La relación entre Pepe Cibrián y Nahuel Lodi tuvo varias idas y vueltas desde que el legendario productor teatral se enteró de que le fue infiel. Lo cierto es que ahora viven juntos una nueva oportunidad y brindaron una nota en donde confesaron cómo fue esta reactivación del vínculo.
“Me escribió una de las cartas más bellas que recibí en mi vida. Bellísima, inolvidable e irrepetible. A los dos segundos le contesté, porque no había nada más que hablar. Seguramente, si él no hubiese tomado esa iniciativa, a mí me hubiese costado más por temor al rechazo. Ya estoy grande y no tengo ganas de sufrir eso. Pero él es más valiente. Le había pedido que no me hablara, ni me escribiera, y sin embargo rompió esa regla, afortunadamente. Fue algo valiente, que me parece maravilloso”, contó a Infobae.
“Volvimos a dormir juntos y lo importante es lo que pasa ahora, sin desvalorizar todo lo que pasó antes”, confesó.
Por su parte, Lodi dijo: “La verdad es que tenemos una convivencia muy linda; nos entendemos mucho. Obviamente, tenemos discusiones, pero estamos muy bien. Creo que esa pequeña separación nos sirvió para valorar lo que tuvimos desde el principio, que en ese momento no lo supimos ver. Los dos hacemos mucho para hacer feliz al otro y creo que de eso se trata: de un trabajo diario”.
Pepe Cibrián habló de la infancia solitaria que tuvo
Lo que me define es ser resiliente. Me han pasado muchas cosas, pero siempre salí adelante. Soy un luchador que no paró de golpear puertas”, comienza diciendo el artista a la hora de definirse.
“Papá era un gran luchador, pero no tenía esa cosa que tenía mamá de la guerra y el hambre… el tenerse que adaptar como de lugar. El era un aristócrata que vivió como hijo de actores ricos y ella de actores pobres. Tuvo desde muy chiquita que trabajar y mantener a su familia, se exilió y luchó mucho. De mamá tengo la capacidad de intentar, de buscar la perlita a la historia y lograr mis objetivos”, recuerda.
-¿Y cómo fue tu infancia con ellos?
-Muy solitaria. No por falta de amor, pero mis padres eran dos grandes figuras y hacían de todo: cine, teatro, radio y después se iban a comer. Llegaban a casa muy tarde. Yo iba a medio pupilo, mamá se levantaba muy tarde y a papá lo veía dos segundos. Cuando volvía a casa, a eso de las seis de la tarde, nunca estaban. De vez en cuando me dejaban ir al teatro para estar ahí. Era mi pasión.
-¿Quién te cuidaba?
-Tenía una niñera mexicana que fue quien me crio desde que nací hasta que tenía once años. La amo y la recuerdo. Después me criaron las mucamas… era una casa tan grande. Vivía en un petit hotel de tres pisos con entrada para caballos en Callao entre Alvear y Posadas.
-¿De en serio te llevas bien con esa falta de presencia de papá y mamá?
-Los padres actores de ahora tienen como más conciencia, pero antes no estaba planteado social y culturalmente esa paternidad o maternidad. Mis padres me amaban con pasión. No lo reprocho, pero eso no significa que no lo haya padecido. Sufrí mi soledad. Eso me generó imaginar duendes, fantasías y situaciones que me permitieron crear. Me armaba mundos.
-Bueno, se puede decir que en ese contexto se gestó este gran artista creador de espectáculos que sos hoy.
-Si (risas). Igual yo cuando era chico quería se Papa. No cura, Papa. Siempre protagonista. Uno tiene que poner las ambiciones al nivel que uno desea.