Corría la mañana del 15 de julio de 1997. Dos disparos interrumpieron el clásico silencio que reinaba en el inicio de la jornada en South Beach, Miami. Un corredero de sangre y un cadáver, el de Giovanni Maria Versace, más conocido como Gianni Versace, quien murió en el acto. De esa forma, la vida de uno de los principales diseñadores de moda se terminó en medio de un ascendente momento de su carrera profesional -su empresa estaba cotizada en ese instante en 1.400 millones de dólares-. Y allí también nació un mito.
De acuerdo con un informe elaborado por psicólogos del FBI, Andrew Cunanan, el asesino, acechó y mató a Gianni Versace por "soberbia y omnipotencia criminal común a muchos asesinos seriales. Eligen personajes encumbrados como un cazador cuelga en una pared el mejor animal que mató. Es un rasgo psicopático muy común: su modo de creerse (o ser) famoso". El hombre vestía ropa deportiva y huyó del lugar sin mucha prisa, caminando con total tranquilidad por la emblemática Ocean Drive.
La historia del argentino que fue clave para esclarecer el asesinato de Versace
El crimen de Versace conmocionó a Estados Unidos, al punto tal que en horas el FBI recibió más de 1.500 llamados afirmando haber visto al asesino que era uno de los diez delincuentes más buscados por las fuerzas policiales. El rostro de Cunanan era tapa de todos los diarios y se ofrecía una recompensa de 65 mil dólares a quien aportara datos certeros sobre su paradero. El argentino Guillermo Volpe los dio.
“El asesino de Versace está durmiendo en mi barco. En el último muelle de la marina de la 55 y Collins", le dijo el hombre al detective Michael Accarino en una llamada telefónica. Como eran tantos los mensajes que recibía la policía, el dato se desestimó.
"Estacioné el auto en la entrada de la Marina y lo vi. Vestía un pantalón negro de tela y una camisa color verde. Tenía anteojos para leer, barba de tres o cuatro días y estaba bastante bronceado”, le decía a GENTE en la edición publicada el 31 de julio con el testimonio de quien fue el encargado de descubrir el paradero de Cunanan.
26 años después, este medio volvió a contactar a Volpe. En la actualidad vive en su barco en Porto Colom, Mallorca, y se dedica a la náutica. Recuerda ese día como si fuera ayer. “La embarcación la vendí al año del episodio, compré una un poco más grande y me cruce el Atlántico, escapando del sueño americano”, revela.
Sobre los hechos, rememora: “Fui por la mañana a mi barco y vi salir un hombre. Luego, cuando entré, encontré todos los periódicos del asesinato de Versace y ahí me di cuenta de que se trataba de Cunanan. Recuerdo mucha movida mediática. La ciudad era un caos. Luego de eso vendimos muchísimas fotos y reportajes, era un no parar”.
“El aporte a la investigación fue claro porque Cunanan nunca dejó el barrio. De hecho, lo ejecutaron a pocos metros de donde yo tenía mi embarcación. Fueron muchas horas de declaración, idas y venidas a la policía y al FBI que, sin lugar a dudas, es mucho más torpe que en las películas”, completa.
La historia negra del asesino de Gianni Versace
Nada en su infancia permitía pronosticar que se convertiría en un asesino. Según su madre, Mary Ann Cunanan, a los seis años Andrew leía la Biblia, y sus amigos del exclusivo colegio Bishop, de la Jolla, California, donde se graduó con honores, lo eligieron como "el compañero con menos posibilidades de ser olvidado".
Fue a la Universidad de California, en San Diego, pero casi no asistió a clases. Por entonces, sus padres descubrieron videos sadomasoquistas debajo de su cama, y poco después se dieron cuenta de que ellos eran los únicos que ignoraban que su hijo era homosexual.
"Andrew andaba siempre con mucho dinero. Nos enteramos de que trabajaba como gigoló de viejos ricachones", dice ahora su madre. En la década de los '80, Andrew vivió en San Francisco, tal vez la capital gay del mundo. Se hacía llamar Andrew Da Silva y decía poseer una mansión en la Riviera francesa, un ingenio azucarero en Filipinas y ser arquitecto recibido en Yale.
Lucía Rolex de oro, camisas caras y fumaba habanos Cohiba. Un examigo suyo de San Diego lo describe así: "Sabía elegir el champagne adecuado, sabía ganarse a la gente". Andrew mentía a sus padres: "Lo que dicen de mí son calumnias de personas que me envidian", argumentaba. Y les mostraba la foto de una mujer y una nena que supuestamente eran su esposa y su hija.
"Soy vendedor inmobiliario y gano comisiones millonarias", añadía. Cuando su padre, Modesto Cunanan, huyó a Filipinas acusado de estafas, Andrew lo acompañó. "Es para no dejarlo solo", explicó a su madre. Pero la verdad es que también a él lo buscaba la policía por robos a viejos millonarios homosexuales.
Al año volvió a los Estados Unidos, con documentos falsos, y convivió con un millonario en San Diego, quien terminó por echarlo de su casa cuando supo que Andrew lo engañaba con otros hombres de San Francisco.
El psicólogo criminalista Anthony Sandler, consultor del FBI, dice: "Yo creo que mató a Versace para ser recordado como un mártir del mal. Este tipo de criminales siempre buscan ser el centro de atención y llegan a cualquier límite para conseguirlo".
Así fue el último adiós a Gianni Versace
Al día siguiente del asesinato, el 16 de julio, se celebró un funeral judío a ataúd abierto. Un día después, sus restos fueron incinerados y llevados por su hermana Donatella a la finca familiar en Milán. Algunas de sus musas, Naomi Campbell y la luego ex primera dama francesa, Carla Bruni, también lo despidieron.
"Siempre recordándote, Gianni Versace. Tus creaciones siguen siendo tan relevantes hoy como por entonces. Permanecés en mi corazón", escribió en memoria del diseñador su amiga Naomi Campbell.
Donato de Santis reveló que tuvo que reconocer el cuerpo de Versace
Cuando mataron a Versace, quien lo deleitaba en la cocina desde hacía cuatro años –y con platos como chauchas cocinadas en aceite de almendras y ralladura de limón, acompañadas por un lenguado pasado por harina de polenta– era Donato de Santis. El día en el que Cunanan asesinó a Versace, el cocinero argentino tuvo que reconocer el cuerpo, declarar ante el FBI y cocinar en su honor para los hermanos del diseñador, Donatella y Santo.
Así recuerda al diseñador a quien conoció en el restaurante Bice, de Palm Beach, en 1992: “Siempre fue muy respetuoso. Era una persona muy introvertida, reservada y semi distante. Después, cuando empezabas a hablar, por ahí te invitaba a sentarse a tomar una copa de vino”. Acerca de ese fatídico 15 de julio, De Santis rememora: “Como nadie de su familia había llegado al Jackson Memorial, me tuve que hacer cargo de todo. ¡Sólo me faltó llamar al presidente Clinton! Ellos llegaron cerca de las dos de la mañana y sólo pudieron ver el cuerpo a través de un vidrio”.
La cocina de Versace en la que trabajó Donato de Santis
"Era una cocina muy sencilla la de Versace, casi una cocina aristocrática de antaño, donde los platos eran ovalados a la francesa, pero con comida italiana siempre. Mucha hortaliza, mucha legumbre. Amaba el risotto, sencillo, blanco, a lo sumo con zucchini, o con azafrán. Era extravagante en la moda, en el diseño, pero en la cocina era de gustos muy sencillos. Y le gustaban mucho los postres, pero me pedía que no los hiciera, para cuidarse", afirmó el chef en 2020 cuando era jurado de Masterchef.
Cuenta que le daba carta blanca: "Ya en el primer evento que le hice se dio cuenta de que estábamos muy cómodos. Además los dos veníamos del sur de Italia, entonces teníamos un cierto gusto marcado por la forma en que se ve la comida, el color, que se pueda degustar sin excesos. No le gustaba el picante, no la cebolla, ni los mejillones. Esto me lo dijo el primer día".
Archivo Grupo Atlántida: Mónica Banyik
Textos de archivo: Mariana Montini y Alberto Oliva
Fotos: Ignacio Gurruchaga, Alberto Mosquera, Guillermo Volpe, Mariana Montini y agencias Gamma y Maxppp/Millan Press
