La vida es curiosa y hay veces que nos lleva por caminos que nos alejan de las personas que, uno creería, estarían allí siempre. Esto llega a generar daños, en muchos casos, irreparables. Sin embargo, cuando alguien ocupa ese lugar y supera las expectativas el corazón sana.
Los papás que amaron hijos que no eran suyos brindaron amor por gusto y no por obligación, y se convirtieron en lo que popularmente llamamos papás del corazón. Son aquellos hombres que quizá no dieron la vida, pero sí hicieron de la vida de ese niño o esa niña su mundo entero. Crearon lazos sin igual, que nunca se podrán romper.
MARTÍN Y ANTONIO: "NUNCA CUESTIONÉ SI ERA MI PAPÁ BIOLÓGICO, SÓLO SÉ QUE ES MI PAPÁ"
Martín Aníbal Pucheta (1936-2017) era un joven policía de la ciudad de La Plata, oriundo de Feliciano, Entre Ríos, que conoció al amor durante su infancia, en su pueblo natal, pero no lo supo hasta 1972, cuando la vida los reencontró en la capital de la provincia de Buenos Aires.
Luego de un matrimonio fallido, Teresita Leguiza (83), su gran amor, quedó a la deriva con sus tres pequeños hijos de 5, 6 y 8 años, en aquel entonces. Martín, con su gran corazón, les ofreció un techo para vivir y se dio una nueva oportunidad con aquella joven que conoció en las peñas familiares de su amada provincia.
"Yo me había separado hace poco y me quedé sola con mis tres hijos porque mi esposo nos abandonó. Con Martín nos conocíamos desde chicos y cuando se enteró de mi situación me propuso que nos fuéramos a vivir con él a La Plata. Era un hombre muy generoso y de un corazón enorme, me ayudó a criar a mis hijos como si fueran suyos. Les dio todo y ellos lo reconocieron siempre como su padre, pese a que su progenitor estaba vivo. Luego, llegaron los nietos y se convirtió en la persona más feliz del mundo. Lo extrañamos todos los días", recuerda Teresita Leguiza, sobre su historia de amor que duró 40 años, hasta el último día de vida de Pipín, como lo llamaba su entorno familiar.
"Mi viejito era una gran persona. Compañero, comprensible, trabajador... Nunca cuestioné si era mi padre biológico, solo sé que él es mi papá. Me crió y me educó. Aprendí todo de él. Siempre lo pienso y lamento no tener su genética, me hubiese gustado herederar su paciencia", relata su hijo menor Antonio, quien hoy tiene 56 años y una hija. "De niños nos contaba sus hazañas en las estancias donde trabajaba y nos llevaba a pescar. De grande tuvimos la suerte de compartir viajes a su amada provincia de Entre Ríos... El nos quería mucho y yo lo extraño todos los días".
RONNIE Y TRINIDAD: "YO APRENDÍ A SER HIJA CON ÉL, Y ÉL PADRE CONMIGO"
Los años pasan y vemos a esos papás orgullosos de sus hijos, no importa si llevan su apellido o no, nada le causa más felicidad que verlos recibirse en la facultad, mudarse solos, encontrar el amor y hasta formar sus propias familias. Para los "papás del corazón" ser padre es el mejor trabajo del mundo. Ronnie Hughes (48) es el papá de Trinidad (27), una niña que conoció a los 3 años, cuando él apenas tenía 26, y que le significó un enorme desafío en su vida.
El tío de Trini realizaba una obra de teatro en 1999, allí Ronnie actuaba y la pequeña junto a su mamá iban a alentar a la familia. De esta forma sus papás se conocieron hasta que se animaron a empezar a salir. "Sentí que iba a ser un gran desafío. Fue todo muy a ciegas, yo no era muy consciente de donde me estaba metiendo, con Guadalupe (su mamá) estuvimos 4 meses de novios y pusimos fecha de casamiento, un año después lo consumamos y Trini tenía 5 años. Me di cuenta que iba a ser su papá el primer día que volvimos de la luna de miel, cuando convivimos por primera vez".
"Al principio permanentemente tenía miedo de que Trini no me aceptara como su papá. Durante el noviazgo yo trataba de cubrir ese rol... siempre pensaba en poder cumplir y estar a la altura de las expectativas de mi hija", reflexiona Ronnie, quien en 2003 se convirtió en papá de Duncan y en 2007 de Amy, los hermanos menores de Trini.
"Mi papá me trajo un cambio enorme en mi vida. Cuando yo era chica tenía muchas cosas, pero me faltaban otras. Yo aprendí a ser hija con él y él aprendió a ser padre conmigo. Al principio fue muy difícil para los dos. Fue muy desafiante. Yo era una nena muy malcriada (se ríe)... Más allá de eso, tuve que adaptarme a nuevas costumbres, a una fmilia nueva, de repente tenía un montón de primos, tenía abuelos... Para ellos como familia también fue complicado. De un día para el otro yo tenía papá y él tenía una hija de 5 años", asegura Trini, quien hoy tiene 27 años, dos hermanos, y 25 primos de parte de ambos lados.
Los "papás del corazón" son esos hombres que sanan lo que no fue su responsabilidad, los que aman sin esperar nada a cambio y cuidan a sus hijos al lado de mujeres guerreras que le permiten ese lugar.
Los papás que amaron hijos que no son suyos llenaron tanto el corazón que no dejaron lugar para las dudas, para los resentimientos o para el rencor. Siempre hubo un papá, uno que amó con orgullo, uno que decidió quedarse y uno que cuidó y educó con responsabilidad. No siempre la sangre "tira", el amor no tiene límites y puede nacer donde y cuando menos lo esperamos.
