrera, el director y dramaturgo sigue, imparable, sumando propuestas a la cartelera nacional: Coqueluche será el próximo estreno luego de las exitosas Perdida Mente, Sex y Plagio. En diálogo con Celeste Montanari en el marco de +GENTE, Muscari habló sobre su idea de diversidad y explicó cómo aprendió a ignorar las críticas del público más reaccionario. 

Desde su adolescencia como actor en el Parakultural y sus primeras creaciones independientes en los 90 a su actualidad en la cúpula taquillera del teatro comercial. Muscari montó producciones de todos los géneros y tamaños, siempre con una pulsión por expandir la oferta de géneros, de registros, de puestas en escena y de elencos. Tiene un olfato innato para el matcheo de artistas que capturan la atención del público. En el camino, supo ofrecer nuevas perspectivas sobre la sexualidad, la edad, la identidad de género, y la diversidad de cuerpos.

Arrancó su carrera artística en el Parakultural: ya estrenó más de 70 obras y encabeza la cima del teatro comercial. Foto: Fabián Uset.

Abiertamente gay desde el minuto cero de su vida pública, su ímpetu provocador también aparece en su recorrido frente a las cámaras, ya sea como entrevistador o panelista televisivo de mirada desprejuiciada, o como protagonista, como cuando formó la primera pareja de hombres bailarines en la franquicia de Bailando por un sueño, en Showmatch. Pero su casa está en el teatro. 

La actual Plagio es un ejemplo de cómo funciona la cabeza de Muscari. Junto a su dupla creativa en la escritura, Mariela Asensio, había terminado el libreto de una obra sobre dos lesbianas en la política viviendo su relación en secreto. “Después que la escribí me di cuenta que estaba bueno pensarla también para dos varones. Y cuando tuve esas dos versiones, pensé ‘estaría bueno que sea una mirada de heterosexual’ y ahí como que hice la trampa de escribirla para una pareja hetero, pero con una diferencia de edad grande. Y después invertí los roles: el mayor era el hombre y la menor la mujer”, cuenta. 

Coqueluche, protagonizada por Betiana Blum y Julieta Poggio, es su obra más reciente. Foto: Fabián Uset.

“Yo creo que todas las personas que escribimos no escribimos sobre lo que queremos, sino sobre lo que podemos. Es una pulsión depurativa, de sacar de adentro algo que me habita.”

- José María Muscari en +GENTE.

Vestite como quieras, vestite para vos

En línea con una filosofía que invita a derribar los mitos construidos alrededor de las construcciones sociales, el género y la indumentaria, Skip acompaña la segunda temporada de +Gente matcheando con la narrativa “vestite como quieras, vestite para vos.”, de la que hace bandera la marca.

GENTE: ¿Qué te lleva a querer escribir sobre relaciones diversas, de diferentes edades y sexualidades? ¿Tu ser diverso te atraviesa a la hora de escribir? 

José María Muscari: Creo que siempre tuve una conciencia de la diversidad desde un lugar mucho menos estereotipado de lo que está en boga o que tiene visibilidad ahora, que antes no tenía. Creo que siempre fui diverso. Diverso desde el mejor sentido de la palabra, que no se reduce a la sexualidad ni al género. Mis obras siempre fueron catalogadas como diferentes. Porque me tomaba la licencia de mezclar a alguien súper vigente con alguien súper vintage. Alguien muy polémico con alguien súper clásico. Siempre fui diverso porque podía estar bailando en la pista de Showmatch con un hombre y dirigiendo una obra en el Teatro San Martín. Fui el primer director que llevó a una actriz trans al San Martín como a Mariana A, lo cual también fue toda una controversia hace 10 o 12 años atrás, en donde hoy quizás que una actriz trans habite el San Martín es totalmente lógico y hasta forma parte de determinados estatutos que hay que cumplir. En ese momento no. O sea, tuve que convencer al Teatro San Martín que para mi obra se necesitaba una actriz trans.

G: ¿Te costó que te permitan tener una actriz trans en el elenco de Fetiche?

JMM: En ese momento sí. Imagínate que al San Martín lo dirigía Kive Staiff, que era una persona mucho más clásica. Pero siempre hablo de la apertura que él tuvo para entender que ara contar esa historia yo además de actrices extraordinarias y súper legitimadas como Hilda Bernard, María Fiorentino, Julieta Vallina o Edda Bustamante, necesitaba a Maríana A, porque había un componente de esa historia que estaba bueno que lo haga una actriz trans. Volviendo un poco lo que te decía antes, creo que desde que yo era adolescente, que es cuando empecé a dirigir, siempre tuve una conciencia de la diversidad que no se circunscribe a la sexualidad. Yo festejo todo tipo de diversidad, respeto toda la diversidad, incluso la que está un poco metida con fórceps. 

G: ¿Cuál sería esa “diversidad forzada”?

JMM: Es esa a la que, cuando es “el mes de la diversidad”, determinados programas o lugares le dan bola y el resto del año evitan el tema. Aún así prefiero que suceda eso a que no suceda. Creo que conduce a algo positivo, pero en mi caso siempre tuve una conciencia de la diversidad, no como algo que hay que hacer para incluir a alguien que está excluido, sino porque está en mi naturaleza.

El método Muscari para armar elencos diversos e inesperados

José María Muscari siempre sorprende con sus elencos. Como cuando convocó a Beatriz Salomon, Noemi Alan, Luisa Albinoni y otras icónicas de los 80 para protagonizar Extinguidas en calle Corrientes. O cuando eligió a Moria Casán para interpretar a Julio César y subvertir el género del protagonista de la tragedia escrita por William Shakespeare. O ahora, juntando a la ex-Gran Hermano Julieta Poggio con la consagrada Betiana Blum en Coqueluche, una comedia de enredos que se estrena el 16 de agosto. 

En una carrera de tres décadas sobran los ejemplos de ensambles exitosos de actores y actrices con diferentes trayectorias y procedencias. La experiencia Sex le permite ir todavía más allá en un mismo espectáculo. “Cuando estrené la obra estaba Esther Goris, que tiene más de 60 años, y en su momento estuvo Jorge Diorio, que tenía 70. Entonces, hay un momento en donde lo diverso tiene que ver con la edad. En otro momento tiene que ver con el género. En otro momento tiene que ver con el cuerpo”, reflexiona. 

G: ¿Hay una estrategia en armar un elenco en el que ponés, por ejemplo, a un actor consagrado que no está teniendo trabajo hace mucho o a una identidad sexual diferente que no tuvo oportunidades?

JMM: En Sex, Barbie Di Rocco no está porque yo quiero que haya alguien que pertenezca al colectivo o que represente la diversidad. Pero siempre en Sex hubo determinados componentes que no tenían que ver con los cánones más convencionales en relación a la sexualidad. Si me circunscribo a Perdidamente, no es que la protagoniza Leonor Benedetto -que tiene 80 años y que hace bastante tiempo que no estaba protagonizando una obra en la calle Corrientes- porque la quiero incluir porque ella está aislada del sistema. Simplemente necesitaba que esa historia la cuente una persona como Leonor. Si voy a Plagio, a Thelma Fardín que, por diferentes situaciones, conocemos un montón su nombre, pero quizás no había protagonizado ninguna obra de teatro comercial y yo quise que ella protagonice. Simplemente me parece que actúa muy bien y sería genial, que esté en la obra de la misma manera en que pensé en Inés Estévez o pensé en Esther Goris. No hay una diferenciación en relación a lo diverso para incluirlo y que eso sea un valor aportado en mi teatro. 

José María Muscari y Celeste Montanari, conductora de +GENTE.

G: ¿Qué te motiva entonces?

JMM: Es jodida la respuesta, pero soy tan egoísta que simplemente pienso en la gente que a mí me gusta. Yo a Barbie Di Rocco la veía en la tele y me parecía una mina re pensante. Me encantaba, quería que estuviera alguna vez en una obra mía y cuando hubo un bache la llamé. A Leonor Benedetto un día la vi en una entrevista en la televisión y dije “Pará, esta vieja re canchera la quiero en una obra mía” y la llamé. A Thelma Fardín la había visto en un par de series. Más allá de la situación social por la que pasó, del juicio que tiene, es una re actriz y la quería en una obra mía. No es que a esas tres personas las llamé porque sabía que configuraban algo diferente. Las llamé por egoísta, porque me gustaban a mí como actuaban.

G: ¿Sos consciente de que, al tener el poder para darle un lugar en un escenario a gente que, por una razón como la de Thelma, no tiene trabajo en el medio revertís situaciones injustas?

JMM: Entiendo eso porque me lo decís, porque me lo dicen mucho, porque todo el tiempo me hablan de mí mecanismo de recuperación de determinadas personas, pero no es algo en lo que yo pienso, la verdad. En ese sentido quiero ser muy sincero, no es que hago un trabajo social en el que busque excluidos del sistema o gente que la esté pasando mal y les doy laburo. 

G: Tenés piel con la persona y ya…

JMM: Sí. Me siento tan empoderado por el hecho de que puedo soñar ideas, concretarlas y que el público me diga que sí, que no estoy pensando si a alguien le va a caer mal o le va a caer bien. Si yo tengo ganas de que Barbie Di Rocco esté en Sex y a alguien le molesta que haya una chica trans, que me la chupe. Me chupa un huevo. Me da igual si Barbie es trans o no. Me gusta cómo es ella y la llamo. Si a alguien le jode mucho o no le cree a Thelma o está del lado de Juan Darthés y le molesta que yo la haya puesto en Plagio, bueno, no que no venga. A mí me encanta cómo está Thelma, le creo desde el primer momento. Estaba de su lado y en otro momento también la llamé a Calu Rivero para actuar. Si esto te impide venir a ver Plagio porque no querés ver a Thelma, bueno, no la veas, qué querés que te diga. Si a alguien le parece un bajonazo ir a ver una obra que protagoniza una actriz de 81 años como Leonor, que no venga. Que vaya a las redes y mire un pendejo de 20. Yo a mi obra quiero que la protagonice alguien que tiene 81.

Cómo José María Muscari pasó del nicho queer a convertirse en un artista popular

Muscari tenía solo 16 años cuando debutó con su propio espectáculo Necesitamos oxígeno en el Centro Parakultural de Buenos Aires y se volvió rápidamente en una sensación del under. Con obras a sala llena gracias al trabajo de volanteo de sus actores vestidos en personaje y toda clase de estrategias de marketing para llamar la atención en vía pública, a los 22 ya tenía su primera Estrella de Mar por Mujeres de carne podrida

“Enseguida me gané mi lugar en el under. Fui muy exitoso, muy respetado”, dice. En aquel momento todo parecía servido para que el jovencísimo talento diera un salto al grán público, pero no fue tan fácil. Desangradas en Glamour , la obra con la que llegaba a la calle Corrientes en 1999 estaba protagonizada por Florencia Peña, Julieta Ortega, Marta Bianchi, Sandra Ballesteros, Ana Acosta y Carola Reyna, duró apenas tres meses en cartel. Le llevaría casi una década más y un gran tendal de obras sentir que finalmente lograría ocupar el lugar que deseaba en el gran público: seguir siendo él mismo sin concesiones. 

"Cuando Tinelli me llamó le dije: 'bueno, dale. Acepto, pero  si me dejás bailar con un hombre'". Foto: Fabián Uset.

“No lograba dialogar con el gran público de la misma manera que dialogaba con el público más selecto en el under. Dudaba de mí mismo y pensaba: ‘Se ve que lo mío no funciona para el gran público, se ve que tengo que estar en el under’. Algo que no estaba terminando de depurar. Creía que tenía que cambiar mi forma de hacer las cosas, hasta que me di cuenta que no era así”. 

Transparente, nunca invisible

La producción de las cápsulas de la segunda temporada de +GENTE se llevaron a cabo con el apoyo de Absolut, una marca que desde hace más de 40 años trabaja sobre la diversidad con la intención de construir un mundo libre de etiquetas

G: ¿Cómo te diste cuenta que podías ser tal cual sos frente al gran público? 

JMM: Fue fundamental para mí cuando me llamaron para estar en Showmatch por primera vez. Marcelo Tinelli me llamó para estar en ShowMatch y durante el año anterior había sido analista en Sábado Show. Y yo siempre decía que para mí Showmatch no era un concurso de baile, sino un concurso de personalidades en donde el baile era un pretexto. Entonces cuando Tinelli me llamó le dije: “Bueno, dale. Acepto, pero  si me dejás bailar con un hombre. ¿Por qué? Porque yo considero que tu programa no es un programa de baile es un programa de personalidad, vos me estás llamando porque yo soy gay, soy asumido. Entonces lo más orgánico para mí sería bailar con un hombre, no con una mujer. Entonces creo que si vos me dejaras aflorar con mi verdadera personalidad en la pista va a ser más fácil para mí y para vos”. 

G: ¿Tinelli qué te dijo? 

JMM: Él tuvo la lucidez de entenderlo enseguida. De hecho fuimos la primera pareja de hombres en la historia de los Bailando del mundo. Estuvo buenísimo lo que sucedió y ahí lo uno a esto que preguntabas antes. Creo que en ese momento, a mis treinta y pico de años, me di cuenta que eso es lo que yo tenía que lograr también con el teatro: yo tenía que lograr seguir siendo igual de queer. No tenía que tratar de ser menos queer para insertarme al sistema, que era la fantasía que tenía previamente, sino que yo tenía que seguir siendo tan queer y que el que me compre, me compre, y el que no, no. Hace 15 años atrás, quizás si yo me sentaba en una nota como ahora no te decía de manera tan clara que si a alguien le cae mal Thelma no venga a ver mi obra. Quizás era más políticamente correcto. 

G: ¿Eras más políticamente correcto antes?

JMM: Claro. Ahora de verdad me chupa un huevo.

Los clósets que faltan romper

G: ¿Cómo navegaste el descubrimiento de tu identidad sexual en tu contexto familiar?

JMM: Yo soy un hijo único que fue muy deseado, muy esperado. Mi papá falleció hace casi 18 años. Mi mamá es como mi fan número uno. Hasta el día de hoy tengo una relación muy cercana. Como desde mi adolescencia me relaciono con el mundo del teatro nunca fue un problema quién soy, cómo me visto o cómo habito la existencia. Creo que soy una persona muy beneficiada. No sé cómo hubiera sido mi contexto, si yo a mis 20 años no me hubiera ido a vivir solo o no hubiera tenido padres que verdaderamente me amaban más allá de cuál era mi sexualidad.

G: ¿Tuviste que salir del clóset?

JMM: Nunca tuve la necesidad de decirle: “Ché, papá, te quiero contar que Marcelo, el médico que viene a comer a casa una vez por semana, no es mi amigo, es mi novio”. Él nunca me lo preguntó, nunca tuve la necesidad de decírselo ni de ponerme a besar a mi novio delante de él. Creo que una parte de su inconsciente obviamente lo sabía. En el caso de mi mamá sí. Un día a mis veintipico años se me cayó de la agenda una foto abrazado con un chico. Ella me preguntó y le dije que era mi novio. Se puso a llorar, me abrazó y me dijo ahí: “Yo te voy a amar siempre porque sos mi hijo, elijas lo que elijas”. Y nunca más fue un tema a partir de ahí. Conoce a mis novios, es fan de mis novios y que yo sea o deje de ser gay no es un tema para ella. Lo aceptó muy naturalmente. En el caso de mi papá, creo que inconscientemente también lo aceptó, aunque nunca lo habló.

G: ¿Qué closet crees que te falta romper? 

JMM: Está muy buena la pregunta porque vengo de terapia y hoy estuvimos hablando con mi terapeuta, Elvira, sobre que tengo muy resuelta mi vida en general: en relación a los afectos, en relación a lo laboral. Pero mi vida en relación a lo amoroso no está tan resuelta. Entonces ahí hay como un closet emocional que estaría bueno romper. Hace bastante tiempo que no me enamoro. No soy fácil de enamorarme. Creo que soy muy entregado en un montón de aspectos de la vida, pero no soy igual de entregado en el aspecto emocional. Hoy mi psicóloga me decía que estaría bueno que, así como soy de práctico para lo laboral, para lo familiar, para lo sexual, puede hacerlo para lo emocional, pero que eso implica un poco de riesgo y también un poco de trabajo, así que creo que el closet que me falta romper es el clóset emocional. Voy a por ello.

Redactó para GENTE: Gabriel Orqueda.


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