Costa habló en +GENTE sobre su identidad trans y la lucha contra la obesidad – GENTE Online
 

Costa en +GENTE: "Yo me agradezco, me armé para salir a luchar"

En su entrevista con +GENTE, la protagonista de Costa Presidenta habla de su infancia como persona trans, su ascenso como comediante, su lucha contra la obesidad y todo lo que falta para lograr una sociedad más justa e igualitaria con la comunidad LGBTQ+.
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“Cuando era chica y contaba historias, mi abuela me decía que yo estaba inventando. ‘Me estás haciendo un cuento’, me decía”, recuerda Costa al hablar de su talento innato para contar historias en diálogo con Celeste Montanari en el marco de +GENTE

Si la abuela Urbana hubiera visto que la niña fabuladora a la que todos llamaban Gonzalito se convirtió, años después, en una figura del espectáculo argentino, tampoco lo hubiera creído. Es esa capacidad de narrar y pintar escenas con palabras lo que la llevó de los shows del under queer a la primera mañana de la radio (junto a Santiago del Moro en La 100), a la tarde de Telefé (en Cortá por Lozano) y a encabezar su propia obra en Calle Corrientes. Es “Costa Presidenta”, un music-hall que satiriza sobre el poder en la vena de Enrique Pinti, donde despliega todo su talento. Pero, además de humor filoso y su capacidad de conmover, el público también encuentra en Costa dos o más historias de superación: la que tiene que ver con su identidad trans y su pelea contra la obesidad.

En su entrevista con Celeste Montanari para el ciclo +GENTE, Costa vuelve sobre su origen y cuenta su historia: la que ilustra los sueños cumplidos de una mujer de una familia cordobesa de clase trabajadora que supo avanzar en una vida llena de obstáculos y ganarse el corazón del gran público.

Costa vivió en la calle y se transformó en una referente del queer under. Hoy lleva adelante el music-hall "Costa Presidenta". Foto: Fabián Uset.

Gente: ¿De donde sale tu habilidad para contar historias?

Costa: Mi papá había estudiado para ser contador, pero no se había recibido. Era un hombre muy bipolar y muy inteligente. Era muy difícil, pero era brillante. Trabajaba en empresas en la parte contable porque era muy rápido con los números. Entonces le decían “el contador”, y yo nunca lo escuché a papá corregirlos o decirles “no soy contador”. Cuando nos veían en el barrio a mi hermana y a mí decían “los hijos del contador”. Pasaron los años y vine acá, a Buenos Aires, y me puse a estudiar para ser Contador en la UBA, como para que en un título exista “el contador Costa” de alguna manera. Entonces, cuando me di cuenta de que el título no era para mí, sino para reparar el pasado de este hombre, nunca más volví a la UBA. Pero hoy vivo de contar historias, de alguna manera esa que contaba cuando era chiquita. Costa la contadora existe. A mí me gusta contar, y sé que no es falsa modestia, que tengo una manera de contar que es, a lo sumo, interesante.

G: ¿Qué significó para vos llegar al escenario de Calle Corrientes?

C: La primera vez que trabajé en Calle Corrientes, fue como asistente vestidora. Subía los cierres, planchaba los pantalones de los bailarines. Había vuelto de Mar del Plata sin un peso, estaba viviendo en la calle. Llamé a un amigo mío, Diego Moyano, mi gran amigo, mi familia, y me llevó a vivir con él. Diego es vestuarista de toda la vida, de obras de teatro, como decimos nosotros, de puterío, de plumas. Entonces, Diego estaba armando un vestuario para una revista en el Teatro Premier. Yo sabía bordar y Diego me puso a ayudarlo. Me estaba dando casa, comida y una familia. Lo mínimo que yo tenía que hacer era bordar la ropa. Y cuando debutó el espectáculo, me pusieron a trabajar ahí de asistente, porque fue lo primero que yo hice en la carrera. Y era en el Teatro Premier, que es el mismo teatro ahora. Cuando armé este show, iba a ser en otro teatro, pero terminó decantando ahí. Por eso, cuando yo cuento estas historias, dicen que estoy inventando, que no puede ser. 22 años más tarde está “Costa Presidenta” en el mismo teatro.

Vestite como quieras, vestite para vos

En línea con una filosofía que invita a derribar los mitos construidos alrededor de las construcciones sociales, el género y la indumentaria, Skip acompaña la segunda temporada de +Gente matcheando con la narrativa “vestite como quieras, vestite para vos.”, de la que hace bandera la marca.

De la familia de sangre a la familia elegida

La historia es conocida y ha sido material de los monólogos y unipersonales de Costa. Tuvo una infancia rodeada de su familia, pero padeciendo el bullying en la escuela. A los 17 años vino a Buenos Aires sin red de contención. Llegó a dormir en vagones y comer en la calle. También encontró su vocación artística y se amigó con su identidad trans. Un camino al triunfo marcado por el trabajo, pero también por la fe, la comunidad y la familia. 

G: Cuando te preguntás “¿cómo lo logré?”, ¿Qué te viene a la mente?

C: Digo: “no he hecho otra cosa que trabajar”. Eso se lo agradezco a mi madre. Mi mamá es una piedra dura de roer, es una mujer que labura desde que tiene 12 años y nunca para de trabajar. Gracias a su máquina de coser, a nosotros nunca nos faltó nada. Mi vieja es costurera por herencia. Mi abuelo Antonio era albañil y la abuela Urbana era costurera, entonces la familia de mamá eran todos los varones albañiles y las chicas costureras- Gracias a esa máquina de coser en todas las familias jamás faltó nada. Mi vieja, ahora que tiene casi 80 años, dejó de trabajar, pero porque estaba con unos quilombitos de salud propios de la edad. Trabajaba hasta hace poco con la hermana.

Costa y Celeste Montanari. José María Muscari, Jazmín Beccar Varela, Marti Benza y Luli Gonzáles también fueron parte de +GENTE. Foto: Fabián Uset.

G: Todo tu trabajo tiene que ver con la búsqueda de la aceptación de ese nido ¿no?

C: Una aceptación que no va a estar nunca, porque no la tuvimos. Y no hay que culpar a nadie. Yo no sé si yo como mamá o como papá tuviera un nene o una nena trans, si podría haberlo entendido, comprendido, aceptado y amado. Mis viejos me quisieron como pudieron, a veces muy bien y a veces no, pero bueno, como dice Charly García, no existe una escuela que enseña a vivir.

G: ¿Hubo algún momento de reparación?

C: Una vez lo hablé con mi mamá para un cumpleaños mío. Yo estaba en San Pedro y me querían hacer un homenaje los de la Secretaría de Turismo. Me preguntaron que quería hacer y les dije, quiero estar un rato sola en la iglesia. Entonces me quedé sola en la iglesia. La recorrí toda, es una catedral preciosa. Me subí al techo, después se celebró la misa y el párroco me la dedicó, fue un momento muy lindo. Cuando salgo la llamo a mi mamá y le digo: “Mami, ¿vos pensabas que mi vida iba a ser lo que es?”. Entonces me dice: "Mirá, hija, para mí fue muy difícil criarte. Yo no te entendía. Vos hacías preguntas de las que yo no tenía respuesta. Tenías planteos que yo nunca entendí. Tenías necesidades que yo no supe cómo cubrir". Eso fue muy, muy sanador para mí. Me dijo: "Todo lo que vos tenés te lo ganaste por trabajadora". Y es cierto, y no es que me estoy haciendo un homenaje. Yo no tengo ni una tía, ni una prima, ni una amiga, ni un padrino, ni nada que me hiciera las cosas más fáciles.

G: ¿Quiénes te ayudaron?

C: He tenido buena gente, como Santi del Moro en la televisión y en la radio, como Lizzy, como mis artistas del under adorados que no han transitado como yo el camino de la popularidad, pero que me enseñaron todo lo que sé. Hay que ser agradecida en la vida. Hay gente que te ha hecho, me ha hecho, nos ha hecho, para un “no”, y eso nos sirvió para un “sí”, y también hay que agradecerlo. 

Costa y los desafíos de una vida trans

El hecho de que tanto Costa como Lizy Tagliani y Flor de la V sean de las figuras más queridas del espectáculo, no significa que la sociedad argentina esté cerca de terminar su odio y violencia hacia las personas trans. Costa tiene presente que ellas existen por encima del promedio de vida de su comunidad y no deja de remarcarlo en cada oportunidad. Desde el provocativo nombre de su obra hasta su reclamo permanente por Tehuel, continúa alzando la voz sobre todo lo que nos falta avanzar.

G: ¿Una presidenta trans en Argentina todavía es algo imposible?

C: Sí, falta. Así como nuestras ancestras han dejado la vida para que tengamos una ley de identidad de género, para que haya matrimonio igualitario, para que ahora exista una ley de cupo laboral trans, que no se cumple como debería. Falta evolucionar. Todavía está el rótulo. O sea, nosotros somos dos minas que estamos charlando. Sí, pero para el afuera son dos trans que están charlando. Antes éramos dos travas. Falta. No está muerto quien pelea y la única lucha que se pierde es la que no se realiza.

G: ¿Qué aporta la representación trans en los medios a ese avance que falta?

C: Nuestra presencia desde los medios ayuda si nos está mirando una mamá, un papá, un tío, un hermano de una persona trans y nos ve a nosotras guapas como estamos, pero lo más importante, felices y trabajando de lo que nos gusta. Eso aminora la angustia del otro, porque antes pensaban que una chica trans solo podía ser prostituta. Entonces, obviamente, si a vos te arrojaron de tu casa a los 14 años, no tuviste acceso a la educación, a la salud, a nada. ¿Qué te quedaba? Vender droga o prostituirte, o las dos cosas juntas en el peor de los casos. Entonces, ayuda que nosotras dos acá, como una maestra como Vida Morant del Mocha Celis, como Mara Reinoso en el gobierno anterior… no quiero dar nombres porque siempre alguna se olvida.

G: ¿Por qué a las trans no nos pueden dar ni el lugar de pareja siquiera?

C: A mí nunca en el amor me ha ido bien. Sentí que habitaba las necesidades de ese hombre, pero nunca sentí que me mirara los ojos y me dijera “te amo”. A mí nunca me pasó. Nunca me sentí amada por un hombre, pero sé que todo viene con el rollo de mi padre. Mi papá me quería con locura, pero a su hijo Gonzalo, no sé si a mí.

"Yo me agradezco, yo me armé, literalmente. Me armé para salir a luchar, y Tita Merello decía que la vida le da pelea a los fuertes, a los débiles ya se las ganó de mano", explica. Foto: Fabián Uset.

G: ¿Cómo era en tu casa cuando expresabas tu forma de ser? 

C: Cuando iba al jardín el pintorcito era mi vestido. Yo nunca me lo planteé, no es que a mí me parecía que los nenes hacen tal cosa. Siempre fue muy resistido en ese punto. No podían hacer algo mejor. Cuando me empecé a pintar a los 13, me dijo “a partir de hoy usted no tiene nada que hablar conmigo. Si tiene que ir a algún lado tiene que pedir permiso a su madre”. Lo inmundo del sistema es que le preguntaba a mi mamá e iba y le preguntaba a él.

G: ¿Y cómo fue en la adolescencia?

C: Me acuerdo que usaba una base de Angel Face que se llamaba Gypsy, que te dejaba la cara naranja. Me sacaban fotos y parecía un vampiro. Un día llegué a casa y mi mamá sí me hizo escándalo: “¡¿No te das cuenta de que tenés la cara dos tonos menos que tu color de piel?!”. (risas) Transmitió como pudo. Me decía también: “¿No te das cuenta de que tu papá llora cuando te estás pintando?”. Y yo le decía: “Y bueno, es lo que le tocó”. Lo gracioso fue la primera vez que hice un show en 2003 en Córdoba. Yo les llevé en vhs y ven todo el show. Yo hacía de Graciela Alfano, entonces estaba con una peluca rubia. Cuando termina el video mi mamá dice “qué lindo el espectáculo, pero no apareciste”. Y mi papá dice “¡es la gorda rubia que está ahí! ¿no la ves?”.

G: ¿Las personas trans tenemos una paciencia extra?

C: La tenemos que tener, pero por eso después dicen que estamos locas. Y sí, hay que trabajar sobre el acceso a la salud. La Ley Integral trans tiene que ser reparación, no le cuesta nada al estado hacerla. Se gasta tanto dinero en cosas que de verdad no son importantes, en reparar en las chicas que sobrevivieron, las chicas que el Estado mató, que desapareció, que prostituyó, que banalizó. No cuesta nada y no son muchas las chicas trans. Tienen esperanza viva casi arañando los 40 años. ¿Por qué? Y bueno, porque no tuvieron acceso a la educación, porque terminaron en la calle, porque terminaron presas de un sistema, porque hasta que no hubo ley de Identidad de Género, había muchas chicas que no iban al médico, porque en la ley dice que a vos cuando te llama el médico tiene que llamarte por tu apellido, pero no lo hacían, protocolo, claro, lo hacían a propósito. Decían tu nombre de origen, pero todavía pasa. El otro día mataron a una chica en La Plata y el diario puso el nombre asignado al nacer. La chica ya tenía documento de mujer. Hay que ser rebuscado para ir a buscar el otro nombre.

G: ¿Qué pasa cuando el Estado no controla que se apliquen las leyes que no se consiguen?

C: Se perdió tiempo con un documento no binario que les sirvió a 20 y las chicas travestis están esperando. No tienen acceso a su tratamiento porque no hay hormonas en los hospitales. Y no es como dice alguna fresca que “les pagan por ser trans”. No, no sabés lo que es la vida.

Cómo Costa cambió su vida con una operación

La vida de Costa experimentó un cambio radical tras tomar la decisión de someterse a un bypass gástrico el 1 de diciembre de 2017, con el objetivo de reducir su peso. Al iniciar el tratamiento, la humorista pesaba 170 kilos: antes había llegado a los 192. Hoy se mantiene alrededor de los 94 y sostiene que la enfermedad de la obesidad no se cura y que la batalla, como la de cualquier adicción, es día a día. 

G: ¿En qué momento puntual decidiste hacerte un bypass gástrico?

C: Cortázar dice que hay que cambiar la vida sin salirse de la vida. Yo siempre sentí que no era digna. A mí me fue muy bien en el under, muy rápido empecé a tener mis propios shows, empecé a ganar plata, pero siempre sentía como que la vida no estaba tan copada. Una persona que convive con 192 kilos a diario muchas ganas de vivir no tiene. Se llama depresión enmascarada. Entonces cuando yo empiezo a laburar en la radio, y cuando yo dejo de ser cuerpo para ser voz y pensamiento, y empiezo a obtener reconocimientos que yo sentía verdaderos, digo: ¿hasta cuándo voy a joder con la vida? Porque esto ya es un regalo que me dio. En la radio empecé a sentir que yo tenía una misión. Yo tenía que agradecerle a la vida y si Dios decidió este destino fuera de la norma para mí, tenía que hacerle honor a eso.

G: ¿Cómo fue tu historia con el sobrepeso?

C: Yo engordé cuando tenía cuatro o cinco añitos. Viste cuando te dicen “si volvieras al pasado, ¿qué cambiarías?” Yo cambiaría el día que, a los 5 años, en lugar de un alfajor, guardé dos en la bolsita y me fui al jardín. Igual más adelante a todo lo que pasa es que el objeto de mi adicción, fue por el lado de la obesidad. Un día dije basta.

G: ¿Intentaste bajar de peso muchas veces?

C: Una médica me había echado de su tratamiento. Bajaba 20, engordaba 40, bajaba 30 engordaba 60 y así. Entonces ella me dijo: “Basta, yo fracasé con vos. Evidentemente, mi tratamiento con vos no funciona. Vos venís a verme cuando ya no podés respirar. Cuando bajás y volvés a respirar, desaparecés. Y yo no puedo ser cómplice de esto. Necesitás otro profesional”.

G: ¿Cómo te sentís ahora?

C: La obesidad es una es una enfermedad que se cursa con recaídas. Tuve una recaída fuerte y ahora volví a la senda. Esto es para siempre, esto es lo que a mí me tocó. Es una adicción. Me controlo lo más que puedo. 

G: ¿Qué ves hoy cuando te miras al espejo?

C: Y yo siempre digo un latiguillo que yo usaba en el unipersonal anterior: triunfadora. Entonces sí, yo me veo una triunfadora, una mina que ha trabajado mucho, que ha tenido mucha suerte, pero cada vez que Dios me mandó la suerte, esa suerte me encontró trabajando. A mí no me gusta verme como, o cuando la gente me dice: “vos sos una referente”. No, yo no quiero ser referente. Yo predico con el ejemplo. Yo me levanto a las 5 y cuarto todos los días para laburar y estoy en pie. La diferencia es que yo voy a un lugar divino, donde me tratan bien, donde me consideran, me elevan y me hacen sentir que soy mi mejor versión. Yo me agradezco, yo me armé, literalmente. Me armé para salir a luchar, y Tita Merello decía que la vida le da pelea a los fuertes, a los débiles ya se las ganó de mano. 

Transparente, nunca invisible


La producción de las cápsulas de la segunda temporada de +GENTE se llevaron a cabo con el apoyo de Absolut, una marca que desde hace más de 40 años trabaja sobre la diversidad con la intención de construir un mundo libre de etiquetas

Redactó para GENTE: Gabriel Orqueda.


Muebles: @tiendafc / Alfombra: @thecarpet.co / Makeup: George Rodriguez y Yamila Boniti para @hairmalambo

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