Al hablar, Silvia Freire irradia una energía serena que contrasta sus vivencias de los últimos años. Escritora, conferencista y referente en temas de crecimiento personal, encontró en la adversidad la oportunidad de reinventarse. Así fue como tras la muerte de su marido, con quien compartió sus últimos 50 años de vida, decidió viajar durante más de un año para "aprender a administrar su dolor".
En diálogo con revista GENTE, comparte el proceso que la impulsó a salir a la ruta, cruzar fronteras y desafiar sus propios límites. Entre reflexiones profundas y anécdotas de viaje, revela cómo logró transformar el dolor en motor de cambio. Además, utilizó esta potente experiencia para confirmar que lo que había enseñado por años para ser un poco más feliz era cierto.

El duelo y la decisión de ser feliz
El motor de esta aventura fue el duelo por la muerte de su marido, con quien compartió 5 décadas. “Me conecté con el mandato de mi marido". Entonces, recordó uno de sus últimos pedidos antes de morir: "Me dijo 'tenés que ser feliz, porque si no lo sos significa que mi muerte te perjudicó'”, confiesa.
"Creo que la perseverancia es consecuencia de tener un objetivo claro. Si sabés lo que querés, podés ejercitar la voluntad. Mi objetivo fue ser feliz para él y para mí. No tengo hijos, no tengo esos bastones, así que tenía que seguir", dice la conferencista con total sinceridad tras haber vivido su mayor pérdida.
Freire reconoce que puso a prueba sus propias enseñanzas: “Durante años hablé de ser feliz, pero tenía un hombre que me amaba y una profesión exitosa. Después tenés que aplicar esas teorías cuando tu vida se parte por la mitad”. Comprobó que su método funcionaba: “Lo probé y resultó. Hoy la neurociencia muestra que sufrir es tan nocivo como fumar o drogarse”.

Fue entonces, tras la muerte del amor de su vida, que decidió honrarlo siendo feliz. "Agarré el motorhome y me fui. Cuando manejo siento que él está conmigo de acompañante".
Silvia Freire y su "tour" para sanar sus heridas
El viaje de Silvia comenzó por el norte argentino, una promesa que sentía pendiente. “Se lo debía a mi país. Me sorprendió con costumbres diferentes y con una gente maravillosa”, recuerda. Después de recorrer las provincias, decidió cruzar el océano y emprender una experiencia única: un extenso recorrido en motorhome por Europa.
En esa casa rodante atravesó cerca de 20 países, desde Montenegro y Kosovo hasta Francia y Albania. “Cruzar fronteras es impresionante, te metés en otro mundo cada vez”, cuenta. La aventura le reveló una fortaleza desconocida: “Creí que tenía miedo de volar y descubrí que no. Me sentía poderosa manejando un vehículo enorme por rutas e idiomas que no conocía”.
Más allá de los paisajes, Silvia encontró en cada destino una gran lección de vida: “En el fondo, todos somos uno. Nos duelen las mismas cosas, más allá de la superficie”.

Ese tour fue, ante todo, un viaje interior. “Me fui a encontrar con el dolor de los otros para aprender cómo administrar el mío. Vi que todos somos resilientes”, resume".
Cómo analiza hoy su decisión de no haber tenido hijos
Freire no tuvo hijos y nunca lo vio como un faltante: “No me arrepentí y menos bajo la idea de que me hubieran servido de bastones". Luego, con total sinceridad, dijo: "Si hubiera traído hijos en aquel momento, con mis celos y frustraciones, no habría sido bueno”.
Su filosofía es clara: “Cuando dejás de adjudicarle tus fracasos al que tenés al lado y te reconocés como única responsable, entendés que, si sos el que hace, también podés deshacer”. Al momento de llevar esta decisión a su terreno personal, confiesa: "Tomé al toro por las astas, soy de Tauro, y enfrenté mi ego. Ganó el amor y fuimos muy felices".
Cómo fue volver a su casa tras su largo viaje de sanación
Volver a su departamento en Buenos Aires fue otro desafío. “La primera vez fue feo, lo buscaba a él y no lo encontraba. Mi marido me había pedido que no me mudara, que este departamento estaba pensado para que yo viviera bien".

Fue por eso, que decidió nuevamente seguir el consejo de su gran amor, pero a su manera: "Reformé el departamento a distancia con ayuda de amigas para que pareciera nuevo. Hoy me siento bien acá, lo honro”.
Silvia disfruta de su nueva rutina: motorhome los fines de semana, teatro, karaoke y reuniones con amigos. “Me adopté y me cuido. Me encanta saber que este mensaje puede llegar a alguien y servirle”.
Al finalizar esta entrañable charla, se despide con una reflexión: “La vida tiene muchas vidas dentro. De uno depende que cada etapa sea rica”.
Agradecimientos: Agencia Coral.

