Si una imagen vale más que mil palabras, aquella foto que tomó con su celular la maestra de Efraín Abel Delgado junto a su abuelo y su maestro, sin dudas valió cientos de lágrimas en toda la Argentina. Porque la historia de este chaqueño de 11 años a todos nos tocó el corazón. Una historia de seis kilómetros diarios a pie para ir a la escuela rural, sin faltar un día en el año, una historia que lo erigió como el primero en su familia en terminar la primaria. Aquella foto nos mostró la emoción de la graduación de este chico quom, en el patio de la Escuela 239 Pedro Inchauspe de Pampa Chica –en el monte, a 200 kilómetros de Resistencia–, junto a los no menos emocionados abuelo Angel, quien lo cría, y maestro Hugo Baricheval, quien definió así el momento: “Llegar a esa instancia le costó mucho. Efraín es un ejemplo para todos”.
Lo cierto es que cuando la imagen se viralizó, los medios se encontraron con un Efraín tímido que apenas atinó a soñar: “Me encantaría tener la camiseta de Lucas Alario, mi ídolo”. Pronto, al tiempo que Juan Sebastián Verón le regaló bicicletas a Efraín y a su hermana Celeste, la gente de la Fundación River se puso a trabajar para que Rodolfo D’Onofrio se comunicara con el chico: “Efraín, River te va a cumplir el sueño”. Acto seguido miró alrededor: “Este chico es un ejemplo, nos tocaste el corazón”, y lo invitó con su familia al Monumental. Es más, el propio presidente millonario los guió por cada rincón del club. Entonces Efraín pisó el césped de la cancha y hasta se animó a patearle unos penales a D’Onofrio. Sin embargo, el premio mayor lo aguardaba en el vestuario: Alario le dio la bienvenida, lo abrazó y le regaló camisetas firmadas a él y a su familia. ¿Alguien duda de que Efraín se lo ganó a puro esfuerzo?
Dentro del vestuario millonario, junto a Lucas Alario, que le regaló camisetas firmadas a toda la familia. La foto de la graduación de Efraín con su abuelo y su maestro, llorando. En el despacho del presidente de River, con la Copa Sudamericana en sus manos. Efraín saltó al campo y tomó la pelota. Su ejemplo merece una ovación.
