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"Ahora mi principal proyecto es ser madre, si no ¿qué gracia tiene casarse…?"

Publicado por
Redacción Gente

Se casó. Primero, fue obviamente por Civil, el viernes 8, en el Registro de
la calle Uruguay, pleno centro porteño. El domingo, sería la ceremonia, en el
Patronato de la Infancia
, localidad de Benavidez. Los dos ritos. Judío, por
ella. Católico, por él. Doscientos invitados, música, gran almuerzo, y poema
para los enamorados de boca de Graciela Borges. Se casó Emilia. A los 39, con
Juan Esteban Leguizamón, un abogado de 29, que conoció un día a la vera del río
Paraná, Entre Ríos. El tipo le hizo click, dice ella. Y se sabe, con un
click, alcanza y sobra. Y a ella, actriz de carácter, muchas veces "mala"
de película y culebrón, se le vino todo encima. Esto de calzarse el anillo por
el hombre de su vida, de querer ser mamá, de su carrera y de ser feliz. Es
complicado, sin duda. Gloriosamente complicado. Para Emilia, son historias y
azares. Entonces, primero la historia. Luego, el azar.

-Emilia, ¿es verdad que tu primer novio te dejó porque no quisiste darle
un beso?
-Eso fue cuando tenía trece años. ¡Y es cierto! Se fue con una amiguita mía
que lo debe haber besado mucho, porque se quedó un rato largo con ella. Al
segundo lo dejé por petiso, me daba mucha vergüenza salir con él. Me encantaba,
pero no me podía bancar que fuera tan bajito. Después me gustaron siempre los
petisos, mirá qué cosa, ¿no?


-Bastante contradictoria, digamos.
-Recién ahora transito los grises y convivo bien con la contradicción.
Incluso en el amor, en donde soy zafada y tímida al mismo tiempo. En otros
momentos esto era muy conflictivo para mí.

-¿Lloraste por muchos hombres?
-Sí, y también los hice llorar. ¡Todo vuelve! De adolescente, era bastante
cruel. Gracias a Dios aprendí de adulta que esas cosas no se hacen.


-A simple vista, no parecés una chica que siempre quiso el vestido blanco.
-Puede ser, aunque íntimamente siempre soñé con casarme. En el momento en
que todas mis amigas buscaban una estabilidad afectiva, mi atención estaba
puesta en mi carrera. Tuve parejas y convivencias, pero nunca fue mi objetivo
tener un marido, ni demostrarle al otro lo habilidosa que soy como ama de casa.

-¿Y en ese rubro, cómo andamos?
-Bárbaro, mis amigos dicen que cocino muy bien. Me gusta limpiar, lavar... Y
ahora tengo el mismo objetivo de cualquier mujer: casarme y armar una familia.

-Hablemos de Juan. ¿Cómo lo conociste?
-Fue un domingo al mediodía en Paraná, cuando estaba de gira con
Monólogos de la vagina
. Era invierno y yo salí a buscar un poco de sol. Me
aparté del grupo y fui a almorzar a un restaurante, que estaba a orillas del
río. El me vio, se acercó y me habló. Y a mí me hizo click. Juan es muy
sutil.

-Para ese click, ¿qué hace falta?
-¿En un hombre? Su ternura en la mirada, su inteligencia… Juan es abogado y
me encanta que se acepte a sí mismo, que se guste con lo que es y esté contento
con lo que hace. Que sea él mismo. En la actitud, en cómo se para, en cómo me
encara... Y que sea un par, que no enjuicie, que tenga humor. En fin, una
estructura que también le permita desestructurarse.

-Hablábamos de vestido blanco, el cual te llegó bastante tarde. Digamos
que no sos un partido fácil.
-Y… me caso a los 39, con un hombre que tiene muchos años menos que yo. No
quiero decir su edad, porque no me gustaría que me carguen porque me casé con un
hombre más joven. Para mí el amor es algo muy delicado y frágil, y no quiero
dañarme.

-¿Por qué Juan es el hombre de tu vida?
-Porque estoy muy bien con él. Convivimos desde hace varios meses, tuvimos
un período de ensayo importante y me di cuenta de que puedo tener proyectos
personales y pasarla bien el tiempo que dure. Estamos muy enamorados.

-Ser madre no parece un mal proyecto.
-Sí, ahora mi principal proyecto es ser mamá, si no ¿qué gracia tiene
casarse…? Quiero formar una familia con Juan y me encantaría quedar embarazada
en cualquier momento.

-¿No tenés miedo de que tu carrera te limite para criar a tus hijos?
-A esta altura no tengo miedo de dar y recibir afecto, porque ya le dediqué
mucho tiempo a mi carrera. Recién ahora quise casarme, nunca tuve esa presión.
Quiero vivir en equilibro con mi vida afectiva y laboral. Ser actriz es mi
pasión y mi vida, pero también deseo ser feliz como mujer.

-¿Y al paso del tiempo? ¿Le temés?
-Mentiría si te dijera que no. El tema de los hijos biológicos tiene que ver
con la edad. A la muerte le tengo pánico, que sea con sufrimiento y antes de
tiempo... No me gustaría morirme joven, quiero vivir a fondo. En esta vida, la
única cosa que tengo pendiente es ser madre, porque necesito darle amor a mi
hijo. Y lo estoy por llevar a cabo.

-Bueno, se viene la luna de miel. ¿Cuál es el destino?
-Nos vamos a ir a Brasil en auto, pero cuando los dos tengamos tiempo. Por
ahora estamos con muchas obligaciones. Qué sé yo, ahora creo que todo va a ser
igual. La única y gran diferencia es la libreta roja y los anillos en nuestras
manos.

-¿Sentís que este amor es para siempre?
-Aunque yo creo que nada es para siempre, espero que este amor dure y no
cambie. Quizás, a partir de ahora, va a ser más intenso...

Pablo Procopio
fotos: Diego Soldini y Christian Beliera
producción: Sergio Barbaro
maquilló: Valeria Pulido con productos Trucco
peinó Ignacio para Cool Cuts con productos Alfaparf

Agradecemos a Bárbara Diez, Bridalhouse y Converse

No me gustaría que me carguen porque me caso con un hombre más joven. Para mí, el amor es muy delicado y frágil", asegura ella.">

Después de probar con la convivencia, el domingo 10 se casaron en una boda campestre, con bendición de anillos incluida. "No me gustaría que me carguen porque me caso con un hombre más joven. Para mí, el amor es muy delicado y frágil", asegura ella.

El viernes al mediodía, Emilia llegó al Registro Civil de la calle Uruguay junto a su novio. Cuatro testigos, besos y el tradicional arroz. Su papá, Horacio, nunca llegó -¡se confundió de Registro Civil!-, entonces Emilia, después de firmar la libreta, lo llamó por celular y le comunicó la noticia: ya era la señora de Leguizamón.