El BMW que nació en los ’70 y aún no encuentra rival en 2025 – GENTE Online
 

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El BMW que nació en los ’70 y aún no encuentra rival en 2025

BMW Turbo Concept
El Turbo Concept, presentado en 1972, anticipó diseños, tecnologías y filosofía que la industria recién adoptó décadas después.
Autos y Motos
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En medio de un 1972 convulsionado por la geopolítica y la crisis energética en ciernes, BMW decidió hablar en voz alta sobre su visión del futuro. Lo hizo sin conferencias de prensa rimbombantes ni discursos institucionales: presentó un auto. El BMW Turbo Concept, desarrollado bajo el código E25, era una declaración rotunda de intenciones, que marcaba distancia con todo lo anterior y adelantaba un camino que el resto de la industria tardaría décadas en recorrer.

BMW Turbo Concept
El BMW Turbo Concept fue el primer auto de la marca con motor central y turbo.

Desde la estética hasta la ingeniería, todo en este prototipo resultaba radical. Diseñado por Paul Bracq, el hombre que le había dado forma a algunos de los Mercedes más icónicos de los ‘60, el Turbo parecía un visitante de otro planeta. Apenas 1,11 metros de altura, 4,15 de largo y 1,89 de ancho, con una silueta en forma de cuña que fluía desde un morro afilado con faros escamoteables hasta una zaga musculosa con rejillas para enfriar el motor.

Las puertas, tipo ala de gaviota, eran el guiño más explícito al futurismo, mientras que las llantas carenadas cerraban el concepto de eficiencia aerodinámica con un nivel de detalle que no era común ni siquiera en los autos de competencia.

El interior era una especie de cabina de comando vestida de cuero negro y moqueta roja. El conductor se sentaba frente a una consola que rompía todos los esquemas conocidos: 12 indicadores analógicos, un primitivo pero funcional ordenador de a bordo, velocímetro en posición horizontal, cuentavueltas desplazado a la derecha. Toda una coreografía de agujas y escalas que desafiaba al piloto a dominar su propia máquina, sin pantallas ni ayudas artificiales, pero con una precisión quirúrgica.

BMW Turbo Concept
Se construyeron dos unidades: una está en Múnich y la otra en Spartanburg, EE.UU.

Debajo de esa envoltura, sin embargo, se escondía la verdadera revolución. El Turbo fue el primer BMW en adoptar un motor central, algo inédito para la marca hasta entonces. Y no cualquier motor: un cuatro cilindros de apenas 1.990 cc, heredado del 2002 tii, pero equipado con un turbocompresor que lo llevaba hasta los 280 caballos de fuerza a 7.200 rpm. Con un peso de apenas 980 kilos, eso significaba que el E25 podía acelerar de 0 a 100 km/h en 6,6 segundos y alcanzar los 264 km/h. Cifras que hoy siguen siendo más que respetables, pero que en 1972 eran directamente escandalosas para un vehículo de calle, aunque fuese un concept.

El conjunto estaba asociado a una caja manual de cinco marchas que entregaba la potencia al eje trasero, respetando la filosofía de manejo que BMW había cultivado desde sus orígenes. Para frenar a esta bestia, los ingenieros recurrieron a discos ventilados en las cuatro ruedas, otra rareza para la época. Pero aún más impactante era su dotación de seguridad activa: incorporaba refuerzos en las puertas para proteger en caso de impacto lateral y, como si fuese un experimento de ciencia ficción, un sistema de radar que calculaba la distancia de frenado. No es una exageración: en los años 70, hablar de sensores electrónicos era hablar del espacio exterior.

La influencia del Turbo fue tan profunda como silenciosa. Apenas dos unidades fueron fabricadas, una destinada al museo BMW de Múnich y otra al BMW Zentrum de Spartanburg, en Estados Unidos. No hubo producción en serie, ni tampoco planes de comercialización. Pero su ADN no se perdió. Se filtró en el M1, el único deportivo de motor central que BMW lanzó al mercado; en la Serie 8 de los años 90, con su obsesión por la aerodinámica; y en el Z1, que heredó esa mirada lateral al diseño conceptual sin perder de vista la ingeniería.

BMW Turbo Concept
El BMW Turbo Concept fue el primer auto de la marca con motor central y turbo.

Incluso el motor turboalimentado sirvió de base para el 2002 Turbo, que bajó la potencia a 170 CV para hacerlo más civilizado, pero mantuvo la idea central: eficiencia con nervio, compactación sin sacrificar emociones. Y más allá de la herencia interna, el BMW Turbo Concept fue uno de los primeros grandes agitadores de la corriente que décadas después dominaría la industria: motores pequeños, livianos, con turbo y bajo consumo. Es decir, exactamente lo que las normativas medioambientales de hoy exigen.

El contexto tampoco fue menor. BMW presentó este concept durante los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, un evento que pretendía mostrar la cara luminosa de una Alemania moderna y democrática. El atentado de Septiembre Negro, que costó la vida de 11 atletas israelíes, convirtió esa ambición en tragedia. Pero de algún modo, el Turbo Concept sobrevivió a ese contraste. Fue un símbolo de lo que podía lograrse con creatividad, audacia y visión de largo plazo, incluso en los momentos más oscuros.

Hoy, al observar al Turbo, es imposible no pensar que podría presentarse como novedad en cualquier salón del automóvil contemporáneo sin desentonar. El lenguaje de diseño, los principios de eficiencia, incluso el tipo de motorización, todo sigue vigente. Es un auto que parecía de otro tiempo entonces, y que sigue pareciendo de otro tiempo ahora. Un concepto suspendido en un limbo temporal que lo mantiene eternamente moderno.

Quizás por eso, más que una pieza de museo, el BMW Turbo Concept sea un faro. Uno que aún alumbra los caminos por donde otros apenas comienzan a transitar.

 
 

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