Es innegable que Joaquín Levinton viene haciendo carrera desde hace décadas. Pero su figura se masificó a raíz de su participación en Masterchef Celebrity en 2021. Algo que podría haber sido un simple paso por la tevé lo acercó a otro público y mostró otro de sus costados. Ahora no sólo le piden fotos los fáticos de Turf, la banda que viene liderando desde 1995, sino que también lo hace una señora que por su generación no se ha vinculado con él desde la música.
Sin dudas que un pícaro personaje que logró cautivar. Si bien dice que no le gusta hablar de su vida privada, en una charla íntima con Revista GENTE abrió las puertas de un mundo que parecía inaccesible.
“Soy un tipo sociable. Me encanta conversar con la gente en la calle. Muchos me saludan porque me reconocen, pero a mí me encanta conocerlos a ellos y saber de qué se trata su vida”. Una frase que pinta fielmente su personalidad.
“Puertas para adentro soy como cualquier persona. Veo películas, comparto momentos con amigos y juego al fútbol. Me gusta levantarme y sacar a pasear al perro. Soy un tipo alegre, positivo por naturaleza”, describe tímidamente.
Las intimidades de un rockero carismático
“Yo no hablo de mi vida privada porque no tengo formas. No es que puedo decirte que estoy o no de novio porque no tengo etiquetas, no manejo ese concepto: me parece que encasilla”, afirma a la hora de hablar de relaciones personales.
Rápidamente agrega: “Es ahí donde se generan los lugares comunes como los reclamos, la mala onda, las exigencias, la posesión, la rutina, el estancamiento y el pensar en el futuro. Prefiero vivir con puertas y ventanas abiertas, dejando que la otra persona tenga libertad sin generar ni que te hagan sentir celos”.
“Para mí una cita ideal tiene que incluir buen humor, buena presencia, luz tenue y buenos tragos… Me gustan las chicas lindas, simpáticas, las que no reclaman nada”, revela a GENTE.
-¿Y qué tipo de citas tenés?
-Por ejemplo, ir al Hipódromo y, después de hablar de cada uno, apostar por un caballo. Lo que un caballo es y lo que deriva de su sangre se puede emplear también como metáfora de la vida. Ir a un lugar como ese puede ser una experiencia de día o se puede hacer de noche para tomar un trago y sentarte en una grada con una chica. No es que una cita es siempre igual. El escenario cambia y modifica las circunstancias. Otra opción puede ser salir a andar en bicicleta o en bote por el Rosedal, charlar y evitar el típico “a qué te dedicas”.
-Después de lo que aprendiste en Masterchef, ¿no cocinás en una cita?
-Ni en pedo. Delivery. No va por ahí lo mío. Es gracioso que haya gente que piensa que cocino bien.
Los 30 años con Turf y la apertura de la banda
En agosto presentaron Polvo de estrellas, los grandes clásicos de la banda que grabaron con artistas top. Loco un poco con Lali Espósito; Contacto con Fito Páez; Me haces sentir con Miranda!; Pasos al costado con Milo J; Cuatro personalidades con Vicentico y No se llama amor con La Delio Valdez son algunas de las canciones y colaboraciones que componen el disco. “Se trata de Turf haciéndose un cariño a sí mismo”, afirma.
“Nosotros hicimos esto hace un tiempo y se llamó Turf reversiones, pero en esta ocasión es distinto. Cuando empezamos el rock era cerrado y cabeza. Ahora fue cambiando gracias a las nuevas generaciones que colaboran entre sí, se van mezclando y así empezamos a invitar a amigos y otros a los que admiramos. Todo empezó con Milo J, un artista increíble del que soy fanático. Lo invitamos a cantar Pasos al costado y ahí se empezó a formar el disco”, completa.
Y evalúa: “Nuestro público cambió, pero tenemos muchos que son fieles de nuestros orígenes. Así que nos pareció positivo volver a barajar con artistas que le den su propia impronta a la canción”.
“Hay que disfrutar de eso nuevo que pasa. De darnos el lujo de grabar con Fito Páez o Milo J. Los dos están a la misma altura. Ni hablar de Lali, Santiago Motorizado que es un amigazo, Mateo de Conociendo Rusia… todos. A Luck Ra lo descubrimos en ese momento y fue una sorpresa, un fenómeno terrible”, remata.
-¿Qué pasó internamente para abrirse en esta forma? ¿Se soltaron prejuicios?
-No, porque Turf nunca tuvo prejuicios. Es de los grupos que abrieron el panorama. Antes de que llegáramos nosotros todo era ‘rock chabón’, como lo llamaban, desde el que se puteaba a las otras personas. Grupos machistas y violentos con el público. Y nosotros fuimos el primer haz de luz que abrió las puertas para que entre el águila. ¿Vos sabés lo que era en esa época hacer un slogan o campañas publicitarias de marcas? Lo defendimos, cosa que hoy es normal. Todo es marca. Eso lo hicimos hace treinta años.
-¿Qué es lo mejor de salir de gira con Turf?
-Que es como un viaje de egresados. Somos muy amigos, familia. nos conocemos hace treinta años, a todos nos gusta la joda y el micro que tenemos es como una casa. Tiene dos pisos: en la parte de arriba están las camas y un living con PlayStation y abajo armamos ‘la rockería’ con barra y cocina. En ese lugar se arma el boliche. Ponemos heavy metal a todo lo que da, tomamos tragos, hacemos pogo y charlamos un montón. Todo comienza a la noche y termina a las 7 de la mañana, cuando sale el sol. Parece un sueño.
-¿Cuál es el balance de estas tres décadas?
-Supera las expectativas que tenía. Todo lo que soñaba lo conseguí y cosas que no me imaginaba, también. El otro día tocamos con Supergrass, que es una banda inglesa que yo idolatraba de chico. En realidad tocamos con todos nuestros ídolos: desde Charly García, con quien compusimos y filmamos juntos, a los Rolling Stones. Hicimos música en la cancha de River, sacamos nuestros discos en vinilo. Nos mantuvimos treinta años juntos y no nos morimos. ¿Quién está treinta años con alguien haciendo algo? Nadie. Ni casado.
-¿Te hubiera sido más fácil estar casado treinta años que tener una banda?
-Y, lo de la banda es milagroso. Somos cinco y en general hay mucho desgaste. Imaginate la cantidad de kilómetros que hicimos juntos, los quilombos. Hasta es milagroso que no nos hayamos muerto en un accidente de tránsito. Es incontable la cantidad de veces que viajamos de madrugada por rutas oscuras en situaciones precarias. Un milagro. Muchas veces chocamos, pero nunca pasó nada.
-Más allá de que se separaron durante ocho años, ¿alguna de estas situaciones límites te hizo replantearte la carrera?
-No. Nada me hizo pensar en frenar. Por ejemplo, con los Rolling nos tiraban adoquines y el día anterior le lanzaron una botella de cerveza a la chica que cantaba antes que ellos. A mí me dijeron que había peligro de muerte. Y sí, que me maten. ¡Cómo no iba a tocar con los Rolling! No soy miedoso.
-¿Y eso de no tener miedo te llevó a meterte en problemas?
-Sé resolver las cosas sobre la marcha y creo en mí. Tampoco me preocupo mucho. Puedo tirar todo a la mierda, empezar desde cero y saber que todo va a estar bien. Considero que soy suertudo. Agradezco a cualquier fuerza mayor que esté obrando, porque siento que tengo suerte a otro nivel.
-¿Tanto?
-Sí. Una vez tenía ganas de fumar un pucho, levante la mano y se me vino un cigarrillo a los dedos. Nunca vi algo así. Es el colmo, pero tengo testigos de lo que te digo.
-Cuando escucho tus anécdotas se me viene a la mente la figura de Guillermo Coppola, otro gran contador de vivencias. En tu caso, ¿hay un poco de “IVA” o colorcito en lo que contas?
-No, generalmente todo es real. Por ahí lo cuento con mi estilo fantasioso que tiene que ver con mi forma de expresarme. Eso es lo que le agrega color. Mi vida es desopilante por cómo me manejo. En mi vida, una situación como la de Aysa es normal. O lo del pescado Raúl en Masterchef, que para mí no es un chiste, porque yo le vi cara de Raúl. La gente cree que es un chiste, pero mis amigos no se ríen porque me conocen y es algo habitual. Yo veo la vida encontrándole el absurdo a las cosas.
-Ya que mencionás lo de Aysa, ¿al final cuánto debías y cómo lo solucionaste?
-Cuando me enteré qué era Aysa fue porque me empezaron a llamar como psicópatas diciendo que debía. Yo no sé hacer trámites, y no sé hablar con máquinas. Primero me llamaba el robot y después eran humanos. Fui a averiguar y me dijeron que se trataba de la empresa de agua. Debía veintitrés años de boletas que representaban 1,5 millones de pesos. Decidí no pagar. Me parecía muy caro y no me convencieron de que lo haga. ¿Me van a cortar el servicio? No… ¡entonces chau! Qué me importa. Me bañe y disfrute del agua como nadie porque sabía que cada chorrito que salía de la canilla no estaba pagándolo… tiraba la cadena del baño sin parar, me bañaba 200 horas y disfrutaba. Todo para incrementar esa deuda. La casa la vendí hace unos tres meses y pagué 2,5 millones de pesos… aunque oficialmente no pagué porque en realidad lo pagó el dueño nuevo y me lo descontó del valor de venta.
La desopilante historia del día que estuvo preso en Córdoba
“La policía me detuvo miles de veces. Transité tres causas penales: estuve preso en Chaco, en Brasil y en Córdoba”. Sin vueltas, Levinton habla de sus “problemas” con la justicia. Y sí, acá también hay toda una novela por descubrir.
-La de Córdoba no la sabíamos.
-Ese día pasó de todo. Me desmayé antes de cantar porque tomé una pastilla para dormir y la mezclé con champagne. El show se canceló. Me desperté en la habitación a las 7 de la mañana y salí a caminar. Me paró un policía chiquito de tamaño y de edad. Yo me puse loco. “Vos no sabés quién soy: vengo a cantar acá desde hace 15 años. ¿Vos cuántos años tenes?”, le dije. Me contestó que 19 y lo primero que me salió es “vos no podés ser policía con esa edad”. Lo convencí de que me dejara en libertad, pero de repente vino una patrulla, me esposaron y me llevaron al calabozo. Estaba con bandidos, de todo.
-¿Y qué pasó?
-Era como una pequeña cárcel de El marginal. Cuando entré me sacaron todo lo que tenía en los bolsillos. Yo venía vestido de hacer un show, pero era peor que me reconocieran porque me hacían el amor y no iba a ser con amor. ¡Sexo sin amor! Con esta simpatía que me caracteriza, me fui haciendo amigo del policía, los ladrones y las travestis. De repente escucho que uno de los efectivos dice “trae al de Turf”. Me pidieron que cante una canción, así que intercambié la canción por un pucho. Me acuerdo de que cante Loco un poco y que de a poco fui consiguiendo más cosas. Me pasaban cerveza por la reja, e hice del lugar, mi hogar. Si no me largaban, hoy era el líder.
-Me causa gracia porque todo esto fue en pocas horas.
-Para mí fue un montón, pero al final ya estaba a gusto. Entre a las 7 de la mañana y me fui a las 8 de la noche. Muchos se habían ido y fuimos pocos lo que quedamos para esa hora. Pero enseguida tendí redes.
-¿Nadie te buscó en todo ese tiempo?
-En esa época no había celulares, así que nadie sabía en dónde estaba. Me buscaron en otras comisarías, hospitales y piringundines. Tuvieron que revolver el mundo para encontrarme. Aparte, al principio me trataron re mal. No fue la única vez. Una vez nos hicieron una cama en un operativo policial en el que nos plantaron la droga.
Los consejos de Joaquín Levinton a la nueva generación de famosos de Masterchef
La referencia con el reality de cocina es un punto clave. Tres años después cuenta alguno de sus secretos y también le da tips a los actuales participantes del programa que conduce Wanda Nara. “A mí en Masterchef me descubrió otro público. Me desempeñé muy bien y por eso la gente me descubrió”, afirma.
-Obviamente que no vamos a desconocer treinta años al frente de una banda, pero la tele te da esa masificación de la imagen difícil de conseguir en otro ámbito...
-Claro. Es un público ATP. Fue una linda experiencia y me gustó poder mostrarme de otra manera. El puesto de cantante de rock, por más que quiera ser distinto, cuenta con la carga de un estereotipo. Yo tengo algo como de chico, de tomar a muchas cosas como un juego. Hasta a la música me la tomo como un juego, más allá de que me manejo profesionalmente. Mi familia es muy así. Mi papá es igual que yo.
-¿Qué te quedó de esa experiencia en la tele?
-Convivir con gente que es distinta a mí. Vengo de un palo muy estructurado y pude entender coincidencias con personas talentosísimas y que terminé admirando sin conocer con anterioridad. Aprendí a estirar, con muy poco, un bife con puré. Sé poner pimienta y sal, aprendí que la comida tiene que tener mucho gusto y a hacer que cocino, sin cocinar. Cuando yo no sabía que hacer, movía las cosas, ¡y no estaba haciendo nada! Era porque todo el tiempo te filmaban. Ah… y aprendí que el limón le queda bien a todo.
-¿Consejos para los participantes actuales?
-Se deben poner en el lugar izquierdo porque ahí te ven menos. Yo no sé cocinar demasiado, así que tenía que hacer muchos trucos para sobrevivir. Para los que no saben cocinar, que usen proteína como pollo o carne, que resultan fáciles de preparar, y que vayan modificando los acompañamientos. El nombre del plato influye y la simpatía que tengas con el jurado es muy importante. Imaginate que no sabía cocinar y estuve ocho meses y casi gano.
5 preguntas random a Joaquín Levinton
-¿Por qué no pasabas el psicotécnico en el examen de manejo?
-Porque era muy temprano, como a las 8 de la mañana… y en ese momento no me andaba la cabeza. Yo pensaba que si hacía las cosas demasiado bien iban a pensar que estaba loco y que, si las hacía mal, iban a sospechar que estaba loco. De una u otra manera se iban a dar cuenta. Yo cargaba una mala reputación, un mal prontuario. Aparte, no tenía registro, llegaba conduciendo en moto, y se daban cuenta por el casco. Me daban para hacer el "test de Rorchach" y yo veía todo tipo de barbaridades, pero no me animaba a decirlas porque se iban a dar cuenta de que tenía una mente distinta. Me bocharon tantas veces que llegué a pensar que tenían razón y que no estaba capacitado para manejar. Le dieron el registro a un viejito con andador, y yo, en la flor de mi vida, era bochado. Después de muchos años de intentarlo, lo logré. Manejar es un placer.
-¿Cuál fue la compra más insólita que hiciste?
-Un megáfono. Estaba en un local de la calle Paraná llevándome muchas luces para armar una discoteca en mi casa, y del otro lado de la vereda veo un negocio con un megáfono gigante. Crucé la calle corriendo tan rápido que me olvidé de llevarme las luces, y lo compré. Cuando manejaba ponía la sirena y los autos se abrían pensando que venía una ambulancia. También dirigía el tránsito pidiéndole a la gente que se abra. “'Súbase a la vereda!”, decía. Señalaba como un agente vial. Estuve un año así, hasta que ya todos sabían que era yo.
-¿Hay algo o alguien que te haya marcado?
-Muchas personas. Tengo una lista interminable. Me marcaron mucho mi mamá, mi papá, Charly García, Andrés Calamaro, Diego Maradona y, por qué no, el Burrito Ortega. Familia, música y fútbol.
-¿Cómo fue tu relación con Charly?
-Conociéndolo por ir mucho a su casa en la época de Say no more, aprendí un montón sobre música y la forma de ver las cosas. En un momento él estaba cantando y dijo “say no”, algo que me hizo entrar en razón, debido a que hay veces que hay que decir que no y es no.
-¿Cuáles son las tres personas más lindas de Argentina?
-¿Físicamente? Mi mamá, mi abuela y Federico Moura.
Fotos: Diego García
Video: Rocío Bustos
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Agradecemos a Gaby Jurado Prensa
