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La historia secreta de la crisis

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"Yo nací en River y quiero mucho a River. Lo mejor en este caso es que dé un paso al costado. Y que los jugadores que no comparten mi proyecto arranquen con el que ellos prefieren…”. La inconfundible voz ronca de Mostaza Merlo oficializaba así, el lunes 9 de enero, sobre el mediodía de Mar del Plata, su sorpresiva renuncia como técnico millonario.

El mismo lunes, un par de horas antes incluso de que Merlo compareciera ante la prensa, Daniel Alberto Passarella (52) sellaba su regreso como DT. Pergaminos no le faltan: es el defensor más goleador de la historia del fútbol argentino, el único jugador que ganó dos copas del Mundo, y como técnico, logró tres títulos con River. Sobre las 9 de la mañana, Passarella ya estaba reunido en el bar Jonathan –a pocas cuadras del Monumental– con los tres dirigentes de mayor peso del club (Mario Israel, Hugo Slipak y Domingo Díaz), ante la ausencia con aviso del presidente José María Aguilar, de vacaciones en Río de Janeiro.

Golpe de Estado. Fue la metáfora mediática más recurrente para graficar el alejamiento de Merlo. Como en todo levantamiento, había un ideólogo y líder claro. Y ese rol lo jugó Marcelo Gallardo, el jugador más emblemático del plantel.

Hasta ahí, la parte visible de esta historia. Por debajo, una masa de testimonios off the record: dirigentes, jugadores y allegados a River fueron hablando con GENTE hasta permitir armar un rompecabezas que habla de un club sumido en una grave crisis.

–¿Qué te pasa que tenés esa cara de c…? Así no contagiás a tus compañeros –le recriminó Merlo a Gallardo.
–Simplemente que no me gusta cómo estamos jugando. Y te anticipo que me voy a ir de River. Pero después del partido hablamos –contestó el volante.
Con ese diálogo entre técnico y jugador, horas antes de enfrentar a San Lorenzo por el Torneo de Verano, comenzaba a precipitarse todo. La charla continuó en el vestuario tras el partido:

–Marcelo, contáme qué te pasa.
–Es que no me gusta cómo estamos entrenando, ni cómo parás al equipo en la cancha. Esto no tiene nada que ver con la historia de River. ¡Parecemos un equipo chico! Yo me voy. Antes que me putee todo el estadio prefiero armar las valijas ahora.

–¿Y el resto del plantel qué piensa? ¿Lo hablaste?
–El noventa por ciento está de acuerdo conmigo.

–Dejáme que hablo con los muchachos. Y si es así, me voy yo...
Después, se sabe, la conferencia de prensa de Merlo en el hotel Primacy de Mar del Plata, el acuerdo con Passarella, y más piezas para armar… Por ejemplo, una que tiene que ver con la delicada situación económica del club...

¿Millonarios? “Esto estuvo todo armado”, le dice a GENTE un integrante de la comisión directiva en un tradicional café de Mardel. “River tiene un pasivo importante. Debe unos 80 millones de pesos. En esta época de vacas flacas, Aguilar no le podía cumplir, ni a Mostaza ni a ningún técnico, con los jugadores que pidiera. El no quería echarlo, pero no le quedó otra. Hace falta dinero para refuerzos, así que fueron a buscar a un importante empresario que en otra época estuvo muy vinculado a River. ¿Me seguís? Te doy otra pista: el mismo que hace un tiempo estuvo vinculado a un club de Caballito. Y este empresario le dijo a Aguilar: ‘Okay, yo te traigo los jugadores que quieras, pero vos ponéme al Kaiser de técnico’”.

Las palabras del dirigente millonario coinciden, casi calcadas, con otras recogidas en Buenos Aires de boca de un par de Comisión Directiva, que agrega para más datos: “Para Aguilar, este año, ganar la Libertadores es clave, torneo que los de Boca mirarán por televisión... Para eso se necesitan jugadores, y para comprarlos hace falta mucha guita. Y por el lado de ese empresario, la guita sólo aparecía si llegaba Passarella… ¿O no te parece raro que justo por las horas en que estalló todo, Merlo estaba solo, sin el apoyo de dirigentes de peso? Está bien, lo de Aguilar se entiende: hace veinte días falleció su mamá y se fue de vacaciones a Río. Pero, ¿por qué no estaba en Mar del Plata Mario Israel, el miembro más importante del Consejo de Fútbol? Que a su vez, el mismo lunes, a las nueve de la mañana, ya estaba reunido con Passarella. ¿Raro, no?”.

Y sí, raro es. De hecho, Merlo no lo hizo público, pero en la intimidad comentó la falta de respaldo de los dirigentes.

Con el pie izquierdo... Como se verá, todo tiene que ver con todo. Es un hecho el factor económico. Como también lo es la mala relación entre Gallardo y Merlo. Y para eso hay que remontarse al comienzo mismo del regreso de Mostaza como entrenador millonario. A las pocas horas de haber vuelto a Núñez –el 29 de agosto de 2005–, dijo: “Desde hoy, todos los jugadores empiezan de cero”. Hombre de códigos futboleros si los hay, era su forma de dejar claro que también tenía en cuenta a Horacio Ameli, crucificado por el plantel tras su delicado incidente con Eduardo Tuzzio. Lo cierto es que en su primer entrenamiento, el Muñeco Gallardo se le plantó: “Vos hacé lo que quieras, pero ésta fue una decisión del grupo. Si reincorporás a Ameli, te vas a echar a todo el grupo en contra. Así empezás mal”, le dijo.

Empezó mal, nomás. Siguió peor, cuando en el partido contra Gimnasia y Esgrima La Plata, en el último Apertura, Gallardo se hizo expulsar. El técnico se lo reprochó y habrían terminado a los golpes en el vestuario. Y terminó… como acaba de terminar.

Ahora es el turno de Passarella, que arrancó perdiendo contra Boca. Pero esto recién empieza. Para juzgarlo habrá que ver qué refuerzos llegan, finalmente. Dejarlo desarrollar su proyecto. Ese que ni le dejaron comenzar a Mostaza Merlo.

Ahí están Daniel Passarella y el Muñeco Gallardo, en el primer entrenamiento en Mar del Plata tras el alejamiento de Merlo. El volante amenazó con irse, pero al final se retractó.

Ahí están Daniel Passarella y el Muñeco Gallardo, en el primer entrenamiento en Mar del Plata tras el alejamiento de Merlo. El volante amenazó con irse, pero al final se retractó.

Passarella debió preparar contra reloj el primer superclásico del año. Así le fue. El sábado, Boca le ganó 3-2.

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Tras la renuncia de Merlo, Marcelo Gallardo pasó a ser discutido por la barra brava, que decidió bancar al técnico saliente.

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