“Tengo miedo de convertirme en el perejil del crimen” – GENTE Online
 

“Tengo miedo de convertirme en el perejil del crimen”

A María Marta le gustaba que recortara al ras las plantas de los marcos de las ventanas. Tenía muy buen trato, y a mí me encantaba hacer ese trabajo. Cuando me olvidaba no me decía nada, pero se ponía seca y distante”, recuerda Fabricio José Courreges (39, casado, una hija de un año y medio), jardinero parquista: el hombre al que el fiscal Gonzalo Aquino, reemplazante de Diego Molina Pico en la Fiscalía 2 de Pilar, puso en la mira, citándolo a declarar por tercera vez en la investigación del homicidio más resonante de los últimos años.

El último testimonio prestado en abril, y la extracción de sangre a que será sometido, obedecen a que Courreges, según la fiscalía, formaba parte del entorno más cercano al matrimonio Carrascosa–García Belsunce. Así, se constituye en la primera persona en someterse al examen de ADN después de que lo hicieran Carlos Carrascosa, algunos integrantes de la familia García Belsunce, los Bártoli –Irene y Guillermo–, la masajista Beatriz Michelini y Nicolás Pachelo, el sospechoso preferido de la familia. El jardinero está patrocinado por el abogado penalista Eduardo Ludueña, también defensor de Michelini, cuya estrategia será pedir primero el patrón genético de las tres muestras de sangre (dos de hombre, una de mujer) levantadas en el chalet del crimen, que serán cotejadas oportunamente con las de su defendido. ¿Por qué? “Porque tengo miedo de convertirme en el perejil del caso, como lo acusaron al pintor en el asesinato de Nora Dalmasso. Creo que quieren tirarme el fardo”, dice Courreges, angustiado.

–Si se sabe inocente, ¿por qué tiene miedo?
–Porque pueden usarme.

–Pero usted ya declaró…
–Sí, tres veces. Pero ahora es distinto. Me siento muy mal.

–¿Qué cambió?
–Todo. Antes declaré como testigo. Pero si tienen que sacarme sangre es porque sospechan de mí. Eso me pone muy mal. Soy nacido acá, en Pilar, hijo único de madre soltera. Me hice solo, trabajando. No tengo nada que ver con el crimen…

–¿Trabajaba en el jardín de la casa de Carrascosa y María Marta?
–Sí, trabajaba y trabajo, porque todavía corto las plantas y el césped de la casa de la señora María Marta.

–¿Quién le paga?
–El señor Carrascosa. O los Bártoli, sus familiares políticos, a los que también les arreglo el parque. En realidad, lo hago en doce casas del country. Empecé hace quince años. Antes había trabajado tres años con el chef Gato Dumas, que también vivía ahí.

–¿Adónde estaba el domingo 27 de octubre del 2002 a la tarde?
–En mi casa, con mi mamá (nota: la madre está presente en la entrevista, que transcurre en el estudio del doctor Ludueña, en Pilar). Soy de Boca, pero por cábala no miré el River-Boca que se jugó ese día. Si no estuve en el country en ese momento, difícil que pudiera estar presente en el lugar del crimen.

–Una línea de investigación considera la posible complicidad de los custodios del country con gente que entraba y no quedaba registrada…
–No sé. Yo no voy al country los fines de semana, salvo que tenga que cobrar algún trabajo.

–¿Cómo es su relación con los custodios de Carmel?
–De saludarlos, nada más. Cuando veía que una puerta o una ventana quedaba abierta y no estaban los dueños de la casa, avisaba a la guardia.

–¿Fue al velorio de María Marta?
–Sí. El lunes (nota: 28 de octubre de 2002) me avisaron que la señora María Marta había muerto en un accidente en su bañadera. Pensé en llevarle unas flores, pero ahí no había ni coronas. Y me sorprendió que la velaran en su propia cama.

–¿Cómo estaban Carrascosa y los demás familiares?
–A Carrascosa lo vi muy triste, y a Irene Hurtig, llorar mucho.

–Se dice que usted ayudó a lavar el colchón manchado de sangre.
–A la tarde, cuando terminó el velorio, una de las mucamas me pidió que la ayudara a correr el colchón. Lo hice y ella lo lavó, porque tenía un lamparón de sangre. El colchón estaba en la terraza. Le di una mano para bajarlo.

–¿Nunca sospechó nada raro?
–Jamás.

–¿Cuántas veces declaró ante la Justicia?
–Tres veces: después de que se supo que era un asesinato y no un accidente, en el 2007 durante el juicio oral en San Isidro, y ahora, a principios de año.

–¿Cómo era el trato entre usted, María Marta y Carrascosa?
–Carrascosa me pagaba. María Marta era la que más disfrutaba del jardín, y por eso me ordenaba cómo quería que lo hiciera. Me preguntaba: “¿Qué te parece, Fabricio, si cortamos esos pinos?”, o si poníamos cañas, o cómo quería tener el pasto. Era muy sensible…

–¿En qué sentido?
–En los últimos tiempos me preguntaba mucho por la gente pobre de Pilar. Nunca tuvimos una relación más allá de lo laboral. Tenía confianza en mí, porque soy respetuoso y sólo me dedico a mi trabajo. Nunca entro a las casas. Soy de una clase social diferente a la de los socios del country…

–¿Alguna vez vio a Carrascosa discutir con María Marta?
–No, nunca. Se trataban con mucha corrección. Me parecían gente buena, lo mismo que Irene Hurtig y Guillermo Bártoli. Les estoy muy agradecido por dejarme trabajar con ellos durante todos estos años.

–¿Conoció a Nicolás Pachelo, el vecino del que los García Belsunce sospechaban?
–Sí, pero casi no tuve contacto con él.

–¿A qué parte le cree más?
–En este momento estoy sufriendo bajo una falsa sospecha: algo muy doloroso. No me animo a señalar a nadie. Sólo hablo por mí. Soy un laburante, vivo casi al día y mi vida no cambió para nada. Pero esta sospecha me provoca una tremenda angustia, lo mismo que a mi familia.

–¿Va a someterse a la prueba de ADN?
–No tengo problema. Quiero que se haga lo antes posible, pero con todas las garantías. Vamos a llevar a un perito. Confío en mi abogado. Soy inocente, pero le repito: no quiero ser el perejil del caso, para que zafe el verdadero asesino de la señora María Marta.

El hombre que todavía mantiene el jardín de la casa de María Marta dice que no tiene nada que ver con su asesinato. “Pero si tienen que sacarme sangre es porque sospechan de mí. Eso me pone muy mal”, explica preocupado.

El hombre que todavía mantiene el jardín de la casa de María Marta dice que no tiene nada que ver con su asesinato. “Pero si tienen que sacarme sangre es porque sospechan de mí. Eso me pone muy mal”, explica preocupado.

Carlos Carrascosa fue absuelto por el homicidio y condenado por encubrimiento.

Carlos Carrascosa fue absuelto por el homicidio y condenado por encubrimiento.

Courreges junto a su abogado, Eduardo Ludueña, defensor también de la masajista Beatriz Michelini, una más de los investigados en el expediente.

Courreges junto a su abogado, Eduardo Ludueña, defensor también de la masajista Beatriz Michelini, una más de los investigados en el expediente.

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