Capítulo Seis, Mauricio Macri: “No podemos detenernos en las revanchas o ajustes de cuentas” – GENTE Online
 

Capítulo Seis, Mauricio Macri: “No podemos detenernos en las revanchas o ajustes de cuentas”

Así contó GENTE el día en que los argentinos fueron a su primer balotaje desde el regreso de la democracia. El nacimiento de un nuevo actor político con apoyo del radicalismo, y el objetivo de erradicar la pobreza, derrotar al narcotráfico y salir de la grieta.
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Después de doce años de kirchnerismo llegó un nuevo presidente que prometió “unir a todos los argentinos”. Ya lo habían dicho Raúl AlfonsínCarlos MenemFernando De la RúaEduardo Duhalde -que fue presidente interino designado por una asamblea legislativa-, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Ahora era el turno de Mauricio Macri, un empresario millonario, con una corta y vertiginosa carrera política que construyó en poco tiempo un partido que puso en jaque al peronismo.

El domingo 22 de noviembre de 2015, el candidato de Cambiemos llegó a las 11.18 a la escuela Wenceslao Posse para emitir su voto. A su salida un grupo de seguidores lo esperaron con algunos banderines y al grito de: “¡Se siente, se siente, Mauricio presidente!”. Todo un preludio. Como un verdadero rockstar, Macri se abrió paso entre sus partidarios, adelante iba su vocero Iván Pavlovsky“Estoy feliz, tranquilo… Mañana, pase lo que pase, comienza una nueva etapa y vamos a estar juntos y unidos”, comentó a los periodistas. 

Pasadas las 20.30 Macri llegó al complejo Costa Salguero, donde la coalición montó una verdadera fiesta con variada música que iba desde Chano Charpentier pasando la recordada Gilda y hasta el eterno Freddie Mercury. Serpentina, globos celestes y blancos, como la bandera, y amarillos y negros, como los colores del PRO (Propuesta Republicana) el partido político que creó el empresario en 2005 y que recién tomó forma en 2007 cuando ganó la jefatura del Gobierno porteño.

A esa misma hora las pantallas mostraban una ventaja de nueve puntos respecto a Daniel Scioli, el candidato del Frente de Todos. A medida que los minutos pasaban la diferencia se achicaba sin riesgos. Cambiemos saboreaba la victoria. Macri, ingeniero, de 56 años, prometía una nueva manera de hacer política.  

El estilo del festejo no se parecía ni un ápice a los que habían montado los cinco presidentes electos por el voto popular desde el inicio de la democracia en 1983. Con bastón y galera, el Mago sin Dientes animaba el baile entre el público. No hubo marchas partidarias, no se hablaba de viejas batallas, mártires, sacrificios, ni del pasado que parecía pisado. Era distinto a todo lo anterior, no parecía el triunfo de un partido político de rostros duros, sino un cumpleaños, una fiesta privada de estudiantes universitarios en el salón de un country club. Macri mostraba una argentina moderna, pudiente y con un futuro prometedor.

“Gracias a Mauricio, millones nos volvimos a encontrar en las urnas”, dijo María Eugenia Vidal, que esa misma noche ganó las elecciones en la provincia de Buenos Aires, el principal bastión del peronismo. “Mauricio va a gobernar para todos. Nos trae un mensaje de paz y unidad”, aseguró Horacio Rodríguez Larreta, el flamante jefe de Gobierno porteño y garante del PRO en el territorio. “Con Mauricio vamos a recuperar la cultura del trabajo”, agregó más tarde Gerardo Morales, el radical que consiguió imponerse en las urnas en Jujuy. Hasta en eso se esforzaron por mostrar la diferencia, ya no había apellidos, solo nombres. Él era simplemente Mauricio.

La nueva política. Mauricio Macri feliz y eufórico el día que ganó las elecciones tras ganar el primer balotaje presidencial desde que recuperamos la democracia.

La alianza entre el nuevo partido –que se asomó tímidamente por primera vez en 2003 para competir en las elecciones porteñas con el nombre de Frente Compromiso por el Cambio– y el longevo radicalismo, raquítico como consecuencia de sus desaciertos durante la crisis del 2001, había funcionado. En la intimidad del bunker de Costa Salguero, a la que pocos cronistas tuvieron acceso, todos esperaban el llamado del candidato rival, hecho que se dio alrededor de las 21 cuando Scioli reconoció que había perdido. Recién media hora después el saliente gobernador de Buenos Aires lo comunicaba públicamente, sereno, reflexivo, estoico frente a la derrota.

Macri caminó hacia el centro del escenario, sus seguidores lo aclamaron con gritos de bienaventuranza y aplausos, las agujas marcaban las 21.55. “Buenas noches”, soltó en medio de una gran sonrisa, entonces sus seguidores estallaron con el repetido “¡Se siente, se siente, Mauricio presidente!”, él los dejó, se sentía feliz, esperó unos segundos para volver a hablar.

“¡Cuánta emoción!, ¡cuánta esperanza!”, se destrabó como si fuese un largo suspiro. Agradeció a Lilita Carrió y a Ernesto Sanz, dos piezas claves en la conformación de la nueva alianza. La retribución la extendió su compañera de fórmula, Gabriel Michetti, a sus propios padres, a su esposa Juliana Awada, a quien él mismo llama “hechicera”; a sus cuatro hijos, a los buenos amigos, y obviamente, a los 13 millones de votantes que le dieron el triunfo.

Visiblemente emocionado, continuó: “estamos ante un cambio de época. Va a ser maravilloso… No podemos detenernos en las revanchas o ajustes de cuentas. Tenemos que poner la energía en construir la Argentina que soñamos: pobreza cero, derrotar al narcotráfico, unir a todos los argentinos…”. Nada que no hayan dicho, palabas más o menos, ni soñado Alfonsín, De la Rúa, Duhalde, o el matrimonio Kirchner.

De todos modos, como siempre ocurrió después de cada acto electoral, el clima de esperanza volvía a renovar los ánimos de los argentinos que estaban aprendiendo a vivir en democracia, pese a los desengaños y las traiciones. “Estoy acá para ayudarlos a encontrar el camino del desarrollo personal… Ustedes hicieron posible lo imposible con su voto. Lo hicimos juntos”, dijo antes de acudir a la ayuda celestial: “Le pido a Dios que me ilumine, para ayudar a cada argentino a encontrar su forma de progresar y ser feliz”.

Allí estaba Mauricio en el escenario con su hija Antonia en brazos, con su esposa Juliana, con los funcionarios porteños y sus correligionarios amigos. Todos estaban felices, cantaban, reían, bailaban al ritmo de ChanoAgapornisLos Auténticos Decadentes. La música no paró nunca. La noche mágica de Cambiemos siguió en Puerto Madero, en el boliche Asia de Cuba, pero el electo presidente enfiló hacia su piso, en Avenida del Libertador y Cavia, estaba cansado, tenía sueño, había sido un día agotador. 

Ante las puertas de un cambio de época

El 10 de diciembre Macri salió temprano rumbo a La Plata para la asunción Vidal, su as de espadas en el principal distrito electoral del país. El trayecto lo hizo en helicóptero y volvió de la misma manera a su departamento donde se preparó para la toma de juramento en el Congreso. Lo acompañaba Juliana, enfundada en un vestido color crudo de su marca, y la pequeña Antonia, que se divertía junto a Valentina, la mayor de Awada con el conde belga Bruno Barbier

Una vez más, un escuadrón del Regimiento de Granaderos custodiaba el avance de un automóvil oficial con un nuevo presidente. La Avenida de Mayo volvía a ser una alfombra de cemento de la democracia argentina, esa que tanto había costado conseguir.

Su discurso ante la Asamblea Legislativa duró 27 minutos. Casi ocho años después, algunos de aquellos párrafos parecen no haber perdido vigencia alguna. Una vez más, como si el tiempo se hubiese congelado. Otro llamado al diálogo, a la unidad, una nueva dosis de esperanza.

  • “Hoy se está cumpliendo un sueño: termina una época completa sin violencias y esto que parecía tan difícil se hizo realidad. Por eso, hoy más que nunca les quiero decir que tenemos que ser optimistas respecto de nuestra esperanza y nuestro futuro”.
  • “Como les dije en la campaña, para mí la política no es una competencia entre dirigentes para ver quién tiene el ego más grande. Es el trabajo entre dirigentes modernos, que trabajan en equipo para servir a los demás. La política tampoco es el escenario en que algunos líderes mienten para engañar a la gente y al mundo con datos falsos”.
  • “El país tiene sectores que piensan de diferentes maneras, pero no está dividido. Los ciudadanos votaron como quisieron: unos apoyaron nuestra visión y otros respaldaron a otros candidatos. Eso nos alegra, porque pudieron elegir en libertad. Pero ya pasaron las elecciones. Llegó el momento en el que todos debemos unirnos para crecer”.
  • “Quiero darles, una vez más, la confirmación de que vamos a cuidar a todos. El Estado va a estar donde sea necesario, para cada argentino y en especial para los que menos tienen. Vamos a universalizar la protección social, para que ningún chico quede desprotegido. Vamos a para que todos tengan un techo con agua corriente y cloacas, y vamos a urbanizar las villas, para transformar para siempre la vida de miles de familias”.
  • “Otro de los grandes desafíos que va a tener nuestro gobierno es el de combatir el narcotráfico como ningún otro gobierno lo hizo antes. Miles de personas a lo largo del país me transmitieron su profunda preocupación por este tema. Hay jóvenes que matan y mueren sin saber por qué, actuando bajo los efectos del paco y de la droga. La droga arruina la vida de familias enteras; no podemos resignarnos no aceptar esta realidad como algo natural”.
  • “Ese objetivo, el de unir a los argentinos, el de poner nuestros puntos en común sobre nuestras diferencias, integrándolas y respetándolas, es la clave de la construcción de la Argentina del Siglo XXI a la que nos encaminamos hoy. Se viene un tiempo nuevo, un tiempo del diálogo, el respeto y el trabajo en equipo, tiempo de construcción con más justicia social.  Repetidamente a lo largo de la historia hemos vivido muchas divisiones. La confrontación no ha llevado por caminos errados. Somos pasionales y es bueno serlo, pero a veces esa pasión no tiene una trampa, crea conflictos innecesarios, genera fanatismos que tantas veces son arrastraron a la violencia, a la incapacidad de razonar y a la falta de amor”.
Testimonio histórico. El nuevo presidente y la primera dama avanzan rumbo a la Casa Rosada después de la esperada jura en el Congreso.

Una brisa de la nueva política

Aunque lo intentaron con mucho empeño, el viejo Cadillac descapotable que había comprado Perón en 1954 no quiso arrancar, parecía que sus épocas de trasladar presidentes a lo largo de Avenida de Mayo habían terminado. Así que Macri, después de la jura, del discurso, de los saludos y más de un centenar de selfies, se subió en la explanada del Congreso a una camioneta VW Touareg Hybrid y el chofer avanzó con el nuevo mandatario rumbo a la Casa Rosada.

Pese a su alianza con el radicalismo, encargado de sostener la estructura territorial de Cambiemos principalmente en las provincias, Macri procuró mostrarse diferente en todo momento, tener un estilo propio, moderno, con los prismáticos apuntando a ese ideal de primer mundo. Buscaba ser el faro de la nueva política criolla

Al igual que todos sus antecesores, él también saludó a mano tendida desde el automóvil, de pie, junto a su esposa. Había banderas de la UCR, retoños de boinas blancas, globos albicelestes, pequeñas pancartas con el fondo amarillo y el inconfundible y simple sello del PRO. Pero las vistas aéreas de los drones de algunos medios mostraban manchones de vacíos durante todo el trayecto, incluso en la Plaza de Mayo. La grieta se había ensanchado y un halo de revancha acaecía sobre el ambiente político del país, lo que de algún modo anticipaba que el nuevo habitante de la Quinta de Olivos no tendría las cosas fáciles.

En las elecciones del 25 de octubre, Scioli quedó en primer lugar con el 37,08 por ciento de los sufragios y Macri en segundo con el 34,15 por ciento. El primer balotaje de la historia del país se realizó casi un mes después, el 22 de noviembre, y el macrismo, junto a sus socios radicales, de la Coalición Cívica y los peronistas anti-K, se impuso con el 51,34 por ciento de los votos sobre el kirchnerismo que obtuvo el 48,66.

Foto histórica. El senador Federico Pinedo coloca la banda presidencial a Macri en la Casa Rosada, Cristina Fernández de Kirchner quería que la entrega del mando se haga en el Congreso.

La ceremonia en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, según consignó GENTE, arrancó a las 13.15. Tal como se había previsto la noche anterior, el senador Federico Pinedo, como vicepresidente provisional del Senado, tuvo que hacerse cargo del ejercicio del Ejecutivo durante doce horas, y de entregarle la banda y el bastón de mando al nuevo jefe de Estado. Así fue debido a un desencuentro entre la presidenta saliente y el recientemente electo.

Cristina Fernández de Kirchner planteaba que la ceremonia de traspaso de mando debía realizarse en el Congreso luego de la jura del nuevo mandatario. Argumentó el artículo 93 de la Constitución Nacional​ donde queda establecido que “al tomar posesión de su cargo el presidente y vicepresidentes prestaran juramento, en manos del presidente del Senado y ante el Congreso reunido en Asamblea”.

En cambio, Macri sostuvo que el traspaso de la banda y del bastón de mando debía concretarse en la Casa Rosada porque de ese modo “se respetaba la tradición”. De esa manera, el presidente electo juraba frente a una Asamblea Legislativa y luego se dirigía a la Casa Rosada para concretar el acto protocolar. Para sostener esa postura, Macri esgrimió el Reglamento de Ceremonial de la Presidencia de la Nación que en el artículo 142 indica que “el señor Presidente saliente entregará al señor Presidente electo​, frente a la mesa colocada sobre el estrado, las insignias presidenciales, que estarán sobre la misma”. Así ocurrió hasta la llegada al poder de Néstor Kirchner​, quien decidió evitar ese paso y recibió los atributos en el recinto de Diputados, luego asumir. Método que repitió su esposa Cristina en 2007 y 2011.

Bailando en el balcón del poder

Mauricio también cedió frente a la tentación del histórico balcón. Con el brazo derecho sostenía a Antonia y con la mano izquierda el bastón. “¡Sí se puede!, ¡sí se puede!, ¡sí se puede!”, coreaban sus seguidores. Cuando le alcanzaron el micrófono, dejó a su hija con Juliana y se dirigió al público: “¡Muchas gracias! Es difícil transmitirles lo que uno siente hoy acá. Parece que fue ayer cuando nos animamos a soñar que los argentinos merecíamos vivir mejor. Y hoy estamos acá, a punto de empezar una etapa maravillosa de nuestro país. ¡Sí, se pudo! Esto es lo que quiero: que nos podamos expresar en libertad en la Argentina… Que podamos pensar diferente, pero trabajar juntos… Prometo siempre decirles la verdad… Gracias por acompañarnos. Esta Argentina la construimos todos juntos”.

“¡Que baile, que baile!”, comenzaron a pedir desde la multitud. “Estoy complicado por la banda (presidencial)… Pero cuando me la saque, empieza la música”, respondió y después vino su frase final: “Los amo. Amo a este país y a cada uno de ustedes. ¡Gracias!”. La música arrancó con el clásico de Gilda No me arrepiento de este amor.

La tentación. Macri también festejó en el histórico balcón de la Casa Rosada donde lanzó unos pasos de baile al pedido de sus seguidores y al ritmo de Gilda.

Y sin sacarse la banda, Macri lanzó unos divertidos pasos de baile al lado de su esposa y de la vicepresidenta Gabriela Michetti tomó el micrófono y se puso a cantar algunas estrofas. Mientras tanto, en el Palacio San Martín esperaban las delegaciones diplomáticas para estrechar la mano del flamante mandatario argentino, acto que comenzó a las 14.32. Luego se impuso un descanso en su casa de Palermo. Más tarde llegaría la jura de ministros en el Museo del Bicentenario y la gala en el Teatro Colón, donde sobraron los invitados especiales entre los que encontraban empresarios y figuras del mundo del espectáculo, con Mirtha Legrand a la cabeza.

De niño, Mauricio quería ser presidente del Club Atlético Boca Juniors; ese era su sueño y lo cumplió. Después se propuso llegar al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y lo consiguió en cuatro años, y también quiso ser presidente de todo el país, lo que le llevó otros ocho años. “Unidos seremos imparables”, así lo dijo Macri y así lo tituló revista GENTE en su portada. Aquel hombre prometió una “nueva etapa”, al igual que sus antecesores, y así lo recordamos a 40 años de democracia.

El archivo Atlántida. Mauricio Macri cuando era un niño y soñaba con llegar a ser el presidente de Boca Junior. Al lado, hecho un hombre con su sueño hecho realidad.

Idea y producción: Leo Ibáñez
Edición de video: Rocío Bustos
Guion y voz: Camila Bisceglia
Recopilación de Archivo Grupo Atlántida: Mónica Banyik

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