Atrás quedaron los tiempos en que el histriónico ex juez federal ostentaba su verba fluida, sus ironías y su contoneo de caderas al ritmo de una especie de Ula ula local.
Desde que fue procesado como miembro de una asociación ilícita –le podría corresponder una pena de entre tres y diez años de prisión– en la causa de los archifamosos cuadernos de Oscar Centeno, chofer del ex secretario de Planificación del gobierno de Cristina Kirchner, Roberto Baratta, también procesado y detenido. Norberto Oyarbide (77) ya no se divierte, ni divierte.
Al contrario, se muestra desesperado y les huye a las cámaras que tanto le encantaban. Su abogado, Osvaldo Cantoro, apeló la medida ante la Sala I de la Cámara Federal, basado en que la Justicia –léase el juez Claudio Bonadio- realizó “una arbitraria valoración de la prueba”.
El magistrado lo tiene como sospechoso por una serie de reuniones que habría mantenido con el mencionado Baratta, su secretario, Nelson Lazarte, y el ex ministro de Planificación Julio de Vido –también preso–. Oyarbide había escandalizado con la frase: “Me apretaron el cogote para sacar la causa de los Kirchner”.
Por eso la UFI –Unidad de Información Financiera-pidió que se reabra la causa por enriquecimiento ilícito contra Néstor y Cristina que él se encargó de archivar. En la Justicia dicen que mientras no se pruebe que el ex juez haya cometido prevaricato –dictar fallos contra la ley– es imposible retomar aquel expediente. Mientras tanto Norber, como lo llaman sus íntimos, sale poco, se refugia en su departamento de Recoleta, y rara vez sale a pasear con su paqueta mascota yorkshire.
Por Miguel Braillard.
Fotos: Fabián Mattiazzi.
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