“¡Ayúdeme, padre! Hay un gran odio contra mi familia” – GENTE Online
 

“¡Ayúdeme, padre! Hay un gran odio contra mi familia”

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Son las once de la mañana del sábado 2 de abril en Santos Lugares. Como todos los fines de semana, la parroquia del Buen Pastor se llena de fieles (unos 1.500), que esperan ansiosos la misa de sanidad. Allí su obispo, Manuel Adolfo Acuña (sí, el reverendo de la Iglesia Carismática Luterana Independiente de la Argentina, el mismo que pocas semanas atrás habló de fantasmas y exorcismo con Alejandro Fantino en Animales sueltos), hará una imposición de manos.
En los primeros bancos, con su cabello castaño atado en una cola, una mujer de 49 años llora desconsolada. Nadie la reconoce. Ni sabe que es Irene Hurtig, hermana de María Marta García Belsunce, testigo en el nuevo juicio que acaba de iniciarse, y esposa de Guillermo Bártoli, acusado por encubrimiento del asesinato de la socióloga. Ni siquiera la miran. Se arrodilla, ora y toma la comunión. Como todos acá, espera un milagro. La misa termina y Acuña se le acerca.

–¿Necesita algo, señora?
–Sí, padre... ¡Ayúdeme! Me siento muy sola. Hay un gran odio contra mi familia. No puedo... (se larga a llorar).

El reverendo la abraza, le coloca las manos sobre la cabeza y en voz alta y delante de todos dice: “En el nombre de Jesús y por el poder de su sangre, rompo todo mal y odio a tu alrededor, y declaro sobre tu vida y la de tu familia la protección de Dios. Coloco a San Miguel Arcángel (el patrono de la Justicia) delante tuyo para que defienda tu causa, dé a luz la verdad y te llene con la fuerza del Espíritu Santo. Amén y amén”.
Entonces la abraza y ella deja de llorar, se sienta y queda un rato en silencio. Antes de partir, promete regresar.
Quince días después, Hurtig vuelve a la parroquia de Sudamérica 2235 junto a Verónica, una amiga. Se ubica en el mismo banco. Ahora sí la reconocen. No le importa. Ora. Comulga y le vuelve a pedir ayuda al obispo Acuña.

–No puedo más, padre... No me quedan más fuerzas. Tengo miedo de ir presa... No voy a soportarlo. Me odian, padre. Me quieren ensuciar. No puedo más (otra vez se quiebra en llanto).

El sacerdote pone sus manos sobre ella y le dice: “No te vayas, que quiero darte algo”. Y le entrega agua bendita, aparte de la novena de San Miguel Arcángel, y una vela violeta. A los tres días Irene acude al templo por tercera vez. Entonces le habla con mucho amor de su marido y le pide por favor si también puede orar por él. Ya fue en tres oportunidades a Santos Lugares. En la última, Irene le pidió al reverendo Acuña que también ore por su marido, Guillermo Bártoli.

Ya fue en tres oportunidades a Santos Lugares. En la última, Irene le pidió al reverendo Acuña que también ore por su marido, Guillermo Bártoli.

Irene Hurtig junto al obispo, Manuel Adolfo Acuña (sí, el reverendo de la Iglesia Carismática Luterana Independiente de la Argentina, el mismo que pocas semanas atrás habló de fantasmas y exorcismo con Alejandro Fantino en Animales sueltos).

Irene Hurtig junto al obispo, Manuel Adolfo Acuña (sí, el reverendo de la Iglesia Carismática Luterana Independiente de la Argentina, el mismo que pocas semanas atrás habló de fantasmas y exorcismo con Alejandro Fantino en Animales sueltos).

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