“Esta película muestra de manera descarnada, y a veces tierna, a los presidentes que elegimos” – GENTE Online
 

“Esta película muestra de manera descarnada, y a veces tierna, a los presidentes que elegimos”

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Todavía no sé si a los 73 minutos de esta película la podemos calificar de documental… o de comedia. Estoy viendo si inventamos un nuevo género que podría llamarse tragicomedia nacional”, dice, entusiasmado, Luis Majul (45), que acaba de terminar su hora de gimnasio. Periodista y escritor, es autor de los libros Los dueños de la Argentina (I y II), Por qué cayó Alfonsín; Periodistas; Los nuevos ricos de la Argentina y La Iluminada, biografía no autorizada de Elisa Carrió. Conduce Espíritu Crítico por La Red, AM 910, de lunes a viernes de 6 a 9 (está Alfredo Leuco); Hemisferio Derecho, por Canal á; y con La Cornisa, por América TV. Pero, no conforme con tanto despliegue mediático, con Pol-ka coprodujo Yo Presidente, una película filmada con seis cámaras que captaron dos sesiones con cada presidente: en total, cuatro horas con cada uno de todos los que comandaron el país desde la vuelta a la democracia hasta hoy. Casi veintitrés años donde no faltó nada, a cargo de Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, entre los actores principales.

–¿Cómo lograron que los ex presidentes se aflojaran ante la cámara? ¿Que no parecieran de “madera”?

–No usamos el recurso de la cámara oculta. Nos pusimos de acuerdo con ellos y grabamos a cámara abierta, y después mechamos las respuestas con las noticias de los hechos que se vivieron como consecuencia de sus actos de gobierno.

–¿Hubo algún límite para filmar?
–El sentido común. Para hacer la película no engañamos a nadie. El producto final impacta, es cierto, pero ninguno de los presidentes podrá decir que le mentimos, porque les informamos muy claramente que filmábamos a cámara abierta. Es decir, con buena fe total.

–¿Espera pequeños o grandes enojos por parte de ellos?
–No… Pero ya me imagino a Raúl Alfonsín encabronándose con él mismo… y sin poder creer haber actuado así. Pero después se le va a pasar. Estoy seguro. Por otra parte debo reconocer que tanto él como Menem, De la Rúa y Duhalde nos abrieron las puertas de sus casas con la mayor cordialidad. Y Menem hasta nos acompañó a la tranquera de su residencia de Anillaco para despedirnos…

–¿Qué cree que va a impactar más al público?
–Todo lo que mostramos está en el borde de lo publicable, aun a riesgo de que los espectadores vean, por ejemplo, en esa pantalla gigante y brutal, un primerísimo plano del ex presidente Duhalde calificando muy dura y agresivamente a De la Rúa.

–Majul, ¿qué es Yo Presidente?
–Es una película que te hace reír durante 73 minutos, no emite juicios de valor, y propone un final abierto con varios interrogantes. También es una película divertida, porque le dimos formato de documental… pero tono de comedia, y con entrevistas originales a los presidentes que supimos conseguir en los últimos años. Además, tenemos dos actrices estelares y voluntarias.

–¿Quiénes?

–Inés Pertiné de De la Rúa e Hilda Chiche González de Duhalde. Por supuesto, los actores principales son Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, pero también entrevistamos a Eduardo Camaño y Ramón Puerta (Adolfo Rodríguez Saá desistió de participar a último momento), quienes estuvieron en esa semana trágica entre De la Rúa y Duhalde. Cada entrevista duró un promedio de cuatro horas, con seis cámaras abiertas y el acuerdo absoluto de los presidentes.

–¿Cómo se comportaron esos actores principales?
–Parecen realmente actores profesionales, con un agregado muy difícil: cuando repasaron las crisis de sus gestiones, tuvieron que explicar lo inexplicable…

–¿A qué conclusiones llega la película?
–La reacción de la gente que la vio en focus groups en la productora o en sesiones privadas es muy disímil. Algunos no pararon de reírse. Otros, de put…. Y la mayoría se lanzó a discutir, pero con una frase que fue común denominador:“¿Nos merecimos estos presidentes?”.

–Y su conclusión, personal, Majul, ¿cuál es?
–Que, entre todos los ex presidentes, armaron un muñeco parecido al que le dio vida el doctor Frankenstein en la ficción, y que representa un pedazo de todos los argentinos. Porque fuimos los argentinos los que votamos –con abrumadora mayoría en algunos casos– a estos hombres.

–¿Hay en la película un juicio definitivo?
–No, porque la idea fue que no se juzgara ni condenara. Sólo muestra de manera descarnada, tierna a veces, y esencialmente humana siempre, a los hombres que gobernaron nuestras vidas después de la dictadura, en la hiperinflación, frente a los atentados terroristas más terribles de la historia, con devaluación, con pesificación, con el “que se vayan todos”, y con los días presentes. Al público apenas le hago una advertencia…

–¿Cuál?
–La misma que está al principio de la película: las escenas que se verán a continuación son reales y a la vez increíbles, hilarantes e insoportables. Los presidentes no le hablan ni al periodista ni a los directores: se dirigen al pueblo desde una gran pantalla de cine, con todo lo que esto significa.

–Ahora, Majul, un análisis político de los “actores” de su película…
–Alfonsín cayó por una combinación entre un golpe de mercado y su propia ineptitud: el fracaso del plan Primavera, la hiperinflación, la claudicación de Semana Santa. Y tampoco me olvido del Pacto de Olivos con el que habilitó a Carlos Menem a continuar en el poder por otro período. De Menem rescato la primera parte de la Convertibilidad. Pero su reelección le hizo daño al país. En cuanto a De la Rúa, su gestión fue nefasta, por su poco carácter y su quietud. En la película busca fantasmas y conspiraciones –ciertas o no– para justificar su impotencia. A Duhalde la historia le va a reconocer más de lo que la gente lo percibe hoy. Supo agarrar una papa caliente y encontrar una salida. Se fue mejor de lo que entró. A Kirchner le reconozco las cosas que hizo bien, por más que el diseño de esta cuasi convertibilidad y base económica la diseñaron Duhalde y Roberto Lavagna. También es un logro la Corte Suprema independiente y su política de Derechos Humanos. Pero siente que porque el destino le ha permitido manejar una “caja” enorme y gozar de una imagen positiva, puede hacer lo que quiera y cuándo quiera. Ese autoritarismo de “acá está mi billetera y se hace lo que yo digo” es algo bien argentino.

… pero también de frente a la Casa Rosada y sus máximos habitantes desde el 10 de diciembre de 1983 hasta el presente. Una película –dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat–, pero no de ficción ni con actores profesionales: ¿el neorrealismo argentino?

… pero también de frente a la Casa Rosada y sus máximos habitantes desde el 10 de diciembre de 1983 hasta el presente. Una película –dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat–, pero no de ficción ni con actores profesionales: ¿el neorrealismo argentino?

“<i>Cada vez que debió repetir su famoso saludo, actuó como si fuera Alfredo Alcón. Reconoció un solo error de su controvertida y accidentada gestión: no haber llevado la Capital Federal a la Patagonia, al mar, al sur</i>”, recuerda Majul.

Cada vez que debió repetir su famoso saludo, actuó como si fuera Alfredo Alcón. Reconoció un solo error de su controvertida y accidentada gestión: no haber llevado la Capital Federal a la Patagonia, al mar, al sur”, recuerda Majul.

“<i>La entrevista fue en su residencia de Anillaco. El riojano defendió los hechos de su gobierno a capa y espada…, y a lo largo de la filmación luchó contra una insoportable mosca que no lo dejaba en paz</i>”: un jocoso recuerdo del periodista…

La entrevista fue en su residencia de Anillaco. El riojano defendió los hechos de su gobierno a capa y espada…, y a lo largo de la filmación luchó contra una insoportable mosca que no lo dejaba en paz”: un jocoso recuerdo del periodista…

“<i>Estuvo con la mirada  perdida en el horizonte, como buscando a los fantasmas de los supuestos conspiradores a los que siempre acusa de haber provocar la crisis que derrumbó su gobierno. Y también habló del Viagra</i>”, anticipa Majul.

Estuvo con la mirada perdida en el horizonte, como buscando a los fantasmas de los supuestos conspiradores a los que siempre acusa de haber provocar la crisis que derrumbó su gobierno. Y también habló del Viagra”, anticipa Majul.

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