"Las directoras de primaria fueron a una librería cercana, y el dueño les preguntó si eran de acá y les regaló una tijera. 'La más cara que tenía, como donación para la escuela por la alegría que tenía', me dijeron". La ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, cuenta la anécdota y se le ilumina la cara. Se siente parte de una transformación importante en la enseñanza en la Ciudad de Buenos Aires.
Es que los polos educativos pueden cambiar el destino de muchos chicos. Ya hay ocho en toda Capital. Los últimos inaugurados están en el Barrio 31 (Polo Mugica) y en Mataderos, dos lugares habitualmente alejados del calor del progreso.
El primero alberga a 1.808 alumnos en los niveles inicial, primario y un centro educativo para adultos (allí se remodeló y amplió la cercana Escuela Banderitas, frente a los Tribunales de Comodoro Py). El segundo (en el que resta terminar la obra del primario y el jardín), alrededor de 1.500. Ambos, además, con comedor y playón deportivo.
–¿Por qué es importante la instalación de un Polo Educativo?
–Las familias buscan una solución educativa para sus hijos a largo plazo, que se les asegure el ingreso desde jardín hasta la primaria y secundaria. En especial si tienen hermanitos de distintas edades, y también por un tema de seguridad. Para nosotros, la ventaja es que tienen un pasaje de nivel mucho más aceitado, por el mayor diálogo entre maestros y profesores de los distintos niveles. Y para los chicos, esto ayuda a su retención escolar, sobre todo en la secundaria, porque se sienten parte de un mismo proyecto.
–¿Está previsto que se construyan más?
–Nosotros vamos a seguir llevando escuelas adonde no hay. No en todos los casos se puede construir una solución integral como un polo. En otros, haciendo alguno de los niveles llegamos al mismo resultado. Eso sucedió en Lugano: allí levantamos un jardín donde había un primario y un secundario. Pero al margen de los polos, construimos 54 escuelas nuevas en cuatro años; es un montón. La de Villa 31 es la primera escuela pública adentro de ese barrio. Pusimos un jardín, una primaria y un centro educativo para adultos. Es un polo diferente: en vez de una secundaria, levantamos un lugar para que las mamás y los papás terminen la escuela.
–Cada uno tiene su particularidad. ¿Cuál es la de éste de Mataderos?
–Es la primera escuela técnica que se inaugura en los últimos 40 años. Y se planeó con una orientación nueva: en TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y Medios Audiovisuales. Esto tiene que ver con las industrias que más crecen en la ciudad, y los dos mayores polos productivos: el tecnológico en Parque Patricios y el audiovisual en Palermo, donde hay mucha demanda de mano de obra, que no se llega a cubrir porque faltan profesionales. Y el terciario es de Nuevas Tecnologías. Fue pensado para el desarrollo económico de la ciudad. Además, esta escuela ya nació como Secundaria del Futuro.
–¿Qué significa eso?
–El año pasado lanzamos el proyecto. Había 19 Secundarias del Futuro, y este 2019 empezaron otras 25. Es otra forma de enseñar, para chicos con otra forma de aprender. Buscamos que sean competentes en empleos que por ahí todavía no existen. Les enseñamos por campos de conocimiento, y no por asignaturas; los docentes trabajan en parejas pedagógicas: el de matemáticas con el de geografía, por ejemplo; y por proyectos, resolviendo problemas de la vida cotidiana. Es más atractivo, y tienen tutores que hacen un seguimiento personalizado.
–¿Qué garantiza que tales chicos logren, de este modo, una mejor preparación?
–Todavía no hay evaluaciones de impacto. Pero vemos que mejoraron los niveles de promoción de materias. Nosotros no queremos que aprendan de memoria, sino que utilicen la información para resolver problemas. Tampoco que estén mirando al frente, viendo la nuca de un compañero, sino que aprendan en forma colaborativa, en grupos, con mucha tecnología. No es lo mismo ver geografía con un mapa colgado en la pared que con Google Earth.
–¿Cuál es hoy el nivel de los chicos de la ciudad?
–En las dos últimas pruebas Aprender a nivel nacional para chicos de sexto grado y quinto año, salió como la mejor jurisdicción a nivel primario y secundario. Creemos que hay mucho por mejorar, como en matemáticas y ciencias, que son la base para todas las futuras profesiones que tendrán más demanda en la ciudad. Nosotros no vemos a la educación aislada de la comunidad donde se desarrolla. Hoy, ocho de cada diez chicos terminan el secundario en la ciudad de Buenos Aires, pero muy pocos van a la universidad, y quienes lo hacen eligen carreras que luego no tendrán demanda suficiente.
–Se anotan en las tradicionales…
–Abogacía, administración, contabilidad, psicología y enfermería, aunque en esta última sí nos faltan profesionales. Pero hay cinco mil puestos vacantes en el Polo Tecnológico que no podemos cubrir. Si los chicos mejoran en matemáticas y ciencias, elegirán profesiones que tengan un sesgo más volcado a las industrias que se desarrollan en Buenos Aires.
–¿Por qué cree que eligen esas carreras?
–Por un lado, por falta de conocimiento sobre lo que se puede estudiar. Las universidades poseen una oferta muy tradicional. En el mundo terciario hay modelos más flexibles y modernos, con carreras con salida laboral, pero no están tan difundidos o no tienen tanto prestigio como los de las universidades. Y otra cosa: visto con perspectiva de género, hay pocas chicas trabajando en tecnología, en software. Y es por la falta de referentes mujeres en ese rubro. Por eso contamos con un programa llamado Aprender Programando,donde tenemos cupos con la mitad de mujeres. Las secundarias orientadas al cambio del mundo laboral también ayudarán a esto: hoy se trabaja con materiales digitales desde el jardín.
–¿Hay suficientes docentes capacitados para ello?
–No hay suficientes, y no sólo en tecnología. Faltan maestros y profesores de primaria, de inglés, de física, de química… Por algún motivo prefieren ser contadores y no docentes.
–¿Por la plata que ganan…?
–No te creas. Obvio que siempre pueden ganar más y quisiera que fuera así. Pero tenemos un salario inicial para un docente recién recibido, a marzo, de 44.800 pesos de bolsillo. No sé si en todas las profesiones, recién recibidos, cobran eso. De todos modos, los que hay han tenido capacitación sobre el uso de tecnologías en clase. Y cuentan con facilitadores digitales que los acompañan para pensar las estrategias dentro del aula.
Por Hugo Martin.
Fotos: Alejandro Carra y Julio César Ruíz.
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