“Hay muchas conexiones entre su cultura y la nuestra”, asegura Zanele Makina, embajadora de la República de Sudáfrica en Argentina. “En mi país, todos conocen la Argentina primero por el rugby, y después por Messi y Maradona, porque el fútbol también es gran cosa en Sudáfrica”, comenta con elegancia mientras mece su sandalia que deja entrever sus uñas pintadas de amarillo en el último piso del luminoso penthouse que habita en el barrio de Palermo. Luego, cambia su tono de voz y desliza: “¿Vieron que hace poco la ESMA fue declarada formalmente como Patrimonio Mundial de la UNESCO? Bueno, antes de que eso suceda, nos contactaron por la experiencia que nosotros tuvimos con Robben Island, la prisión en la que estuvo Nelson Mandela (1918-2013), para que los ayudemos a realizar el mismo camino. Así que desde entonces fuimos acompañando su proceso”.
–Para muchos argentinos, Nelson Mandela es una especie de héroe.
–Absolutamente. Y les cuento algo que se relaciona con la historia de nuestros países: nuestra relación diplomática comenzó en 1945, pero durante el apartheid su país echó al embajador y decidió cortar lazos por lo opresivo que estaba siendo el gobierno con la gente. Por esta acción, Mandela, cuando salió de la cárcel, vino a visitar Argentina. Es el primer país al que fue, y eso ocurrió justamente porque quiso expresarles su agradecimiento a los argentinos. Así que, como pueblo, realmente los amamos.
–Es una conexión muy profunda.
–¡Y emocional! No hay sudafricano al que yo le haya dicho “me voy a la Argentina” que no me haya comentado “¡Wow!, Argentina”. Es que no es sólo el rugby o el fútbol, es el apoyo que nos dieron.
–¿Qué fue lo primero que pensó cuando le dijeron que tenía que mudarse a nuestras tierras?
–Para ser honesta, no sabía qué esperar porque antes había trabajado como diplomática en Singapur y en África central. Es decir que nunca había estado en Sudamérica. Pero estuvo bien. No me decepcionó.
–Por estos días está cumpliendo dos años en el cargo, ¿qué balance hace?
–2021 fue un poco difícil ya que una de nuestras diplomáticas falleció por COVID poco antes de que llegáramos y esos fueron momentos muy sensibles para nosotros. En 2022 conocí mucha gente y, a mediados de ese año, fue muy interesante porque el presidente Alberto Fernández buscó que la Argentina se uniese a los BRICS (N. de la R.: la alianza económica, político y social conformada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), así que tuvimos muchísima interacción con la presidencia.
–Como resultado, ya es oficial que Argentina integrará los BRICS desde el 1 de enero de 2024.
–Así es. Fue admitida y estamos felices de que así sea.
"Mis cuatro hijos están viajando por el mundo"
“Mi esposo, Alain Daniel Shekomba, está viviendo acá conmigo mientras mis cuatro hijos están viajando por el mundo”, cuenta con respecto a su vida personal Zanele mientras sorbe un trago de agua mineral –las otras opciones disponibles eran café, té y champagne Baron B–. Eso sí, cuando le preguntamos si sus herederos están estudiando algo relacionado con su carrera diplomática, ella no duda en soltar una sonora carcajada. “No, no, ¡soy la única que trabaja para el gobierno!, ellos están haciendo negocios en el sector privado”, añade y, aunque no revelará sus nombres ni sus edades, sí desliza un dato que la enternece: “Tengo un nieto de un año que ahora está en Johannesburgo”.
–Con su mirada africana, ¿qué descubrió de los argentinos?
–Que son emocionales, buenas personas y muy amistosos. Cuando voy a donde sea, lo primero que hacen es preguntarme de dónde soy y después empiezan a hablarme en inglés porque yo no sé nada de español. Por suerte, mi marido, que fue CEO de una empresa telefónica en Guinea Ecuatorial, el único país de África que se maneja en español porque fue colonia de España en el pasado, habla el idioma. ¡Así que tengo un diccionario donde voy!
–¿Extraña cosas de su país?
–Las amistades más que nada, porque su cultura es totalmente distinta y aunque la gente es amable, socialmente no me es fácil integrarme. A nivel personal digo.
–¿Cuáles son esas grandes diferencias que nos separan?
–Es difícil señalarlas, pero un gran tema es que en este país son muy pocas las personas que hablan inglés y eso crea una barrera. Yo habló inglés, francés y varias lenguas de mi país, pero, honestamente, jamás pensé que iba a ser asignada a un país hispanohablante, ¡fue muy inesperado!
–Y usted fue Alta Comisionada de Sudáfrica en Singapur, una ciudad-Estado totalmente distinta.
–(Ladea la cabeza) Creo que cualquier ciudad grande del mundo termina siendo similar. Nosotros tenemos una casa en Bélgica, y vamos a París todo el tiempo. Así que acá, en Buenos Aires, en algunas áreas vemos la arquitectura europea y pensamos “¡se ve como París!”. Además, ustedes tienen una influencia alemana que se nota especialmente en San Isidro. Y también ciertas de su provincia que se parecen a Sudáfrica, específicamente a Ciudad del Cabo.
–¿Y la comida?
–Es casi igual. A ustedes les gusta la carne, y los sudafricanos comemos un montón de carne. Sólo que ustedes le dicen “asado” y nosotros “braai”.
–¿Encontró restaurantes sudafricanos en la ciudad?
–No, pero todos valen para nosotros porque, de verdad, servimos la misma comida. ¡Ah!, un dato curioso es que en algunos restaurantes turísticos de Durban y Ciudad del Cabo sirven un ‘bife argentino’. Que no tiene gran diferencia, pero como dato me parece gracioso. Otra cosa en común es que nuestro país, al igual que el suyo, también produce vino.
–¿Cuál es la variedad en la que se especializan?
–El más popular es el Pinot noir, pero también tenemos vinos blancos y otros tipos de tintos.
–¿Y qué sucede con la música?
–Bueno, muchas de sus canciones incluyen sonidos que suenan como los beats africanos. Hay videoclips argentinos que si uno los escucha sin verlos puede llegar a pensar que son de algún lugar de África.
"Soy una persona tan directa como privada"
“Argentina le exporta a Sudáfrica muchísima maquinaria especializada en agricultura, por lo que diría que la agroindustria es muy fuerte en nuestras relaciones comerciales. Además, en su país hay una fuerte presencia de compañías sudafricanas fuertes como AngloGold Ashanti”, nos comenta la mujer que le tomó el gusto al mate cocido refiriéndose a la multinacional que se dedica a la explotación minera de oro y plata en la provincia de Santa Cruz. “Después hay muchas relaciones comerciales que la gente no imagina. Por ejemplo, en Sudáfrica hay una gran línea de supermercados llamada Checkers que sólo usa exhibidores de comida que son manufacturados en San Isidro. Es tal el volumen que Jorge Barisonzi –así es como se llama el dueño de la empresa–, este año está abriendo una fábrica de International Merchandising Solutions en Sudáfrica. Es que hay mucho ida y vuelta entre nuestros países”, exclama poniéndole énfasis a la última oración.
–¿Ve oportunidades?
–Muchas. Pero en los últimos años las trabas a las importaciones y exportaciones pusieron palos en la rueda. Sin embargo, hay muchas oportunidades porque Sudáfrica es muy grande en todo lo referido a minería, ya sea de oro, de minerales o de diamantes –que, por cierto, casi todos los diamantes del mundo vienen de Sudáfrica–. Y sabemos que en Argentina hay un montón de minerales que todavía no fueron explotados. Es decir que hay muchas oportunidades para nuestras compañías especializadas en minería. Sólo estamos esperando el momento adecuado.
–Este 2023 en Argentina es un año electoral. ¿Cómo lo ve usted?
–(Ríe) Es bastante interesante. Pensé que se iban a oponer dos mujeres: Bullrich (Patricia) y Cristina (Kirchner) desde atrás del poder, pero lo de Milei (Javier) fue una gran sorpresa, así que observo la situación atenta como el resto del mundo. Veremos qué sucederá.
–Si le pidieran definirse como embajadora. ¿Qué diría?
–Que lo que ven es lo que hay. No hay nada escondido u oculto. Tampoco pretensiones. Soy una persona tan directa como privada. En el sentido de que el círculo que me rodea es muy pequeño. Muchos pueden pensar que soy extrovertida porque soy diplomática, pero es más bien lo contrario…
–¿Se considera tímida?
–Sí, bastante, pero eso no significa que sea débil. Después puedo contarte que soy alguien que siempre sintió curiosidad por el desarrollo del mundo, siempre miré de cerca qué pasa. Miro a los líderes del mundo, lo que dicen, lo que piensan, cómo hablan... Es muy difícil para mi separar a la persona pública de la privada.
–¿Pone mucho de usted en su trabajo?
–Todo. Y tengo mi propio estilo de hacer diplomacia. Yo no sigo reglas que siguen otros. Yo uso más mi intuición en las relaciones porque no me gustan las fórmulas ni la burocracia. En lo que hago, me pongo a mí misma.
Fotos: Diego García
