Unos años atrás –no tantos–, a nadie se le hubiese ocurrido pensar que, en una escuela pública de la Argentina, cualquier alumno iba a poder salir al recreo y tomar un preservativo de una máquina expendedora. “¡A la escuela van a estudiar, no a tener sexo!” o “¡Eso incentiva la promiscuidad y el libertinaje!” son algunos de los comentarios que se escucharon cuando el Centro de Estudiantes de la Escuela Técnica Número 5 de Flores propuso esta idea.
“Teníamos un par de compañeras embarazadas y participamos de forma activa en muchas charlas sobre la prevención del SIDA. En una de esas reuniones surgió esta idea, y nos pusimos a trabajar en el proyecto”, cuenta Camila Cassano (18), alumna de sexto año. Junto a ella se encuentran Cristian Valderrama (19), del mismo curso, Nicolás Chávez (16), de cuarto, y Lucas Vázquez, (15), de tercero, una parte de los chicos que iniciaron esta campaña.
Aseguran que lo más difícil fue armar el proyecto. Porque en esas reuniones interminables, ellos, que hablaban en representación de los más de 1.400 estudiantes de su escuela, tuvieron que convencer a docentes, padres, directivos y ministros. De todos modos, contaron con una aliada.
Porque desde 2012 María Soledad Acuña (42) viene trabajando en Educación (primero lo hizo como subsecretaria de Equidad Educativa y desde 2016 como ministra porteña), y una de las características que más resaltaron durante su gestión fue el contacto directo con docentes y alumnos.
Tal vez por eso, cuando ingresa a la escuela de Juan Bautista Alberdi al 1800, muchos chicos se acercan a saludarla. “Su aporte fue clave para que esto se pudiera concretar. Y ser pioneros en un tema tan importante es algo que nunca vamos a olvidar –asegura Cristian–. Porque además de servir de herramienta para cuidarnos y aprender más sobre educación sexual, es un precedente para entender que, si hacemos las cosas bien y con respeto, podemos conseguir todo lo que nos propongamos”.
Hace un mes y medio que estos cuatro expendedores –distribuidos uno por piso– comenzaron a funcionar. Hasta ahora el resultado es más que óptimo. “Casi todos los días se agotan en las dos primeras horas de clase... Tenemos que estar atentos para reponer”, cuenta Nicolás.
Además del preservativo, también hay lubricantes y dos tipos de folletos: uno que explica cómo utilizarlos, y otros que sirven para concientizar a los adolescentes sobre el SIDA.
Acuña reflexiona: “Al principio, cuando mi equipo me contó de la propuesta de los chicos, me emocioné. Después tuve un poco de miedo, lo admito. Más que nada por la dimensión que podía generar esta movida. Cuando uno toma decisiones como ministro no son solamente para una escuela, sino que se pueden replicar en todos los establecimientos que quieran incorporarlas. Pero lo hacemos con la firme convicción de que es lo correcto, y más si surge de la propia inquietud de los alumnos. Que una escuela pueda entregar preservativos es un logro. La educación sexual en la secundaria es clave”.
–Una de las chicas contó que tienen dos compañeras embarazadas. ¿Cree que la iniciativa puede servir para prevenir esa problemática?
–No tengo dudas. Porque fue una idea de ellos, que nació en las distintas charlas de educación sexual. Y como se terminó cristalizando –y son ellos los encargados de controlarlo–, el efecto es multiplicador.
–Se define el debate en el Senado la ley de interrupción voluntaria del embarazo. ¿Qué postura tiene usted al respecto?
–Yo estoy a favor del aborto legal, seguro y gratuito. Pero independientemente de eso, que en la Argentina se haya podido dar este debate, y con la altura que se dio, representa un paso gigante.
–Desde hace un tiempo se discute mucho el tema del lenguaje inclusivo. ¿Está de acuerdo?
–Sí. Es un eslabón más para terminar con muchas palabras machistas. Por ejemplo, en las escuelas primarias la mayoría del cuerpo docente son mujeres, y sin embargo hablamos de “maestros”. Claro que, como sucede con toda novedad, al principio se incluyen expresiones que hasta suenan absurdas y generan algunos rechazos. Pero cuando pase esta primera etapa va a quedar lo importante.
–El lunes y martes de la semana pasada, los docentes hicieron un paro de 48 horas pidiendo que se reabran las paritarias. ¿Cuál es el balance de la medida en la CABA?
–El acatamiento fue menor, porque nosotros venimos trabajando en la paritaria desde 2017. Un maestro en la Ciudad de Buenos Aires, sin antigüedad y que trabaja ocho horas al día, tiene un sueldo de 30 mil pesos. Y para septiembre está acordado un nuevo encuentro para hablar de otra recomposición salarial.
Por Sergio Oviedo.
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