Ser Papa no es una vocación: también es una presión existencial. Cuando Jorge Mario Bergoglio (1936-2025) confesó en una entrevista póstuma que fue al psiquiatra “porque había cosas que no sabía manejar”, no estaba hablando sólo de él: estaba revelando que, incluso aunque la fe mande, el camino de un pontífice, ante todo, es humano. Por lo tanto, en su recorrido también debió enfrentarse a nudos mentales con los que le fue difícil lidiar.
Tener cintura para el dolor humano y un temple para la crítica global también tiene que ver con contar con una estructura psíquica capaz de procesar contradicciones y presiones. En un reportaje que Francisco le dio a Nelson Castro (Telenoche), el Papa habló de salud mental y reveló que en los años setenta recurrió durante seis meses al psiquiatra.
En su íntimo testimonio íntimo, Bergoglio, quien por entonces era superior provincial de los jesuitas en Argentina, se acercó aún más a la gente. Y desde la cima del poder eclesiástico fue que reivindicó la importancia de pedir ayuda psicológica.

Qué dijo el Papa Francisco sobre salud mental en una entrevista póstuma
Con la honestidad que lo caracterizaba, Francisco rompió otra tradición: la de la infalibilidad emocional. Al decir que una psiquiatra lo salvó de ser un "neurótico más", abrió la puerta a una conversación no demasiado cómoda para la iglesia que, por supuesto, siglos atrás y en medio de la génesis del psicoanálisis, se mostró crítica y desconfiada hacia las ideas de Sigmund Freud.
Bergoglio relató por qué acudió a una profesional de la salud. “Fue en los primeros años de la dictadura, cuando tuve que llevar gente al exilio para salvar sus vidas. La consulté (a la psiquiatra) durante seis meses, una vez por semana. Me ayudaba con explicaciones, consejos, a hondazo limpio me buscaba. Me ayudó muchísimo, muchísimo", explicó el Pontífice en su diálogo con el periodista y conductor de Telenoche, en 2019.
“Todo sacerdote debe saber algo de la psicología humana. A veces algunos lo saben por sabiduría natural, porque son sabios, pero estudiar psicología hoy día es necesario para pastoral", sentenció Francisco. Y acerca de la ayuda psicológica que recibió sumó: “Me ayudó para clarificarme ciertas cosas, mecanismos, ciertos miedos que me venían”.

Con esos dichos como disparador, analizamos qué aspectos psicológicos necesita tener León XIV, el flamante pontífice, para enfrentar la presión espiritual, política y emocional de liderar el Vaticano en el siglo XXI. Y mucho más, qué exigencias puede llegar sentir el nuevo líder del catolicismo tras un papado tan revolucionario como el de Francisco.
El perfil psíquico de un Papa: obsesión sana y fortaleza neurótica
En diálogo con GENTE, Mel Gregorini, psicoterapeuta cognitivo-comportamental que ha atendido congregaciones sacerdotales, aborda este enfoque distinto en el que se analiza al nuevo Papa en sus aspectos más humanos y cuenta qué aspectos deberá atender para soportar el peso simbólico y emocional del cargo más alto del catolicismo.
"La primera estructura que uno puede pensar para una persona con tanto poder y simbolismo es una estructura neurótica muy fuerte, con ciertos grados obsesivos", afirma Gregorini.
¿Por qué? Porque esa “obsesión sana” sería la que permite al Papa mantener el orden interno frente al caos exterior: defenderse del afuera y del adentro, responder al ideal y a la norma y los protocolos, sin romperse.
"Debe haber una construcción mental que tolere lo inmenso, lo simbólico y lo real del cargo", agrega. No hay margen para la improvisación emocional: el nuevo Papa debe sostenerse entre el dogma, el deber y el deseo.

El legado de Francisco: una vara altísima para León XIV
Francisco no solo fue carismático: fue revolucionario. "El nuevo Papa va a necesitar un equipo interdisciplinario que lo ayude a sostener ese legado”, advierte el terapeuta. "Francisco es una persona que hizo un antes y un después, con puntos de vista muy importantes, que se van a notar mucho más a partir de los próximos años", insiste.
En relación a las presiones y los riesgos que puede conllevar que una sola mente sostenga la idea de ser el elegido de Dios, menciona distintos aspectos de la salud mental que se ponen en juego: disociación, burnout, ansiedad persecutoria, y un sentimiento constante de responsabilidad absoluta. “Están en un lugar de tanto poder y tan solos a veces, que no pueden delegar. Y eso desgasta”, explica.

"Ellos también son humanos": la salud mental y el peso de ser el elegido de Dios
Según Gregorini, “la psicología hoy debería estar presente en todas las etapas de la formación”. No solo para trabajar el voto de castidad desde la sublimación de la energía sexual, sino para ayudar a los religiosos a sostener los mandatos de celibato, obediencia y sacrificio.
Y lo explica desde su experiencia al haber atendido y asesorado congregaciones: "Yo he visto cómo se trabaja la posibilidad de sublimar toda la energía sexual traduciéndola en algo más constructivo. Por eso es muy necesario que, desde su formación, sepan y entiendan de la psicología en todas sus vertientes".

"Ellos también son humanos. No están exentos de nuestras mismas vicisitudes. Por eso deberían contar siempre con asesoramiento psicológico constante", afirma. "La investidura de ser el representante de Dios en la Tierra es una presión inmensa. Es una conexión con otro plano y al mismo tiempo una tensión constante con su plano humano", analiza Gregorini.
El secreto, dice el terapeuta, está en lograr ese equilibrio entre el rol ideal y el yo real, entre el Dios que guía y el hombre que puede errar. Y remata: "Lo primero que tiene que tener claro un Papa es si está asesorado, si puede delegar, y si tiene alguien con quien descargar toda esa energía".
Apertura: Silvana Solano