Hasta la lluvia dejó que la fiesta fuera completa: recién en el último bis de la noche las gotas empezaron a caer sobre las 12 mil personas que colmaron GEBA para ver a Palito Ortega (70). El resto, como sucede cada vez que el Rey trepa a un escenario (después de 35 años, la segunda vez que cantó en Capital Federal en pocos meses), fue una fiesta total. Y tuvo una yapa de lujo: promediando el show organizado por Fenix Entertainment Group, el cantante invitó a subir a “un amigo”, como lo presentó. Ahí fue entonces Charly García (59), y juntos tocaron la canción que el rockero escuchaba de niño, cuando se escapaba a la casa de un vecino para ver El Club del Clan. Yo no quiero media novia, en una versión mucho más rocanrolera que la original –era obvio– hizo bailar y sacudirse el frío a todos. Hubo ovación y un abrazo que habló más fuerte que cualquier declaración de ocasión, justo en una semana donde las palabras de Migue, el hijo de García, apuntaron sobre Ortega y Mecha Iñigo (23, la novia de Charly) al decir que “asistimos al suicidio público de mi padre”.
Pasó el recital y llegó el momento de relajarse en el backstage. Ya Charly se había ido acompañado por su pareja, por una puerta ubicada detrás del escenario. Allí estaba parte de la familia de Palito: Evangelina (64), sus hijos Emanuel (32, con su mujer, Ana Paula Dutil, 38) y Rosario (24); y sus nietos Bautista (9), India (5) y Benito (5). También algunos amigos, como Cacho Fontana y el Negro González Oro. “A mí me emociona mucho que me recuerden, que canten los temas y que haya una generación nueva que conozca mis canciones. Cuando subo a un escenario mi misión es que la gente se divierta, despertar una sonrisa y que sepa que vale la pena seguir luchando y pensando en positivo. No desconozco ni la realidad ni los sinsabores pero si encontré una luz fue por no quedarme lamentando los fracasos o sinsabores. Hoy recojo lo que fui sembrando, más allá de las críticas. Y cuando miro hacia atrás rescato lo bueno”, dice Palito feliz, después de besar cariñosamente a su mujer. Y también cuenta cómo se gestó la presencia de Charly: “Yo nunca lo comprometo. El me llamó y me dijo que quería venir. Le dije que a la platea no, porque lo iban a volver loco. Estuvo ahí, a un costado, y luego subió a tocar. Y se fue con el abrazo que me dio”. Entonces saluda e invita sólo a GENTE a pasar a su camarín, para hablar de lo que sucedió esta semana, y de los dichos de Migue García.
–¿Lo sorprendió el ataque del hijo de Charly?
–Más que a mí, lo sorprendió al papá. Para mí es un tema terminado. Charly estuvo hoy aquí, además de por ser un amigo, me parece que por lo que le causó lo que dijo su hijo. El sabe que yo estoy hecho y curtido en la vida. Mi mayor dolor es porque Charly ahora está feliz, trabaja y tiene su pareja. Cuando pasó esto acá, él estaba disfrutando de los aplausos en México. Es un tema que hay que superar.
–¿Sigue los pasos de Charly aún después de que dejó de vivir en su chacra de Luján?
–Si él quiere hablar conmigo nos comunicamos, nos encontramos. Cuando le dieron el alta le dije que él seguiría con su vida y yo con la mía. El tiene su manager, su compañía que le maneja los shows, su médico –el doctor Cahe–...
–¿Se lo presentó usted?
–No, no conozco a Cahe y no sé quién se lo presentó.
–¿Cree que a Migue alguien le está pasando letra –como se suele decir– para atacar a quienes están cerca de su padre?
–Sí. De eso no tengo dudas, pero por ahora me voy a reservar la opinión sobre ese punto. Lo único que quiero es que no le provoquen más ansiedad ni dolor a Charly, porque esas cosas le hacen mal, le dan tristeza. Y no estamos hablando de una criatura, estamos hablando de una persona adulta que si quiere saber cómo está el padre va y le pregunta a la jueza (María Rosa Bossio, que tiene a su cargo la custodia del rockero) todo lo que quiere saber, o va y le pregunta a Fenix Entertainment cuánto le pagan a su padre por los shows. Tiene muchas fuentes para averiguar, y no lo hizo. Suena muy raro todo. Recién en los últimos tiempos liberaron los cachets que cobra Charly y maneja la compañía que lo representa, pero los derechos de autor todavía los maneja la Justicia.
–Se infirió que usted tenía un interés económico sobre lo que produce García.
–Nunca hice, hago ni haré un negocio con un amigo. Lo que vivimos durante los siete meses que estuvimos juntos lo sabemos nosotros. Y gracias a Dios le va muy bien a él y me va muy bien a mí. Por eso digo, las fuentes son claritas: la jueza y la compañía. Pero no fueron a preguntarles a ellos. Lo que yo no tengo que hacer a esta altura de mi vida es que me impongan un traje que no es el mío. Basta. Yo no he hecho más que abrirle los brazos a la gente que quiero, entre ellos Charly. Por eso pido que no lo molesten más. El está feliz, está bien, quiere a su pareja.
–¿Lo ve bien en su proceso de recuperación?
–No hace falta que lo diga. Y más allá de lo que vea, el alta se la dieron los profesionales. Una vez le dije: “El día que te den el alta, lo único que quiero es sentarme en primera fila y verte tocar”. Me invitaron a Perú cuando volvió, pero no acepté y fui por las mías. Cuando vi a la gente cantando y saltando dije “ya está”. Está en los archivos cómo era antes la relación con su hijo. Deseo fervientemente que Migue encuentre la forma de comunicarse mejor con su papá, y Charly también lo quiere. Pero no es forma ponerse en manos de un medio que investigó poco para tratar un tema tan serio.
–Migue dijo que le dan pastillas que son adictivas. ¿Usted está al tanto de lo que toma Charly?
–No. De ahí que esas cosas debe contestarlas su médico. Yo sé qué tomaba los siete meses que estuvo conmigo y a qué hora, cuántas veces había que venir a Buenos Aires para ver al psiquiatra, cuántas había que ir a recuperación física en Luján. Desde que le dieron el alta, ya no puedo responder a eso. Y ahí hay una contradicción: el hijo enumera una cantidad de medicamentos... ¿Cómo lo puede saber, si no lo ve desde el año pasado? ¿Cómo sabe? Entonces vuelvo a lo anterior: hay algo detrás de esto, que no sé qué es.
–Algunos viejos amigos de Charly se quejan diciendo que hicieron un cerco para que no se aproximen a él.
–El tema es claro: cuando alguien está judicializado, nadie del entorno dispone quién lo ve o no lo ve. En Luján, y siendo el dueño de casa, yo recibí una lista de la jueza, que se la entregó a la policía que designó como custodia, con los nombres de quiénes podían entrar. Charly no podía manejar sus bienes ni sus ingresos, ni con quiénes se podía encontrar: todo eso dependía de la Justicia. Pero sí puedo decir que la gente que lo quería de verdad buscaba la manera de que la jueza le permitiera visitarlo. El que no entró fue porque ni siquiera hizo la gestión: no hay que darle más vueltas.
–Migue también disparó contra Mecha Iñigo, la novia. ¿Qué opina de ella?
–Cuando conocí a Charly, ella ya era su pareja. Y te digo una cosa: Mecha peleó como una leona para que Charly estuviera bien. Yo estaba ahí, como amigo, di mi casa, compartíamos largas noches de charla hasta que conciliaba el sueño, y en los momentos más difíciles estaba ella. Hoy no creo que nadie que esté alrededor de Charly, e incluyo a todos, lo vaya a defender como ella. Los demás pueden hablar pero Mecha le hace mucho bien, y Charly está enamorado. De ella se habló muy livianamente, y una mujer siempre merece respeto.
Charly al piano, Palito en la voz: un dúo imbatible. El rockero recibió una ovación cuando apareció sobre el escenario para hacer Yo no quiero media novia. Su presencia fue una declaración de amistad.
Con la estampa inconfundible del Rey lanzando uno tras otro hits que ya superan las cuatro décadas y siguen haciendo bailar a multitudes de cualquier edad.
“La gente que quería de verdad a Charly buscaba la manera de que la jueza le permitiera visitarlo. El que no entró fue porque ni siquiera hizo la gestión: no hay que darle más vueltas”